Viernes Negro 1983: Origen del chavismo
El viernes negro, 18 de febrero de 1983, fue el primer día de un proceso de devaluación de la moneda que no ha parado en cuarenta años. Un hito en la ruta del colapso de Venezuela.
En apenas una década (1973-83), nuestro país pasó de inmensos ingresos petroleros a la gigantesca deuda y a la devaluación, que se reflejó paulatinamente en un incremento de la pobreza hasta 60%, desmoralizó al país y agotó las esperanzas de los venezolanos. La consecuencia del viernes negro, en el mediano plazo, fue el surgimiento de Chávez como el nuevo mesías. De más está decir, que resultó un falso profeta.
Tal vez el título de esta crónica puede parecer un poco forzado. Pero la historia es un hilo que puede llevar el origen de las cosas a tiempos muy remotos. Ya lo dijo el Libertador en Angostura: “¿Queréis conocer los autores de los acontecimientos pasados y del orden actual? Consultad los anales de España, de América, de Venezuela: examinad las leyes de Indias…”
Es decir, seguramente los orígenes del chavismo están en las leyes de indias, o hasta más atrás, sin embargo, el viernes negro es un hito que refleja la caída de un modelo que dio paso al chavismo. Aquellos vientos trajeron estos lodos.
SE ADMISTRÓ LA ABUNDANCIA CON CRITERIO DE … ABUNDANCIA
La Guerra del Yom Kipur en 1973 devino en un alza abrupta de los precios del petróleo, desde 3 a 12 $. Esto se reflejó en la triplicación del presupuesto en 1974. El primer año de gobierno de Carlos Andrés Pérez dispuso de 42.000 millones de bolívares, vs 14.000 del último año de Caldera. Comenzaba la “Gran Venezuela”.
Los abundantes ingresos petroleros sobrepasaron la capacidad de administración del gobierno. Juan Pablo Pérez Alfonzo preocupado, expresó que tantas divisas iban a intoxicar al país. Formuló su Efecto Venezuela. Lo ejemplificó con un indigente que se ganara el premio mayor de la lotería, comenzara a comer siete veces al día, y … se descompensara. Dijo que, a Venezuela con tan cuantiosos ingresos le iba a pasar algo similar, se iba a indigestar de divisas y que esa descompensación iba a ser conocida como Efecto Venezuela. JPPA propuso – hay que recordar que en ese momento se creía que el petróleo se agotaría en 20 años – disminuir la producción hasta 1 millón de barriles diarios. Pensaba que así no se indigestaría el país, y que el petróleo se revalorizaría en el subsuelo.
CAP en línea con ese planteamiento creó el Fondo de Inversiones de Venezuela (FIV) para represar los excedentes. Sin embargo, al final de su período, no solo gastaron los ingresos, sino que el país se endeudó al punto que el siguiente presidente Luis Herrera Campins en su discurso inaugural dijo: recibo una Venezuela hipotecada.
A pesar de los importantes logros del primer gobierno de CAP, hubo fallas fundamentales. El mismo presidente las explicó en una autocrítica posterior: no tuvimos el valor de devaluar la moneda, protegimos demasiado a la economía y le dimos mucha primacía al estado.
Podríamos agregar que la burocracia se multiplicó por dos, el gasto público se incrementó significativamente, las importaciones fueron gigantescas, y el gobierno se arropó más allá de la cobija. Paralelamente emergió la tribu Tabarato, que se reflejó en venezolanos viajando por el mundo gastando divisas como si fueran suecos o norteamericanos. A veces nos confundían con jeque árabes. Tabarato… dame dos.
Durante el gobierno de LHC se generó una gigantesca fuga de divisas, que el gobierno estimulaba para “enfriar” la economía, y era acelerada porque los que sabían finanzas vislumbraron que tarde o temprano habría devaluación. El 18 de febrero de 1983, al problema de cuantiosa deuda se agregaba que buena parte de ella se vencía a corto plazo. Las cuentas no daban.
También hay que enfatizar que, a lo largo de la república civil (desde 1958) los distintos gobiernos no hicieron esfuerzos por devaluar la moneda para fomentar las exportaciones, limitaron las libertades económicas, protegieron en exceso a los empresarios, no descentralizaron al país, y generaron el petroestado. Ese modelo, comenzó a derrumbarse el viernes negro.
En apenas diez años el país pasó del superávit a la deuda, a la devaluación, a la inflación, el país entró en plena decadencia…. luego apareció Chávez el 4F. La mesa estaba servida. Hay que aclarar que el chavismo no surgió por generación espontánea…
La destrucción de la “revolución” ha sido tal, que en Venezuela contrastan las mayores reservas de hidrocarburos con el menor poder adquisitivo de América. Todo un anti milagro que no comentaremos más por hoy, ya que la idea no es contarle cuentos a usted, que tanto padece esta historia.
¿Qué podemos hacer?…
EL FUTURO
Hoy, sufrimos un país desmantelado, que es urgente recuperar. Es importante conocer las causas de lo que nos acontece, o sea analizar nuestra historia, para no repetir errores. Que no suceda que ganemos las elecciones, no sepamos qué hacer con el país y luego repitamos las derrotas de Argentina, Bolivia, o la misma Nicaragua, en su momento.
El próximo modelo, que vendrá y para eso luchamos, debe contemplar libertades económicas, mínimo rol productor del estado y máximo rol en educación, servicios, infraestructura, etc., economía competitiva, gerencia social para atender la creciente marginalidad y, sobre todo la implantación de una sociedad democrática. Por cierto, ¿qué están esperando los dirigentes opositores para un Acuerdo Nacional? No hacerlo, es asfaltar la ruta de Maduro hacia el 2030.
Es la hora de capitalizar el descontento nacional. Urgen estadistas.
PD: ciudadanía para la democracia
El modelo de país debe asumir la educación como un aspecto fundamental para aprender a vivir en democracia. Luis Alberto Machado dijo en una ocasión “la educación no es nuestro principal problema, sino el único problema”. ¿Tendría razón?
Educación intensiva … para la democracia, porque como también expresó el libertador: “La Libertad, dice Rousseau, es un alimento suculento, pero de difícil digestión. Nuestros débiles conciudadanos tendrán que …”.
Es decir, hay que promover las capacidades ciudadanas de los venezolanos para que podamos digerir la democracia. Fabricar ciudadanos, como promueve el excelente libro del admirado Gustavo Coronel.
Es claro, sin ciudadanos no hay democracia.