Leocenis García critica a Pompeo: Es un chiste decir que Guaidó es el político más popular de Venezuela

Política | marzo 31, 2020 | 8:46 pm | .

El coordinador nacional del movimiento Prociudadanos, Leocenis García criticó este martes la propuesta estadounidense para una transición en Venezuela asegurando que apuntalar a Juan Guaidó y a Leopoldo López es un error.

Comenzo calificando de chiste la aseveración del Secretario de Estado Mike Pompeo quien aseguró que Guaidó es el político más popular en Venezuela. «Escuchar a Pompeo decir que Guaidó es el político más popular de Venezuela es un chiste del cual uno no puede reírse, porque uno le tiene aprecio a todo el que intente ayudarnos a salir de estos mafiosos. Pero, (esa encuesta la deben haber hecho) en la calle donde vive la madre de Vecchio, la suegra de Goicochea, y el hermano de la mujer de algún dirigente de Voluntad Popular».

Asímismo calificó a Voluntad Popular como un partido de marihuaneros y corruptos.

García también pidió darle a Nicolás Maduro una oportunidad de «negociar su rendición», de la misma forma que el dictador de Panamá la tuvo. «A Maduro hay que darle la posibilidad de negociar su rendición. En enero de 1988, Ronald Regan y el Departamento de Estado le dieron la posibilidad a el general Manuel Antonio Noriega, de negociar con Estados Unidos su retirada de la posición de poder que ocupaba a cambio de algunas contrapartidas».

A continuación el texto completo de su declaración:

Las últimas decisiones del ala extrema de Washington demuestran que aceptaron que Guaido y su jefe (Leopoldo Lòpez) no podían concretar la salida de Maduro.

La visita de Guaidó a EEUU, donde en el estado de La Florida más venezolanos convocó Trump un año antes que el citado dirigente, provocó fuertes reacciones ante las cuales la Casa Blanca hizo el repliegue táctico que tenía previsto para que todos quedasen contentos y los americanos se salieron con la suya en lo que le interesaba.

Así que Washington, después de decir que Maduro, Diosdado, y toda la plana mayor del chavismo eran unos narcotraficantes , piden la colaboración del que ahí quede vivo – supongo que pensarán en Dario Vivas o en Pedro Carreño- para configurar un nuevo gobierno.

Lo más peligroso de todo lo que se está haciendo, dentro y fuera de Venezuela, y lo que se hará después tendrá consecuencias más destructoras, porque sentará las bases para la militarización de la política como consecuencia de un modelo de Estado que consagra ya el tutelaje militar de la sociedad civil. Eso no lo cambia. Antes bien, lo empeora el intento que ahora se hace.

Escuchar a Pompeo decir que Guaidó es el político más popular de Venezuela es un chiste del cual uno no puede reírse, porque uno le tiene aprecio a todo el que intente ayudarnos a salir de estos mafiosos. Pero, esos números deberán ser en la calle donde vive la madre de Vechio, la suegra de Goicochea, y el hermano de la mujer de algún dirigente de Voluntad Popular.

Lo hecho es potencialmente proclive a convertirse en enfrentamientos que no se resuelven con votos sino con balas. Las tempestades que han sembrado y todavía no se han desatado tienen algo más que viento de palabras huecas.

No se puede olvidar que de lo que se trata en este caso es que a la clase política tradicional, sobre todo al partido Voluntad Popular, se le han inoculado ideas y procedimientos muy peligrosos para un partido formado por hombres evidentemente megalómanos y chiflados.

Su mayor daño está en que sus raciocinios justificatorios son falaces y engañosos. Parten de sofismas y confusiones conceptuales que muchos politicos han hecho suyos. Llevan a que lo que se propone para un país, que es fundamental diverso político, sea sometido a la voluntad de un hombre torrencialmente adicto a la locura y un partido integrado por marihuaneros y corruptos. Ninguna de las dos cosas se puede hoy negar en Voluntad Popular.

Los americanos no están viendo bien el asunto en Venezuela. Y los políticos tradicionales parecen no entender la diferencia entre ser amigo de EEUU (yo lo soy) y otra ser súbditos de ellos.

La noche que el Presidente Bush padre ordenó la invasión contra Panamá llamó a las tres de la mañana al Presidente Carlos Andrés Perez. El jefe de Estado venezolano, cosa no muy conocida, le dijo a Bush: “Nosotros estamos muy molestos por el motivo de su llamada”.

Ese era el carácter de Perez.

Ya años después, Vladimir Petit me contó una anécdota de la cual fue testigo, donde Perez conminó al Jefe del Departamento de Estado a moderar su lenguaje mientras le hablaba o cortaba la llamada que sostenían.

Bush explicó a Perez, como lo hizo con Menen y Alan García, que Noriega había ido muy lejos. Había matado a un soldado americano.

Bush tenía a Guillermo Endara, un político con una popularidad impresionante. Y había ganado unas elecciones que Noriega había robado. No es que el tipo no se presentó en las elecciones .

