Reflexiones

Opinión | diciembre 21, 2020 | 6:24 am.

Cuando faltan poquísimos días para la celebración de la Navidad debemos hacer una pausa para reflexionar sobre lo que hemos realizado y lo que nos falta por hacer en el país.

Venezuela, como nación, debe entrar en un profundo proceso de análisis. La realidad en la cual estamos sumergidos nos obliga a pensar y repensar las razones por la cual vivimos la época actual y sopesar los caminos para salvar a esta tierra de más años de colapso, estancamiento y de crisis.

Solo basta con echar un vistazo a nuestro alrededor; no hay ambiente navideño, los venezolanos están tratando de sobrevivir en la medida que – noblemente – intentan resguardar algunas tradiciones; sin embargo el hambre es cada vez más fuerte y la desesperanza más notoria.

El país se ahoga en un mar de problemas; las mesas de los venezolanos están huérfanas de platos y alimentos, la dolarización de todo – menos de los sueldos – la inflación y la inutilidad del bolívar, son certezas que no pueden ser discutidas ni ocultadas por nadie.

Ahora bien, ¿Qué hacer? Y ¿Cómo hacerlo? Los venezolanos tenemos el deber de construir una salida real y precisa a la crisis o a las crisis que nos agobian. No podemos seguir jugando al «sálvese quien pueda», ya que el futuro del país es una responsabilidad de todos y cada uno de los venezolanos. No hay de otra.

Usted que me lee – yo como gobernador – todos quienes tienen una responsabilidad, ya sea política o ciudadana, debemos unir esfuerzos en aras de protegernos los unos a los otros. Se vienen tiempos difíciles, el 2021 trae consigo la extensión de la pandemia, mayor desaceleración económica y mayor impacto de la inflación, es por ello que necesitamos más solidaridad que nunca.

Como gobernador reflexiono sobre mi papel en el próximo año y comprendo que debo reforzar todas las acciones que, gracias a Dios y a una decisión a tiempo, tomamos en torno a salvar vidas y asimilo mi deber de realizar una mayor inversión en el ámbito social para proteger a los venezolanos que más necesitan de ayuda, y esto no implica clientelismo o demagogia, sino una real y genuina voluntad de ayudar a quien lo necesite.

La Gobernación de Anzoátegui – con miras al 2021 – llevará adelante una visión y una misión casi franciscana, enfocada en la ejecutoria de acciones sociales que ayuden a paliar los impactos de la crisis humanitaria y que sirve de contrapeso a las políticas de presión política y social que se aplican desde Caracas.

Y, tengan por seguro, que por encima de la asfixia presupuestaria – la cual hemos soportado desde el primer día de nuestra gestión – y venciendo todos los obstáculos, que siempre nos han colocado, cumpliremos con hecho el compromiso social que tenemos y asumimos.

Gracias a la experiencia de la Caravana de la Salud (que fue un éxito antes de la Pandemia), a Mercadito pa’ Toitos (una maravillosa iniciativa boicoteada desde Caracas), Agua para la Vida, y otros programas como estos, estamos listos ahora para ir por más y atender a muchos más anzoatiguenses, sirviendo como medios para la fraternidad y la solidaridad.

Así reflexiono, así me comprometo con Anzoátegui.