Bosquejo histórico de El Tigre

Opinión | febrero 19, 2020 | 6:14 am.

No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niñosMarco Tulio Cicerón (106-43 a.C.) Escritor, político y orador romano

Nos acercamos a la celebración del aniversario 87 de la ciudad. Es bueno precisar que nació como un caserío, aldea minera o poblado y fue creciendo de forma aluvional, hasta convertirse en la pequeña urbe de la cual disfrutamos en la actualidad. La fecha del 23 de febrero, que tiene como fecha fundacional, es referencial y ya está institucionalizada.

El Tigre, ciertamente no tuvo fundación. Un azar del destino condujo hasta esta inmensa y desértica sabana una cuadrilla de trabajadores petroleros, liderados por unos norteamericanos, que exploraban la zona en busca de petróleo. El sismógrafo, dio positivo en el área dónde hoy está ubicado Campo Oficina e iniciaron las labores de perforación del pozo a cargo de la trasnacional Gulf Oil Company (OG-1: Oficina Gulf 1) en el citado día y mes de 1933, las cuales fueron completadas el 16 de marzo de 1937, con una producción acumulada de 1.104. 921 barriles de oro negro. La placa que ilustra esta crónica no deja lugar a dudas de esta verdad histórica. Los hechos están a la vista.

En las adyacencias de esa locación petrolera se ubicaron en frágiles bahareques, los primeros pobladores del pueblo, en su mayoría provenientes de las riberas del río Caris y pueblos cercanos cómo el Pao de Barcelona, La Canoa, Soledad, Cantaura y Ciudad Bolívar. Ante el inminente peligro que corrían, la empresa encargada de las labores de perforación solicitó que esas personas, fueran reubicados, crearon una zona de protección que a la postre resultó Campo Oficina y los bahareques reaparecieron en lo que hoy se conoce como el Casco Viejo. La pila de Agua en la calle Ribas, al frente de la familia Piñero, confirma este aserto histórico.

En nuestra constante búsqueda de información e investigación que nos permita una aproximación fidedigna de nuestro reciente pasado histórico nos encontramos con hechos y personajes de la época embrionaria del pueblo, que consideramos pertinente recordar y nombrar cuando se acerca esta fecha aniversaria, para que sean incluidos, los que no estén, en el disco duro de la memoria histórica de la ciudad. Veamos:

El señor Pedro Key, en la calle Héctor Villegas, instaló la primera botica y más tarde, don Ascanio Rodríguez, en las adyacencias de lo que hoy se conoce como la Plaza Cone – antes plaza La Mascota – nombrada así, porque en una esquina estaba ubicada la tienda “La Mascota” del comerciante Polo Poletti, fundó la farmacia Principal. En la calle Héctor Villegas cruce con Colombia – frente a la bodega la Chaparreña de don David Barrancas – funcionó el primer prostíbulo que regentó un maracucho conocido como “pecho pelúo”. Un hijo de Pedro Key, de su mismo nombre, en la calle Orinoco, inició una venta de revistas que luego convirtió en una librería, para más tarde incursionar en el mundo político y fue nombrado jefe civil de la parroquia.

Ham Lee, un chino que vino en la cuadrilla con los americanos en el rol de cocinero, fue el primer cantonés que llegó a esta zona y fue también quien introdujo el sabroso, nutritivo y apetecible pan chino. El hijo Leopoldo Lee, en la calle Caracas, con sus viejas herramientas, hasta hace poco tiempo, que la crisis lo obligó a cerrar operaciones, elaboraba el pan y lo distribuía a precio solidario entre los vecinos del sector Casco Viejo. En la calle Lara, se edificó el Hotel Manzanares, de la señora Petra quien era oriunda de Atapirire y cuyas instalaciones todavía son utilizadas por algunas familias formando una vecindad. El señor Juan Palma instaló la primera panadería artesanal muy cerca de la bodega de Alcibíades Cone que tenía un hermano, casi nunca citado de nombre Pedro Cone, que también era bodeguero en ese tiempo. José María Lira Reyes montó la primera gallera en la calle Ribas, exactamente detrás dónde luego fue fundada la Casa del Pueblo por don Rafael García. Hay vecinos vivos de esa época que pueden corroborar estas verdades históricas.

Los apellidos más familiares de los primeros pobladores del pueblo vinieron de las adyacencias del río Caris, destacando, entre otros: Sotillo, Piñero, La Rosa, Lira, Salazar, Meza, Barreto, Carpio, Carias, Rondón, Coronado, Camauta, Morales, Jimenez, Prado (José Prado, fue el último hombre que llegaba en un mulo a su casa de la calle Falcón), Soto y otros tantos, que todavía perduran, porque sus descendientes, en su mayoría permanecen, en esa área geográfica de la ciudad. Es cuestión de darse un paseo por la calle Ribas, para corroborarlo.

Don Eleuterio Arcia, que murió en el año 1945, construyó en la parte sur dónde posteriormente se construyó la plaza Bolívar, hoy plaza Simón Rodríguez, 3 locales en uno de los cuales instaló su familia proveniente de Barcelona, otro lo alquiló al gobierno que ubicó la primera jefatura de policía y en el tercero fundó un negocio de víveres “Brisas de Mi Campiña”. Su hijo Eduardo Arcia recordaba, que hubo un tiempo que le fue muy mal y frustrado, decidió volver a la capital del estado, a tal efecto, alquiló un camión en Barcelona para la mudanza el cual tardó mucho tiempo en llegar, en ese ínterin, un amigo le entregó a crédito 2 reses para que las vendiera detallada, lo cual hizo con un inusitado éxito, se volvió a entusiasmar, canceló la mudanza, reformó el local del negocio y construyó unos portales para vender víveres, hortalizas en uno y el otro para expender carne debidamente guindada en ganchos. Esa nueva actividad atrajo a muchos campesinos del Caris, que encontraron un lugar ideal para expender sus productos en ese terreno que estaba solo – luego fue construida la plaza – y el cual se convirtió en el primer mercado a cielo abierto de la ciudad. Este testimonio valida estos hechos históricos.

Es importante conocer la historia de nuestra pequeña urbe para saber de dónde venimos, donde estamos y hacia dónde vamos.

Es interesante, entonces, investigarlos para dejar constancia de ellos y fortalecer nuestra memoria histórica. Los que no conocen la historia, tienden a repetirla, por ello Baruch Spinoza recomendaba “si no quieres repetir el pasado, estúdialo” nosotros hacemos el esfuerzo con la firme intención de contribuir para que nuestros eximios cronistas e historiadores cuenten con material fidedigno a la hora de escribir la verdadera historia de la ciudad. Este bosquejo, es un aporte a nuestro acervo cultural ¡Vale!

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