Lo de Macuto y la “privatización africana” de la lucha en Venezuela

Opinión | mayo 13, 2020 | 6:14 am.

La captura de sujetos con el propósito de realizar una operación militar desde la playa de Macuto y en otros lugares para llegar hasta Maduro, extraerlo y montarlo en un avión, ha distraído suficientemente al país. Tarea que también el régimen usurpador tiene como dedicación patológica en estos últimos días.


Maduro está intentando narrar su “épica”, y el mundo opositor presenta sus explicaciones y se desmarca de dichas acciones. No obstante que JJ Rendón y otros elementos del oposicionismo en el extranjero manifiestan que sí hubo contactos con una empresa de las que denominan “contratista” pero que la historia califica sin tapujos como organización de mercenarios y otros como “soldados de fortuna”.

Yo me pregunto, ¿en ese ámbito de lo que hagan algunos “perros de la guerra” ha quedado reducido lo que tiene que hacer un pueblo, su sociedad civil, su liderazgo político y militar, para librarse de sus opresores en este siglo XXI? ¿En ese vanguardismo “privado” y dolarizado quedó focalizado un esfuerzo internacional que comenzó a dar sus frutos el año pasado y que debe tener como cometido el que en el norte de Sudamérica no se implante definitivamente un Estado forajido?

Yo a Maduro no le creo nada, pero hay que reconocer que también trabaja eso de utilizar algunas medias verdades y envolverlas para su propósito. Y es que el asesor “estratégico” de Guaidó, JJ Rendón, manifestó que la conversa sí la hubo, pero que dicha comunicación se interrumpió cuando notó que el jefe de Silvercorp olía a estafa.

Pero es ahí donde está el pecado, y es en haberse realizado aunque sea un encuentro con este tipo de personajes, con mercenarios, para que intervinieran en la lucha que muchos venezolanos han dado contra el dominio totalitario en el país. El error fue el minimalista e irresponsable concepto político de haberse topado JJ Rendón y ciertos opositores extranjeros con unos mercenarios para intervenir en Venezuela.

Algunos han querido colocar como antecedentes de esa guachafa lo que pasó con aquella invasión del Falke en 1929 cuyo fin era derrocar a Juan Vicente Gómez. Otros nos hablan de su semejanza con la incursión de Machurucuto, realizada por guerrilleros cubanos y otros entrenados en aquella isla en la década de los 60, hecho que le sirvió a Betancourt para demostrar que Fidel Castro tenía las manos metidas en la subversión de Venezuela, y a raíz de tal suceso Cuba fue expulsada de la OEA.

No mis amigos. El “macutazo” tiene que ver con la lamentable experiencia de las operaciones mercenarias en África, tal como las que hubo en el Congo, en Angola, en Mozambique, en las islas Comoras, y pare usted de contar de tierras plagadas por la miseria, el hambre, la desnutrición, el caos, las masacres, pero muy abundantes en petróleo, diamantes, oro, minerales estratégicos, y sobre todo trafico de personas y tráfico de drogas.

Entonces, si los perros de la guerra quieren formar parte de nuestro acontecer, es que ya de Venezuela no hay un país del siglo XXI sino una jungla o un campamento minero caotizado del siglo XX. Este “subdesarrollo” de la política es lo que hay que frenar.

Venezuela todavía no son las islas Comoras ni el Congo belga de los 60, señor JJ. Aquí todavía hay inteligencia política; hay sociedad civil, débil pero corajuda; y hay sobre todo sectores democráticos que quieren una lucha de todo, todito un pueblo contra su opresor.

Venezuela no tiene que ver con ingenuidades de sueños de lobos vengadores.

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