La maldición de Andrés Eloy Blanco

Opinión | enero 13, 2023 | 6:24 am.

Dedicado al Teniente Coronel (Ej) Igbert Marín Chaparro, en el día 52 de huelga de hambre en las mazmorras de la DGCIM: ¡Libertad para los presos políticos!

No creo que exista una referencia histórica más importante a la determinación de no volver a las tiranías en Venezuela que la que hiciera el Poeta del Pueblo, Andrés Eloy Blanco, a pocas semanas de caer la tiranía de Juan Vicente Gómez:

«Hemos echado al mar los grillos de los pies. Ahora vayamos a las escuelas a quitarle a nuestro pueblo los grillos de la cabeza, porque la ignorancia es el camino de la tiranía. Hemos echado al mar los grillos. Y maldito el hombre que intente fabricarlos de nuevo y poner una argolla en la carne de un hijo de Venezuela» (Andrés Eloy Blanco, 1ro. de Febrero de 1936, Puerto Cabello. Acto de arrojar al mar los grillos de la dictadura gomecista).

Pero lamentablemente, luego de casi 87 años de ese día, a estas alturas no hemos podido sacudirnos ni los grillos de la carne, y mucho menos los grillos de la cabeza. Pero la maldición del poeta sigue viva: “…maldito el hombre que intente fabricarlos de nuevo y poner una argolla en la carne de un hijo de Venezuela”. Pues hay más de 300 hijos de Venezuela con nuevos grillos, encerrados en las mazmorras de una nueva tiranía.

Un observador descuidado de nuestra situación política diría que somos nosotros mismos los culpables de esa lamentable realidad. Al no habernos sacudido los grillos de la cabeza en las escuelas, como bien nos alertó en su momento el Poeta del Pueblo, la ignorancia nos condujo de nuevo a unos grillos modernos en las carnes de los opositores de la nueva tiranía.

Sin embargo, un observador más detallista de nuestra realidad política debería concluir que durante más de 60 años, los 40 después de 1958 y los más de 20 después de 1998, a pesar del aumento del número de escuelas y universidades, la calidad de nuestra educación, y en especial la remuneración de los maestros y profesores pertenecientes a toda la cadena educativa del país, ha sido realmente miserable, y motivo de permanentes reclamos sindicales y luchas sociales de nuestros educadores.

Y si a ello le añadimos la disposición socialista de mantener a la población pobre e ignorante para hacernos depender económicamente de ellos como borregos hambrientos, podría concluirse que la ignorancia aún campea en el país, ya no producto de una decisión propia del pueblo venezolano, sino de aquellos que lamentablemente y en mala hora nos tocaron como gobernantes, haciendo deliberadamente que la educación se halle en el último escalón, sin que esa situación haya cambiado en lo absoluto.

Entonces “la ignorancia es el camino de la tiranía” como lo indicó acertadamente Andrés Eloy Blanco en Puerto Cabello, y mucho antes que él, El Libertador en el discurso de Angostura de 1819, en una definición mucho más amplia:“Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia”.

¿Cómo ha conducido la clase política venezolana de los últimos 60 años a un pueblo ignorante? Principalmente, ha sido con dinero, luego con mentiras populistas, y más recientemente, los que se dicen opositores, con las esperanzas de sacarlo de una tiranía con la que conviven, y, por otro lado, el régimen sometiéndolo y manteniéndolo a la fuerza, con las migajas de una riqueza que ya no existe.

Bajo ese escenario es posible esperar que si pasado mañana llega dinero a las arcas de la tiranía por la vía de los acuerdos petroleros con el gobierno norteamericano, se acabarán o bajarán al mínimo las protestas. Y eso es precisamente porque la protesta generalizada no se basa en conseguir la libertad, sino por lograr el dinero necesario para sobrevivir este infierno. Es por eso que afirmo que la democracia de los 40 años se acabó cuando se terminó el dinero, con un pueblo buscando soluciones de un militar golpista en 1998. Obviamente, no las encontraron, y el resto es historia.

Aquellos opositores que todavía insisten en afirmar que la tiranía que precedió a esta se fue el 23 de enero de 1958 porque el pueblo se echó a las calles, se aprovechan de nuevo de la ignorancia de un pueblo noble. La tiranía se fue y luego el pueblo se echó a las calles. Aquí el orden de los factores es -y sigue siendo- importante. Y en ese caso el tirano se fue porque los militares le sacaron el piso, en especial aquellos que mostraron valentía y nobleza en sus actuaciones en contra de esa tiranía. El régimen le tiene pánico a esas actuaciones porque le afloja los tornillos a sus soportes fundamentales. ¿Qué tanto habrán sido aflojados durante una huelga de hambre de 52 días? Esa pregunta se la deben estar haciendo hoy con mucho temor, quienes han ignorado las peticiones del Teniente Coronel (Ej) Igbert Marín Chaparro y lo mantienen prisionero.

El reto de una legítima oposición política, en esas condiciones, pasa por ponerse al frente de ese malestar por un tirano sin dinero, combinado con la angustia de la supervivencia de un pueblo en tiranía, y transformar todo eso en una lucha por la libertad y la recuperación de unos valores que se pierden cuando el razonamiento se escapa por el estómago. Eso no lo vamos a conseguir con quienes se fueron a entregar a Miraflores, ni quienes intentan convencer a un pueblo ignorante de que saldremos de la tiranía por la vía de los votos, por más respaldo norteamericano que tengan.

Y para hacer eso deben lograr que esa maldición de Andrés Eloy Blanco se haga realidad en dos factores fundamentales: que nadie más después de la tiranía se atreva a ponerle grillos a ningún venezolano en este país, garantizando que eso no vuelva a pasar de la única manera posible, quitándole al pueblo los grillos de la cabeza, desapareciendo la ignorancia de un pueblo con educación de calidad, con todo lo que ello implica, comenzando por una remuneración de primer mundo para los maestros y profesores universitarios, e instalaciones de primera calidad para impartirla.

Y aunque todavía no se haya revelado al país una oposición política con esas intenciones no significa que no exista. Una de las grandes ventajas que han tenido los que nos han entregado al régimen ha sido precisamente ocultar e invisibilizar a quienes podrían ser sus eventuales sustitutos, a punta de dinero y manipulaciones. De nuevo allí juega un importante papel la ignorancia popular. “Maldito el hombre que intente fabricarlos de nuevo y poner una argolla en la carne de un hijo de Venezuela”. Que esa maldición queme lo más profundo de quienes encierran a los hijos de Venezuela…

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