La caída en desgracia del trovador cubano que se sintió impune al abuso a mujeres
La Habana, 13 ene (EFE) / Laura Bécquer.- Dos canciones misóginas bastaron para forzar la caída en desgracia del trovador cubano oficialista Fernando Bécquer, que durante años se sintió impune, incluso tras su condena por abuso lascivo a varias mujeres.
«Yo no creo nada, yo creo en la Revolución», fue su respuesta cuando el medio independiente El Estornudo, cuyo acceso en línea está bloqueado en Cuba, divulgó en 2021 los testimonios de cinco mujeres que lo acusaron de abusos entre 2002 y 2012.
El reportaje «Cinco denuncias de abusos sexuales contra Fernando Bécquer» relataba con gran detalle y en primera persona los hechos. El cantautor, en tanto, lo calificó de «calumnias».
Las reacciones ante este artículo -sin precedentes en Cuba- incluyeron campañas en redes sociales con el lema «YoSíTeCreo» y las críticas a quienes se burlaron de las víctimas y trataron de minimizar su denuncia.
Algunos músicos salieron en apoyo de Bécquer, asumiendo que era un intento de «difamación», mientras otros aludían a matices políticos y a «campañas contra Cuba», porque la denuncia apareció en un medio independiente muy crítico con el Gobierno.
A la denuncia inicial se sumaron hasta 30 víctimas, que hicieron pública su experiencia, los traumas que le dejó y su frustración por la falta de reparación hacia ellas después de tanto tiempo, sin que la Justicia cubana actuara en un primer momento.
La condena
Diez meses más tarde, sin embargo, la Justicia dictó sentencia. El Tribunal Municipal de Centro Habana condenó a tres años y cuatro meses de limitación de libertad a Bécquer por el delito de abusos lascivos.
Activistas, colectivos feministas y las propias víctimas consideraron excesivamente tibia la sentencia y expresaron su malestar públicamente.
«No ha pasado un día en prisión», lamentó Massiel Carrasquero: «Bécquer seguía suelto, con acceso a sus lugares de ‘cacería’, con su estatus social sostenido por sus privilegios y libertades, y haciendo lo que le daba la gana, incluso acosar a sus víctimas en redes sociales».
Liliana H. Balance cargó contra el «silencio institucional», la inacción del Ministerio de Cultura -por no impedir que Bécquer siguiera actuando- y el «abandono» de la oficialista Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
Después del fallo, la FMC se limitó a recordar en Twitter su «tolerancia cero» contra la violencia hacia las mujeres y recalcó que en el juicio «todo transcurrió tal cómo lo establece la ley». Sin embargo, no llegaron a citar al condenado por su nombre.
Dos canciones después
Pese a todo, fueron dos canciones misóginas de Bécquer las que molestaron al oficialismo cubano y desencadenaron su caída en desgracia.
A principios de esta semana, el músico publicó dos letras en redes sociales, donde se burlaba de las feministas -a las que calificaba de «feminazis»- y, en general, del movimiento de denuncia de abusadores Me Too.
El Instituto Cubano de la Música y varios medios oficiales, incluyendo Granma y la televisión estatal, rechazaron ahora las palabras del cantante, cuando no habían abordado sus abusos tras la sentencia.
La FMC calificó las publicaciones como «altamente violentas contra las mujeres cubanas» y consideró que evidenciaban «el machismo que aún persiste y una forma de violencia simbólica que no debe prosperar en nuestra sociedad».
Incluso Lis Cuesta, la esposa del presidente Miguel Díaz-Canel, cargó contra Bécquer. «Imposible tolerar insultos, agresiones y expresiones violentas contra niñas y mujeres», escribió en redes.
El tribunal que sentenció al músico revocó este jueves su «limitación de libertad», alegando que había incumplido de «manera flagrante y notoria» el requerimiento de «buena conducta», y decidió que cumpliera su condena en prisión.
Disculpas… a la FMC
Tras las críticas, Bécquer ofreció una disculpa pública. Pero no a sus víctimas, sino a la FMC. En redes sociales reiteró su inocencia y dijo que las canciones eran el resultado de su experiencia «desde que empezó toda esta pesadilla», en relación con la denuncia pública de sus abusos.
«No es mi intención ofender a nadie con mis letras. Ni soy ni nunca he sido un maltratador de mujeres», escribió el músico, que se definió como «un trovador de patria o muerte», en relación a un lema revolucionario.
«Los que me conocen bien saben que no miento, si por este incidente tengo que ofrecer una disculpa, se la ofrezco a la FMC, institución que jamás ofendería con mi obra», subrayó.
No pidió perdón al feminismo ni a sus víctimas: «Me disculpo con la FMC, me disculpo con la mujer cubana, y no con las que usan el feminismo para hacer contrarrevolución». EFE