Los beneficios de las sanciones

Opinión | agosto 28, 2020 | 6:18 am.

Varios son los análisis en torno a las sanciones que EEUU y otros países han tomado sobre funcionarios y allegados del régimen.

La referencia a los males que causan las sanciones ha sido la matriz de las opiniones de diversos analistas. Sin embargo, sentencia un refrán venezolano: “no hay mal que por bien no venga”. Las cosas también tienen otra óptica. Y en efecto, las sanciones han generado beneficios, nada despreciables, los cuales merecen ponerlos sobre la mesa, para que las cosas sean analizadas con mayor amplitud.

En lo económico se recupera parte de la libertad ciudadana. En efecto, la ideología que soporta al régimen plantea sustituir la economía capitalista de libre mercado por la de planificación centralizada. Así con el cambio, el ciudadano pasa de ser líder del proceso productivo a ser subordinado o dependiente del gobierno.

Desde un comienzo el gobierno actúa contra la libre iniciativa económica, algo que se acentúa a partir de los eventos del llamado paro petrolero de 2002, donde se enfrentaron sectores, dentro de ellos el privado, y el régimen, donde en lugar de abrirse espacios para la negociación, se cerró para generar un “choque de trenes”. Así, las consecuencias del paro, luego de que el régimen recuperó el poder, son ir en contra de la empresa privada para debilitarla hasta ahogarla, bajo el criterio de que con ello eliminaba por siempre un enemigo y además despejaba el camino para consolidar el modelo de economía planificada.

El régimen avanzó hasta que arrasó con lo que era su base, las finanzas públicas nacionales. Esto se engrana con que desde 2016 surgen las sanciones, las cuales limitan su accionar para solicitar líneas públicas de crédito en los centros financieros internacionales.

Cabe indicar, que los centros financieros internaciones, en virtud de las sanciones, bloquean los requerimientos accionados por el sector público, más éstos y siguen abiertos a lo que demande el sector privado.

Si el régimen hubiera querido resolver el problema del financiamiento a la actividad productiva, en virtud de que estaba impedido para tramitar créditos públicos externos, pudo haber negociado con el sector privado una respuesta viable, más eso era precisamente lo que le resultaba fatal, por cuanto ello requería desmontar el entramado que ahoga a la iniciativa privada, y con ello darle fuerzas a su enemigo, abriendo las puestas a la economía de mercado. Entonces prefirió, apostar por continuar con el acoso al empresariado aún cuando ello perjudicara a la sociedad en su conjunto. Es de recordar lo que una vez “soltó” un líder del régimen: “la revolución vino para instalar una ideología, no para hacer un buen gobierno” y en eso han sido fieles.
Más, con el pasar de los años la crisis se acentúa y limita la gobernabilidad, ya la represión sangrienta comienza a perder efectividad cuando la población se expone a ella para reclamar recursos para la sobrevivencia.

A todas éstas, el régimen ha permitido al sector privado importar productos terminados, lo que activó “los bodegones” para la comercialización de bienes y dejando que se realicen operaciones con divisas fuera del control público, hasta ahí, por cuanto para los demás procesos mantiene el cerco, algo que para la empresa privada aún le es insuficiente.

La liberación de la economía es fundamental para el país y este camino se está construyendo, lo cual sólo es posible mientras exista la presión que genera el sistema de sanciones. Fuera de él, el hambre y las necesidades se acentúan sin mediar actos en pro de la sobrevivencia venezolana.

En lo social está la organización social para buscar defender al ciudadano de la agresividad pública. Entonces se constituyen ONG de apoyo a poblaciones y sectores sociales en estado de necesidad, necesidades generadas por la acción del régimen. Así encontramos ahora grupos de ayuda en materia de alimentación y suministro de bienes y servicios para atender a poblaciones necesitadas, grupos de juristas que llevan casos de personas encarceladas, grupos de protestas por la carencia de servicios públicos y otros. Ello gracias a una crisis generada por un régimen que promueve políticas para alimentarla, políticas que muestran su lado oscuro gracias a las sanciones impuestas.

Sobre lo político, los avances que ciertos sectores perciben y pretenden explotar son producto de la debilidad del régimen, producto precisamente del esquema de sanciones. O sea, las reuniones existentes, las de Noruega, República Dominicana, la Mesa de Diálogo, la renovación del CNE, son producto de la búsqueda de oxigeno por parte del régimen en virtud de las sanciones, donde su término ha sido su permanente grito, en virtud de que su desaparición genera las condiciones para reponer sus fuerzas, por una parte, y por la otra le quita el arma fundamental de la que hasta ahora se ha valido la oposición, debilitándola y exponiéndola a su desaparición.

Las sanciones son parte importante de escenarios, en especial del político. Ahora, en tiempos en los cuales el régimen ha ofrecido la celebración de elecciones para Diputados de la AN, y unos cuantos, que se muestran vestidos con la franela de la oposición piden participación en ésta, cabe reflexionar sobre el escenario posterior al cambio de miembros de ese instituto constitucional.

Entonces, esa elección persigue la legitimidad de Nicolás Maduro en la Presidencia de la República y el cese de las sanciones internacionales, si logran ese objetivo, ¿Cuál será el escenario nacional? Por cuanto, una vez reconocida la legitimidad de Maduro cae uno de los fundamentos sobre el cual se basan las sanciones, entonces, de lograrse, el régimen tendrá la potestad de, por ejemplo, pedir y disponer con amplitud de empréstitos que obtenga, ello soportado por la institucionalidad que tiene bajo control, entonces: ¿Cuál será el país que tendremos? Es importante esa respuesta sin apelar a aquello de “primero cruzar el puente y luego pensar qué hacer en la otra orilla”.