La escatología de Pedro Carreño

Opinión | febrero 11, 2020 | 6:18 am.

La declaración escatológica atribuida a Pedro Carreño, donde éste compara a Juan Guaidó con Mónica Lewinsky a propósito del encierro que tuvieron él y Donald Trump en el famoso salón oval de la Casa Blanca, demuestra que Guaidó los vuelve irracionales. Y refleja la máxima expresión de la homofobia venezolana.

Carreño proviene del mundo militar; donde una de sus divisas, como reza el emblema de uno de sus componentes, es el honor o, mejor dicho, la caballerosidad; cuya génesis proviene de la cultura grecolatina y la figura del caballero, quien además de ser un sujeto hazañoso, para distinguirse en sociedad usa tres plumas en el sombrero: sabe escribir, leer y hablar latín. Un hombre ilustrado y, por lo tanto, un gran observador de la formalidad social, y de allí la nobleza de un Don Quijote; quien se encomienda a ese ideal de mujer que él se ha sembrado en el cerebro; en el caso del Quijote, a doña Dulcinea del Toboso; lo que significa que el ideal femenino está por encima de todas las cosas, y que fue lo que vino a darle un toque de refinamiento a la cultura occidental, y de allí la delicadeza, que es todo lo contrario a la ordinariez por la que se rige esta gente.

Por lo demás, el espíritu del venezolano no deja de ser muchas veces falocrático: entre usted a un baño público de caballero, y allí verá estampado sendo miembro masculino, con algún mensaje escatológico propio del diputado Carreño. Y del que no escapó ni siquiera Rómulo Betancourt cuando un día, para calificar a la gente que se iba de su partido a fundar el Movimiento de Izquierda Revolucionario, dijo que se trataban de unos “cabeza e´ñema”, para no mencionar lo otro. Y cuando alguien se destaca en algo, entonces se dice que ese alguien es eso que Betancourt evitó pronunciar. Aparte de que(lo que dijo Carreño) viene a ser el insulto más ofensivo en el medio, en donde entra el escándalo de Lewinsky y su célebre relación con Bill Clinton en dicho salón oval. Muchos celos le arrancó Guaidó a Carreño en el marco delencuentro con el catire Trump, dicho a la venezolana.

Si algo se comentaba al comienzo del gobierno de Chávez entre las élites ilustradas de este país era la falta de roce social; empezando por su desdén frente al temor de pecar de ridículo y, luego, su lenguaje soez; que llevaba a que Manuel Caballero dijera que hablaba como el mismo portero de un prostíbulo, como lo demuestra Carreño con este comentario suyo.

Ahora, ¿quién no va a sentir celos frente a semejante provocación? Porque este espaldarazo de Trump a la causa venezolana a propósito de esta atención, que le dedicó a Guaidó no deja de ser eso, y en donde entran desde razones que tienen que ver con la Doctrina Monroe y la influencia de EEUU en el continente; tanto más que se habla de las relaciones del gobierno de Nicolás Maduro no sólo con el llamado crimen organizado, narcotráfico; sino también con el terrorismo islámico; hasta el choque con los intereses geopolíticos de Rusia en nuestra región.

Primero, Trump interrumpió un discurso, que según los entendidos, los presidentes de EEUU suelen pronunciar intramuros en el Congreso; como decir, puertas adentro, y que sólo le interesa a los estadounidenses, para referirse al invitado especial, y el que fue aplaudido de pie, tanto por demócratas, como por republicanos, para sorpresa del mundo entero. Luego, se alojó en la residencia oficial que tiene destinado el Estado norteamericano a los presidentes invitados; como fue atendido por Trump con todos los honores de dicha investidura. Cualquiera queda con el alma hecha pedazos; tanto más un hombre hormonal como Pedro Carreño.

Empezando por esa moral homofóbica que asoma CArreño a raíz de su comentario. A esta altura tampoco le está vedado a un gay en posición de poder; dándose casos bien concretos de dirigentes políticos con esa orientación sexual que han venido ocupando cargos públicos de representación, y que alguna que otra vez llaman la atención, por la circunstancia de que suelen aparecerse con sus respectivas parejas en los actos oficiales, y a quienes se les ve, dicho a la criolla, con los cojones bien puestos. ¿No se dice eso mismo de Alejandro Magno? Incluso, hasta del propio Napoleón y del propio Hitler. Por supuesto, cuestión de roce social; porque sin darse cuenta, Carreño está ofendiendo a una minoría que en estos instantes se comienza a hacer sentir en el país; partiendo del hecho de que constituye una conducta casi ya por todos tolerada.

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