Pascual Navarro, el Salvador Dalí tropical

Opinión | febrero 11, 2020 | 6:20 am.

Pascual Navarro fue un pintor caraqueño, sobresaliente por su calidad plástica. Los versados, críticos y comentaristas lo consideran como la versión tropical del gran pintor español Salvador Dalí. Nuestro pintor patrio fue un hombre estrafalario, excéntrico, no pasaba desapercibido con su típica boina, sus trajes a cuadros, su barba descuidada y el pelo canoso. Sus manos parecían una quincallería porque en cada dedo tenía una o dos sortijas. Recuerdo al grande pintor y poeta con su vestimenta característica sentado en la esquina del Gran Café, con su caballete pintando al aire libre, exhibiendo su obra y vendiéndola, todavía conservó algo de su cosecha, era todo un personaje, conmigo fue un gran conversador, buena copa y larga, al final se fue a los 63 años producto de crisis nerviosa, que sufría desde joven y alcoholismo.


Para hablar de este personaje necesariamente tengo que hacer referencia a Sabana Grande y su Boulevard, y en especial a “El Gran Café”. En esa esquina nuestro personaje vivió, desde 1968 cuando regreso de Paris hasta su último día de vida, el 15 de marzo de 1986. El Gran Café fue fundado por el legendario Henri Charrieri “Papillón”, prófugo de la Isla del Diablo en Cayena. Se encuentra ubicado entre las calles San Antonio y Pascual Navarro (en su honor la calle lleva su nombre), en Caracas, un punto estratégico que lo convirtió en un lugar de encuentro para los profesores y estudiantes de la Universidad Central, los políticos y Miembros del Congreso, poetas, periodistas, escritores, abogados, médicos, ingenieros y la gente del pueblo que se daba cita en ese punto de encuentro.

De El Gran Café a la República del Este

La mayoría de los intelectuales y poetas que iban a la República del Este pasaban por el Gran Café a tomar un guayoyito, y compartían con el pintor Pascual Navarro, que tenía su sede, despacho y galería ahí. Para luego seguir a los restaurantes Vecchio Mulino, el Franco´s, el Camilo, La Bajada, que era conocido como el triángulo de las Bermudas, y sede de la República del Este, cuyo Presidente y Padre de la Patria era nuestro amigo Caupolicán Ovalles. Dentro de los habitué recuerdo a Elías Valles, Ramos Calles, Ismael Medina, Oscar Díaz Púnceles, Miguel Gómez, Manuel Alfredo Rodríguez, Adriano González León, Teodoro Petkoff, Miyó Vestrini, Manuel Caballero, Luis Pastori, Pancho Massiani, Héctor Mayerston, Orlando Urdaneta, Guillermo González, Toco Gómez, Miguel Gómez Núñez, este servidor ya jugaba en esas ligas, otros. Por esas mesitas de tertulias filosóficas también pasaron el Premio Nobel Gabriel García Márquez, el presidente argentino Juan Domingo Perón, el diseñador Christian Dior y el escritor argentino Julio Cortázar. En esa época no teníamos paparazzi, ni había celulares. Todos estarían hoy en selffie.

El círculo de Pascual

El pintor tuvo múltiples amigos. Recuerdo a Héctor Malavé Mata, Bayca Dávalos, Ludovico Silva, Argenis Daza Guevara, con su grito de guerra “Yo soy un par de melladas garras en el fondo del mar” y tantos otros que escapan a mi memoria. En esa década de los 80, la concurrencia además del Gran Café, iba a los sitios colindantes con Pascual Navarro, el restaurant Jaime Vivas donde se comía el mejor pabellón. Allí acompañaba al Juez Penal Cristóbal Ramírez Colmenares (+) gustaba comer la carne seca pisada y rebosada en huevo, muy buena pero nunca mejor que la que me prepara mi señora madre. El restaurant La Tinaja, hoy todavía subsiste; la desaparecida “Barbería Briston”, ahí me cortaba el pelo con el famoso barbero “Pepe”, quien nos contaba que sus clientes eran famosos y los atendía en sus casas a Renny Ottolina, Rómulo Betancourt, Jaime Lusinchi, José Luis Rodríguez. La mayoría de los intelectuales y poetas de la República del Este, pasaban a tomar café, mientras hacían tiempo para ir a sus actividades o pasaban a la “Briston” a darse un retoque en el pelo. A la Briston fui por primera vez con Pastor Heydra, cuando era Presidente de la FCU en 1976.

Nacimiento y formación: Conoce a Armando Reverón

El 17 de mayo de 1923 en Caracas, nació Pascual Navarro Velásquez. Sus padres fueron don Enrique Navarro y doña Cruz Velásquez, que también tuvieron a su hermano Carlos. Sus padres se divorciaron y don Enrique contrajo nuevas nupcias con la señora Esperanza Acosta, de esta unión tuvo tres hermanos. El niño Pascual estudió la primaria en las escuelas de las hermanas Ollarves y J.M. Echandia.

