Irán no escatima amenazas para vengar asesinato de Fajrizadeh y apunta a Israel y EEUU
Teherán, 28 nov (EFE) / Marina Villén.- Irán prometió este sábado vengar el asesinato del científico nuclear Mohsen Fajrizadeh, del que acusó a «mercenarios» israelíes a las ordenes de Washington, lo que exacerba la tensión cuando se avecina el cambio en la Casa Blanca.
En pocas semanas acaba el mandato de la Administración de Donald Trump, que ha aplicado una política de «máxima presión» contra Irán, pero cualquier acción desestabilizadora puede dificultar los eventuales esfuerzos del presidente electo, Joe Biden, de lograr una distensión con el régimen de los ayatolás.
Las autoridades iraníes son conscientes de que hay mucho en juego. Sin embargo, como es habitual, no han escatimado amenazas contra los supuestos responsables del ataque contra Fajrizadeh, considerado por Occidente e Israel como el líder del antiguo programa secreto para desarrollar las armas nucleares de Irán.
El líder supremo iraní, Alí Jameneí, ordenó en un mensaje a las autoridades competentes «la investigación de este crimen y el castigo definitivo» de sus autores materiales e intelectuales, a los que calificó de «mercenarios criminales y crueles».
Por el momento, no se ha informado de arrestos ni de la muerte de alguno de los autores de la emboscada, perpetrada cerca de Teherán por hombres armados que dispararon contra el vehículo del científico.
Una respuesta «en el momento apropiado»
El comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria, Hosein Salamí, advirtió de que los autores del asesinato del actualmente jefe de la Organización de Investigación e Innovación del Ministerio de Defensa recibirán una «dura venganza».
«Esos crímenes no socavarán la determinación de los iraníes de continuar este glorioso y poderoso camino. Una seria revancha y el castigo de los autores ya está en nuestra agenda», apostilló.
También el presidente, Hasan Rohaní, aseguró que su país responderá al asesinato del científico y que lo hará «en el momento apropiado y de la forma adecuada». Con astucia, «sin caer en la trampa de los sionistas», arguyó.
«Una vez más, las manos malvadas de la arrogancia mundial (EEUU) con el mercenario régimen sionista usurpador (Israel) se tiñeron con la sangre de un gran hijo de esta nación», lamentó Rohaní en un discurso televisado.
Este crimen recuerda a los otros asesinatos de científicos vinculados con el programa nuclear iraní ocurridos entre 2010 y 2012, de los que Teherán responsabilizó al servicio secreto exterior israelí Mosad.
Silencio y nerviosismo en Israel
En Israel, las autoridades han declinado comentar las acusaciones de Irán, pero han puesto en alerta a sus embajadas, ante el temor a ataques de represalia.
Fue de hecho el propio primer ministro, Benjamín Netanyahu, quien señaló hace dos años a Fajrizadeh como líder del supuesto programa atómico militar secreto iraní, y quien hace solo unos días urgió a EEUU a no volver al acuerdo nuclear firmado en 2015 entre Irán y seis grandes potencias.
Entretanto, el periódico «The New York Times» informó, citando a un funcionario estadounidense y dos fuentes de inteligencia, de que Israel estaba detrás del ataque, aunque en Washington no han pronunciado palabra de forma oficial sobre el tema.
Tanto Netanyahu como Trump han insistido en que Teherán busca desarrollar el arma nuclear y que no puso fin al supuesto programa secreto en 2003, como indica la ONU. Irán, por su parte, siempre ha defendido que sus actividades nucleares son pacíficas.
Tras el asesinato del científico, la ONU instó a «evitar cualquier acción que pueda conducir a una escalada de tensiones en la región», donde ya han alzado sus voces grupos aliados de Irán como el palestino Hamás y el libanés Hizbulá.
Por su parte, la Unión Europea recordó que «en estos tiempos inciertos, es más importante que nunca que todas las partes mantengan la calma y ejerzan la máxima moderación».
En la memoria colectiva está todavía muy presente la crisis desatada en enero pasado, cuando EEUU asesinó al poderoso general iraní Qasem Soleimaní en un bombardeo selectivo cerca de Bagdad, y Teherán respondió con un ataque con misiles.
Objetivo: crear caos
«Ellos están pensando en crear caos y disturbios, pero nos hemos enterado de sus planes de antemano y no podrán alcanzar sus malvadas metas», comentó en su discurso Rohaní.
Según el presidente, «este brutal asesinato» demuestra que tanto EEUU como Israel están nerviosos ante la pronta salida de Trump de la Casa Blanca y la llegada de Biden, más proclive a regresar al acuerdo nuclear con Irán.
La Administración de Trump tiene intención de imponer más sanciones a Irán y recientemente se reveló que el presidente saliente consultó con sus asesores la posibilidad de efectuar un ataque militar contra instalaciones nucleares iraníes.
Todo con el objetivo de dificultar la vuelta de Biden a la diplomacia y al acuerdo nuclear, que está muy debilitado desde que EEUU se retiró del mismo en 2018 y volvió a imponer sanciones a Irán, que ha reducido en represalia el cumplimiento de sus compromisos.
Aunque la lógica empuja a Irán a la prudencia en un momento en el que podría ver las sanciones aliviadas, las presiones internas de los sectores conservadores también suponen una amenaza tanto para el pacto nuclear como para la situación regional.
El Parlamento iraní tiene previsto pedir mañana el fin de las inspecciones nucleares del OIEA, mientras que un grupo de jóvenes miembros de la fuerza paramilitar Basij exigieron hoy al Gobierno que no negocie con EEUU, en una protesta ante la sede del Ministerio de Exteriores.
«La negociación es una traición», rezaba una de las pancartas de los manifestantes, que quemaron las banderas israelí y estadounidense y fotografías de Trump y Biden al grito de «muerte a EEUU» y «muerte a Israel». EFE
Leyenda de la imagen: Teherán (Irán), 28/11/2020.- Varios estudiantes iraníes queman una foto del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente electo, Joe Biden durante una protesta tras el asesinato de un científico nuclear Fajrizadeh, este sábado frente a la oficina del Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán, en Teherán. EFE / Abedin Taherkenareh