El lado oscuro de un crimen (II)

Opinión | julio 21, 2022 | 6:26 am.

El velo de misterio echado sobre el crimen de Danilo Anderson lo corrieron personeros encargados de ocultar la verdad, quienes delatados por sus cómplices quedaron convictos y confesos.

“En agosto de 2006, Isaías Rodríguez tuvo que admitir que Vásquez de Armes (sic) realmente había mentido. Armas también admitió ante un periodista que el gobierno venezolano `le pagó para fabricar su testimonio´.”

En declaraciones ofrecidas el día 13 de agosto de 2006 a la periodista Laura Weffer Cifuentes, el alto funcionario admite:

“[…] él (Geovanny Vásquez) nos contó un cuento, nos enamoró, creímos en él, lo seguimos a pie juntillas. […] él me engañó.”.

Cuatro días después, propio de él, recogió sus palabras: “Nunca dije que Geovanny Vásquez me engañó.”

La irresponsabilidad del fiscal general fue proporcional al dolo regente en todas las actuaciones de los operadores de justicia, ineludible desde que Armas admitió que le pagaron para fabricar su testimonio, a quien escogió Isaías “por sólo verle los ojos y `descubrir que decía la verdad´” y que, es su opinión, mintió sólo en un porcentaje. Jackeline Sandoval, riñó la referencia porcentual:

– No sabemos en qué porcentaje, y en relación a quién, más aún si se nos niega el derecho a conocer la verdad no realizando la debida investigación. Y que el fiscal general nos diera la oportunidad a través de un interrogatorio de conocer hasta qué punto fue engañado, y aclarar en qué porcentaje le mintieron, cómo mide él ese porcentaje y cómo afecta o favorece a nuestros representados ese grado de credibilidad que el Ministerio Público le otorga al ciudadano Giovanni Vásquez.

Con mentiras Isaías pretendió montar otro falso testimonio, como parte de un chantaje que no llegó a materializarse. El supuesto soplón nunca fue promovido como testigo, menos en el juicio:

“Según el fiscal general, Salvador Romani habría proporcionados (sic) más datos acerca de cómo se planificó el asesinato de Danilo Anderson, durante cuánto tiempo se fraguó el atentado, quiénes serían las personas implicadas en el suceso y los motivos por los cuáles querían al fiscal sin vida […] Este sería otro de los elementos con los que cuentan los fiscales del caso Yoraco Bauza, Gilberto Landaeta, Turcy Simancas y Sonia Busnego para probar ante la opinión pública quiénes fueron los autores intelectuales y materiales del atentado contra Anderson”.

Para mayor contradicción, el “Testigo estrella”, cantó ¡fraude!

“La olla de podredumbre la destaparon las declaraciones […] del fiscal Hernán (sic) Landaeta y del propio Geovanny Vásquez”.

Esos dos protagonistas confirman el fraude. Sus delaciones signaron el carácter ilegal e injusto del proceso:

“El año 2008 ha sido prolijo en revelaciones que han impactado a la opinión pública y que le han dado una vuelta total a las averiguaciones, al punto que los encargados de encontrar a los responsables del hecho ahora son los principales investigados. Esto pone en duda la autoría material de los hermanos Guevara, que fue determinada por los tribunales venezolanos”.

Comenzaba el segundo trimestre de 2008, Vásquez burla la censura del juez Florencio Silano y desairó aún más a Isaías. El 2006 admitió haber vendido su testimonio, y esa infidencia representó un escollo difícil de superar que no pasó desapercibido:

“El caso cada día está más débil para el fiscal. Ahora anuncia un nuevo testigo que no termina de sacar, y es lo que estamos esperando: qué es lo que va a decir el nuevo testigo. Porque ya el testigo anterior está absolutamente rebatido.”

Mayor dificultad entrañó explicar que el “testigo clave” portara “un arma y unas credenciales de la Dirección de Inteligencia Militar [DIM]” al ser detenido en el Zulia en abril de 2007 y que el mismo día le acordaran “medidas cautelares sustitutivas de presentación periódica”, vale decir, lo dejaron libre presurosamente.

Se entrevé la protección de la cual gozaba, sin embargo, el 2008 descifra públicamente el engaño. Era cierto, su testimonio había sido fraguado por la fiscalía, en consecuencia, estaba viciado y restaba validez a la condena e imputaciones contra los sindicados de ser autores materiales.

No fue arrepentimiento. Vásquez actuó movido por la frustración. Pretendió cobrar completo el monto que le ofrecieron y fracasó, apenas habría obtenido “500.000 dólares”. Las mentiras y falsas promesas de su protector lo sacaron de sus cabales, si es que tenía alguno.

@jolcesal