A los once años de edad asiste como oyente a la Academia de Bellas Artes de Caracas. En 1936 dos años después, comienza sus estudios formalmente en esa institución, que se había transformado en la Escuela de Artes Plásticas y Artes Aplicadas de Caracas, dirigida por Antonio Edmundo Monsanto. El año 1939 su mundo artístico comienza a tener forma, conoce al pintor de la luz Armando Reverón, y aprendió técnicas de dibujo, se va a vivir a Macuto en estado Vargas, donde vivía el gran pintor. Un año después es becado con 100 Bolívares mensuales para estudiar pintura. Comienza la formación y la internacionalización de un genio de la pintura. En 1946, dicta charlas sobre la pintura inglesa en el Instituto Cultural Venezolano – Británico.

Gana el Premio Nacional y se a París

El primero de junio de 1947, Pascual Navarro expone conjuntamente con Mateo Manaure en el Museo de Bellas Artes, cuyo catálogo lleva un texto de Carmen Josefina Calcaño. La muchacha con abanico aparece catalogada como la dama del abanico. Por su obra “Muchacha con Abanico” recibe el Premio Federico Brandt y una beca para continuar sus estudios en París, Francia. El 18 de ese mes Pascual y Manaure embarcan rumbo a la ciudad luz. En París, participa en la creación del grupo “Los Disidentes” junto a los artistas Alejandro Otero, Mateo Manaure, Luis Guevara Moreno, Carlos González Bogen, Narciso Debourg, Perán Erminy, Rubén Núñez, Dora Hersen y Aimeé Battistine, liderados por J. R. Guillent Pérez.

Los Murales de Pascual Navarro en la UCV

En 1954, a solicitud del arquitecto Carlos Raúl Villanueva hizo los bocetos de los tres murales que se encuentran en la Universidad Central de Venezuela, conocidos como “el Curvo”, el del Edificio de la Biblioteca Centra y el de la Plaza Cubierta del Rectorado. Participa en múltiples exposiciones y galería, lo que lo hizo acreedor de premios y reconocimiento en la ciudad luz, hasta el año 1968 cuando le dice adiós a Paris y regresa a su Caracas de siempre.

Regresa a Caracas, Sabana Grande y El Gran Café ¡Hola Pascua!

Navarro fue protagonista de dos cortometrajes del cineasta italiano Marcelo Mancini. En 1973 fue el primero: ¡Hola Pascual!, recibió Mención Honorífica en el Festival Latinoamericano de Cine de Pesaro, Italia. Y el segundo fue en 1980, ¡Pascula! de 35 mm a color del realizador Manuel de Pedro. En 1982 fue homenajeado con la condecoración “Orden Andrés Bello”. En 1983, fue un asiduo invitado al Canal 8, VTV al programa “Mediodía con Emilio”, conducido por el periodista Emilio Santana. En 1984 la Asociación Venezolana de Artistas Plásticos le otorgó el Premio “Armando Reverón”.

El insigne Pintor siempre sufrió de crisis nerviosas desde 194. Recibió sus tratamientos médicos con especialistas, tales como el Dr. Ramón Calles y el Dr. Hernán Quijada y otros; en uno de sus viajes a Madrid, tuvo una crisis delicada y le aplicaron cura de sueño.

Llevado en hombros por Sabana Grande

Desde 1968 que regresó a Caracas, hasta sus últimos días de su vida los pasó en su casa del Boulevard de Sabana Grande, donde falleció el 15 de marzo de 1986. Su hermana Mercedes Navarro Acosta lo asistió y lo tuvo bajo su cargo.

Los restos de Pascual Navarro fueron llevados en hombros de sus familiares, amigos y admiradores por todo el Boulevard de Sabana Grande y en El Gran Café se le rindieron honores. Hubo palabras de afecto y reconocimiento. No había lagrimas, había alegría, de las tascas y restaurantes salían con whisky y cervezas a despedir a un hombre que por más de 20 años, estuvo sentado en esa esquina con su caballete al frente pintando sus obras de arte.

Yo le compreé muchas obras que aún conservo. Recuerdo que esa tarde fui al restaurant “La Buzzola” a conversar muchas de las cosas que hoy escribo. Ese comedero quedaba frente a El Gran Café. Me acompañaron Manuel Felipe Sierra, José Luis Gómez, Leonel Cárdenas, Hugo Salazar, Pablo Zavala, quien en esa época era estudiante y gestor, a quien Fausto Masó en su libro “Sabana Grande siempre es de día”, le dedicó un capitulo como el mejor “Gestor del mundo”. Hoy es abogado y trabaja en la UCV. El 14 de abril de ese año el Gobernador del Distrito Federal rebautizó con el nombre “Pascual Navarro” la antigua calle Acueducto de Sabana Grande, donde vivió el pintor después que regresó de París en 1968. Honor a quien honor merece.

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