Más allá de la palabra…

Opinión | enero 24, 2020 | 6:12 am.

Aunque la comunicación es palabra no siempre es palabra viva, contundente y consistente. En torno a tan cruda afirmación no hay referencia más fidedigna que el ejercicio de la política. Y es porque una vez expuesta la palabra, esta vuela y no retorna. Particularmente, cuando quienes se ufanan de su alcance al momento de lanzarlas al viento no comprenden el poder que detentan para abrirse camino entre impedimentos de toda clase.

La verdad está asociada a la palabra. Sin embargo, comprender la implicación de esto se convierte en un dilema para quienes abusan de la palabra para usurpar escaños donde solamente caben valores de moralidad, ética, justicia y dignidad.

En política, vale asentir la conveniencia que la oportunidad permite para inducir la confusión como ruta de escape o de justificación de un hecho cuestionado. O de la crisis provocada por intereses manipulados a instancia de la emergencia dialéctica en que se ha incurrido por la palabra pero mal concebida y pésimamente proyectada. Ya Horacio, el principal poeta lírico y satírico de la lengua latina, había expresado que “la palabra dicha no sabe volverse atrás”.

Pero el apremio del político, por su avidez para ganar espacios proselitistas, no ha entendido lo que envuelve tan puntual y capital manifiesto. Sobre todo, cuando la política busca desenvolverse en terrenos cundidos de ideologías tránsfugas que llevan en su interior el veneno de una dictadura, o de una tiranía.

La historia política es fiel testigo de cuantos eventos se han dado alrededor de parajes forrados con palabras que pretenden retornar tan rápido como fueron despedidas. Por supuesto, así sucede gracias a la procacidad propia de todo dictador, exterminador de libertades y verdugo de derechos humanos.

Tan claro exordio, sirve de razón para aludir a lo que constituyó el mensaje del presidente ocasional que Venezuela tiene sobre sí. La Memoria y Cuenta que debió dirigir ante el Parlamento (legítimo), según dictado de la Constitución de la República ( Artículo 237) “dentro de los diez primeros días siguientes a la instalación de la Asamblea Nacional (…)”, fue ante la ilegítima y fraudulenta asamblea nacional (constituyente).

El mensaje fue la sumatoria de imprecisiones, exageraciones y omisiones. Escasamente, tal retahíla de consideraciones reñidas con las realidades, apenas dieron paso a una sola verdad. Verdad que rozó con la soberbia de quien se jacta de detentar el poder presidencial. Fue el momento cuando debió reconocer que en 2020 habrán elecciones parlamentarias. Pero nada de decir lo que las protestas nacionales exclaman cuando demandan un gobierno bañado de legitimidad de origen y de desempeño.

Ni siquiera alguna de sus palabras, pronunciadas con donaire de mandamás, asomaron la veracidad en torno a problemas económicos, militares, administrativos de gobierno, sociales, educativos, financieros, monetarios y culturales. Sobre todo, problemas originados por causas que se debaten entre un proyecto ideológico rastrero y codicioso. Tanto como por la ineptitud propia de funcionarios ignorantes del oficio gubernamental, pero colmados de un exagerado resentimiento y odio posible para así actuar con alevoso revanchismo sobre cuanto escenario público pueden. O por la indiferencia o indolencia que mejor resulte como instrumento para derruir la democracia como sistema político. O por el militarismo disfrazado de institucional cuyo desparpajo, ha permitido la impúdica corrupción que dilapidó el tesoro nacional y arruinó al país.

Además fue un mensaje tan írrito que se estructuró con base a palabras no reveladas por el desespero para concluir que la causa del daño que tiene postrada a Venezuela no ha sido nada fortuito. Que tiene su fuentes en la ausencia de vergüenza, compromiso y sentido de institucionalidad de quienes han descarriado (a propósito) el desarrollo y bienestar que bien merece alcanzar Venezuela.

El mensaje presidencial desdijo de lo que, en verdad, tiene trancada, extraviada y atrasada a Venezuela. Porque ante tanta divagación y charlatanería, el “recado” de Memoria y Cuenta 2019 no pudo trascender más allá de la palabra…