Prueba de fuego para la oposición

Opinión | noviembre 9, 2021 | 6:26 am.

Dentro de pocos días se efectuarán las elecciones para gobernadores, alcaldes y cuerpos legislativos. Allí muchos opinan que es un error participar en este proceso (me incluyo) y otros dicen que sí van a votar (también me incluyo).

La explicación a estas posiciones opuestas es la historia de Lucila. Una joven se enamora de un malandro y la familia le aconseja y le ruega que lo deje. Lucia se escapa y a poco envía una invitación a la familia de su boda con el indeseable. La familia después de discutirlo asiste a la boda por el cariño que le tienen a Lucila.

De igual forma, creemos que es un error ir a votar, pero nuestros amigos políticos decidieron hacerlo (como Lucía) así que los vamos a acompañar en su aventura. Al fin y al cabo, nadie sabe cómo puede influir este proceso en la salida del gánster mayor.

En el estado Zulia la victoria de Manuel Rosales parece cantada. En sus recorridos por Municipios y Parroquias la participación de los ciudadanos es realmente numerosa frente a las muy modestas de sus opositores. También, es altamente probable que el voto sencillo o “entubado” favorezca el triunfo del candidato Rafael Ramírez para la alcaldía de Maracaibo.

Pero bueno, el 21N votaremos y el 22N (si no se ha formado un bochinche) tendremos un nuevo escenario político que guiará las acciones en adelante. Sin embargo, independientemente del resultado de esas elecciones, existe, para toda la oposición, un asunto de la mayor importancia y que tiene que ver con lograr un acuerdo político antes de enero de 2022.

Como se recordará, la Asamblea Nacional 2015 (la nuestra) aprobó un “Estatuto para la Transición” que prorrogó la vigencia de la Asamblea hasta el 4 de enero de 2022. De manera que o se toma alguna decisión en diciembre o se vence el período acordado y nos quedamos sin un carajo. Un auto suicidio como diría nuestro siempre recordado Carlos Andrés Pérez.

Prorrogar y mantener la vigencia de la Asamblea Nacional 2015 pareciera, para los aficionados a la política como un servidor, algo importantísimo pues, debido a su legítimo origen, muchas naciones la reconocen como el único poder válido y con ello respaldan la oposición a la dictadura del super bigote (no es joda, el tipo se auto denomina así). En condiciones normales esto sería una papaya, un par reuniones, todos de acuerdo en prorrogarla y listo, pero ahora tenemos algunas “cositas” que enredan la movida y que comentamos a continuación.

Una pelea existe entre varios partidos y actores políticos que, hasta ahora, mal que bien, hacían funcionar a la Asamblea. Alguna cosa cogió calor y prendió la llamarada de la discusión pública que usualmente se autoalimenta y crece sin control. La discusión surgió alrededor de una empresa pequeña ubicada en Colombia y que, hace un par de años, la tomaron Guaidó y la Asamblea bajo el argumento de que eran sus legítimos representantes y, así, se la quitaron al super bigote. Se ha formado un mollejero como para hacer una novela. Que, si Julio Borjes acusó, pero Leopoldo le replicó, que Calderón habló y que lo demandaron. Que si la culpa es de Rosales por metiche y que los adecos son los causantes silenciosos. Que si el 16J no apoya, que si interpelaciones, van amenazas, decretos, desautorización de decretos, que si hay robos y planes secretos para quedarse con la empresa, que si esto que si aquello y hasta sacarse los trapitos viejos.

La cosa es tan sorprendente que pareciera incluso tener un contenido político distinto al de la empresa y esta es solo la excusa. En definitiva, difícil es saber cuánto marca el arrecherómetro, pero de que todos tienen los pelos parados los tienen y la frágil confianza y cordialidad del pasado están maltrechas. Adicionalmente la Asamblea está hecha flecos pues varios de sus diputados se volvieron alacranes y otros han renunciaron. Y es allí, en este muy difícil escenario, donde deberá ocurrir la toma de decisiones sobre si se prorroga la vigencia de la Asamblea 2015 y si se mantiene a Guaidó como presidente interino.

¿Qué pasará?, pues podría ser cualquier cosa incluyendo el fin de la Asamblea para que surja un nuevo esquema de poder, pero, siguiendo con nuestro disfraz de político aficionado, lo que nos gustaría que sucediera sería esto.

1-Se termina el G4. Se forma un nuevo grupo con representación de todos los partidos de la Asamblea algo así como un G18. Como eso es engorroso para que opere por su gran número, los 18 conforman 5 grupos de 3 o 4 representantes de partidos cada uno. A cada grupo se le asignan una o varias áreas de responsabilidad ejecutiva.

2-Para no enredar el asunto en cuanto al apoyo internacional, sigue Juan Guaidó en el trono como presidente encargado, recibe las recomendaciones de sus 5 grupos ejecutivos y toma las decisiones finales. Con esto se crea una especie de poder ejecutivo con representantes de todos los partidos.

3-Mientras tanto, el actual primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, Juan Pablo Guanipa, asume la jefatura de la Asamblea la cual seguirá funcionando como órgano legislativo tradicional y de control de “el ejecutivo”.

Claro que hay otros detalles que analizar, pero el G4 debe sentir y entender que hay que evolucionar y responder al llamado colectivo (a gritos) pidiendo la unidad de los partidos y el esquema propuesto va, principalmente, en esa dirección.

Mantener la vigencia de la Asamblea, con algún nuevo esquema de funcionamiento, es el milagro que muchos esperamos. Es como una prueba de fuego para nuestros políticos y quiera Dios que no se nos achicharren.

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