Venezolana, a AFP: «Así como le dimos el voto a Maduro, queremos que él nos dé gas»
Jesús Cova y Luisa Cortez, una pareja del estado Sucre, ahora solo cuentan con un fogón a leña para cocinar por la falta de gas, y el cual antes usaban para preparar sopas los fines de semanas y compartir con amigos.
Aunque hacer la comida con madera o carbón vegetal ya era una práctica común, con la falta de dicho servicio ahora se volvió esta costumbre esporádica en la única opción para muchos ciudadanos.
«La cocinita lo que está es llena ya de telarañas y de polvo, desde el mes de mayo sin tener gas… Hasta para hacer café tenemos que estar pegados a un fogón», relata Cova a la AFP en su pequeña finca en Las Violetas, un caserío ubicado en la entidad sucrense.
La imagen de hombres, mujeres y niños cargando leña en sus hombros o con carretillas se extiende a lo largo de la troncal 9, una autopista que comunica a Caracas con el oriente del país. Las ventas de leña también son comunes al borde de la carretera.
“Gas palito”
Pese a que no hayan conexiones de gas aledañas a su finca, en Las Violetas anteriormente el servicio llegaba sin problemas a través de cilindros recargables a precios considerablemente bajos.
Cova, quien ha liderado protestas en su zona por la falla de servicios, responsabiliza a la corrupción por dicho problema. «Están bachaqueando el gas en dólares», afirma.
Por tal motivo, solo les queda una opción: el “gas palito“, como se refiere a la leña irónicamente Margarita Bermúdez, habitante de Boca de Caño.
«El humo me asfixia porque sufro de asma», dice la mujer de 55 años. «Necesitamos gas para cocinar, porque conforme nosotros le dimos el voto a nuestro presidente (Nicolás Maduro), para ponerlo cómodo a él, así queremos nosotros que nos pongan cómodos… Nos tienen sufriendo y él está bien allá», reclama.
Al «tormento» de estar meses sin gas se añaden otros males para Bermúdez y sus tres hermanos, todos mayores que ella, y a su único hijo, de 22 años, en la pobreza extrema.
«La comida tampoco viene, yo he comido sardina asada con lechosa verde sancochada… Tampoco tenemos agua, se va la luz, se va el agua, y se va el gas… No podemos vivir bien», recrimina.
“Un ecocidio”
Luisa Cortez por su parte, maestra de 46 años y esposa de Cova, le preocupa también los efectos de la tala de árboles en el medioa ambiente.
«Si no tenemos gas tenemos que ir a las montañas a buscar leña y de una u otra forma esto rompe con el equilibrio natural de nuestra flora… Las consecuencias ahorita no las vamos a ver, pero en el futuro sí», reflexiona. «Estamos cometiendo un ecocidio sin querer», expresa preocupada.