La “nueva normalidad” sin normas
La primera semana de junio será el inicio, según el anuncio del gobierno de facto, de la “nueva normalidad” y la misma coincide con la llegada de la gasolina pagada con “oro de sangre” a nuestros “desinteresados” hermanos iraníes.
Es previsible el reinicio de algunas actividades económicas. No obstante, esa “nueva normalidad” carece de normas, de reglamentos, de protocolos a seguir específicamente diseñados para las actividades propias de cada segmento o actividad económica. No hay sorpresas. Era lógico que un gobierno reñido, por su naturaleza autocrática, con toda legalidad e institucionalidad, tenía que propender a asumir la lucha contra un problema sanitario con un enfoque primitivamente policial antes que modernamente técnico y legítimo.
Sin embargo, además de la responsabilidad inherente del Gobierno de facto a escala nacional en relación a la nuevas regulaciones que exige el contexto de pandemia, los gobiernos locales (si amigos lectores, aún existen las alcaldías y los concejos municipales) debieron ponerse a trabajar, durante lo que va de cuarentena, en las normas asociadas al funcionamiento del transporte público, a la circulación de personas en espacios públicos, el funcionamiento de restaurantes, hoteles, industrias, centros educativos…. Eso es la fulana “nueva normalidad”. No es un tweet, o una cadena de radio y TV. No es un eslogan o una consigna. Son reglas, derecho positivo, para salir de la cuarentena de forma segura, con derechos y deberes que todos tengamos la obligación de observar.
Si los crecientes reportes de incremento de casos de coronavirus son ciertos y si lo advertido por la Academia de Ciencias tiene soporte en modelos estadísticos fiables, pese a la cuarentena, Venezuela puede enfrentar una crisis sanitaria mayor a la actual.
Si se va a flexibilizar o levantar la cuarentena, lo serio y lo prudente es hacerlo con normas y regulaciones detalladas que reduzcan los riesgos. Por ejemplo, normas que indiquen cómo seguir el distanciamiento social en el transporte público (ese en el que todos vamos tal cual sardina en lata). Esto debió hacerse en cada Concejo Municipal del país con soporte técnico del Ministerio de Salud, pero evidentemente eso no pasó.
El funcionamiento de comercios e industrias es otro vacío. Aunque algunas empresas ya adelantan, por iniciativa propia, ajustar sus normas internas de seguridad industrial, el asunto requiere que Inpsasel, por mencionar un ejemplo, emita las providencias respectivas para que las empresas ajusten sus procedimientos a las circunstancias de riesgo sanitario. ¿lo hicieron? Tampoco.
Nosotros no tenemos una bola de cristal, ni tampoco deseamos que ocurran desgracias en Venezuela. Pero, ¿será culpa también de las sanciones, del imperio, de las iguanas, del calentamiento global, del capitalismo o de los marcianos, el que la “nueva normalidad” no tenga éxito y que tengamos que regresar a la cuarentena con las tablas en la cabeza y lágrimas en los ojos?
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@rockypolitica