El socialismo sin oposición
Premisa de capital importancia pues refiere a una realidad que es necesario comprender si pretendemos alcanzar la liberación nacional. Porque si tal como dijo Baudelaire, «El mejor truco del diablo fue convencer al mundo de que no existía», el mayor engaño del socialismo está en hacernos creer que constituye algo distinto a un régimen de asesinos.
La antedicha calificación tiene un fundamento indubitable pues se trata de hechos públicos, notorios y comunicacionales los que retratan la naturaleza criminal del socialismo dominante en la República de Venezuela. Su génesis podemos ubicarla en la Masacre del Silencio ocurrida en Caracas el 11 de abril de 2002.
Desde entonces el régimen criminal en el poder se esmera por engrosar su expediente delictivo tal como lo certifican todas las organizaciones internacionales especializadas en la defensa de los derechos humanos; resulta inocultable el genocidio silencioso vigente en suelo patrio.
Por inverosímil que parezca, muy a pesar del consenso existente en la comunidad democrática internacional respecto al daño y peligro que implica para el continente la continuidad del socialismo, la falsa oposición continúa su infame labor tratando de convencer a la nación venezolana sobre la pertinencia de aceptar pacíficamente la esclavitud para así evitar ser asesinados mediante el hambre, la enfermedad o la tortura conforme a las directrices socialistas.
Salvo las admirables excepciones de una minoría de dirigentes demócratas cuyo reconocido patriotismo les impide cohonestar el colaboracionismo y la traición antes descrita, toda la falsa oposición no merece menos que el eterno repudio.
Prohibido olvidar. Oración y trabajo.