En marzo de 1988 – apenas tenía yo unos siete años- Elliott Abrams (al que conocí el año pasado), entonces secretario de Estado adjunto para asuntos interamericanos de EEUU, le preguntó al enviado del presidente Felipe González, Juan Antonio Yáñez, si España estaría dispuesta a recibir a Noriega, el dictador panameño.

Era parte de un acuerdo que se adelantaba con Noriega. Acusado de narcotrafico, iría a España.

Otro presidente de EEUU – el gran Ronald Regan- no buscaría apresarlo.

Noriega insistía en negociar una salida a la crisis, pero no estaba dispuesto a entregar su cabeza como condición. Usted tiene lleno su escritorio sobre propuestas de este tipo de Nicolas Maduro.

Todos querían un trato: EEUU y el dictador. En un trato todo el mundo cede algo y gana algo.

Después de conversaciones difíciles, el punto fue llegando a una situación donde el régimen de transición no quedaría en manos de la “oposición democrática” sino del número dos de las Fuerzas de Defensa, el coronel Mareos Justine, y la Asamblea decidiría sobre el cargo de presidente de la República (que pasaría a ser una suerte de rostro del consenso).

Esa solución, que sería respaldada por Estados Unidos, evitaría crear un ambiente de desmoronamiento y desestabilización tras la caída del hombre dictador panameño.

Tanto Rómulo Escobar el jefe del Partido de Gobierno – una suerte de Diosdado venezolano- como el mayor Edgardo López de las Fuerzas Armadas- una suerte de Padrino López venezolano- admitían, la posibilidad de negociar el cargo de Noriega en el marco de un diálogo nacional sin condiciones previas.

Tras reconocer que Panamá sufría «un estrangulamiento económico que afecta a todas las capas sociales», el portavoz militar manifestaba que, como consecuencia, tal vez la oposición cedería la luz “para una negociación cuyo primer punto en la agenda no fuera la dimisión del general Manuel Antonio Noriega».

Mientras el régimen del PRD propuso, por su parte, «resolver el problema entre panameños por medio de un diálogo sin condiciones de ninguna clase». La oposición, sin embargo, mantenía la salida de Noriega como premisa imprescindible de cualquier proceso negociador.

Los dirigentes de la oposición contaban con la caída inevitable de Noriega cuando el descontento popular aumentara como resultado de la falta de recursos económicos en el país.

Creo que toda esta historia es familiar.

El Gobierno estudiaba, en concertación con los dirigentes de los sindicatos, medidas para afrontar la imposibilidad de pagar los salarios, pero no se vislumbraban vías de obtener dinero hasta que Estados Unidos no levantara las sanciones de los fondos panameños.

No voy a seguir la historia. El cuento se explica solo. Sólo con algunas diferencias: Venezuela no tiene hoy ejército para combatir ni defender nada.

Washington prefiere sancionar que invadir a pesar de los vergonzosos ruegos de la oposición tradicional.

No hay nada más vergonzoso que pedir una invasión.

A mí, honestamente, no me gustan ninguna de las dos opciones. Pero entiendo que a la gente hay que apretarla para negociar. Entonces prefiero las sanciones individuales a jerarcas del régimen.

Maduro debe dársele la posibilidad de tener un interlocutor. A partir de ahí el futuro depende solamente de él. Recientemente Maduro – que nadie duda es un mentiroso compulsivo- envío un mensaje a Washington proponiendo su interlocutor. Hasta ahora eso quedó en un limbo.

A Maduro hay que darle la posibilidad de negociar su rendición. En enero de 1988, Ronald Regan y el Departamento de Estado le dieron la posibilidad a el general Manuel Antonio Noriega, de negociar con Estados Unidos su retirada de la posición de poder que ocupaba a cambio de algunas contrapartidas,

El enviado era el cónsul general de Panamá en Nueva York, José Isabel Blandón, amigo personal de Noriega. Vuelvo a repetirlo a ver si logran interpretar la clave qué hay en estas líneas: “ amigo personal del dictador”

Blandón fue enviado a Estados Unidos con la misión de negociar con las autoridades norteamericanas un plan de normalización en Panamá que incluía el relevo del general Noriega . Ese plan, según Blandón, estaba respaldado por el propio Noriega.

Cuando Blandón regresó a Panamá, la prensa filtró las conversaciones- una cosa que no cambia hoy día en la Casa Blanca y el Departamento de Estado- y el círculo de Noriega le dijo: “No haga eso. Usted es el pueblo”. Blandón terminó siendo determinante en la acusación contra Noriega y el resto de la historia, ya la conocen.

Si Maduro va a terminar como Noriega, entonces que la historia se escriba diciendo que EEUU, le dio la oportunidad de tener un representante y darle una salida.

Al igual que en la Panamá de los 80 la oposición no es más que un chiste que se explica solo. Ahi lo único que tenían era Endara, que si era popular. Guaidó también es popular pero en los chistes que hacen de él en los barrios.

Para la transición se necesitan dos negociaciones personales, y con presión: Diosdado Cabello y Nicolas Maduro. Ahora acusados de narcos. La vaina da hasta risa.

Todo ello abrirá la puerta a una transición pacífica con condiciones. Todo lo demás es un show para Twitter e Instagram.