Embajador Mario Guglielmelli , el hijo del Sastre

Opinión | diciembre 5, 2022 | 6:18 am.

La partida de un buen amigo produce dolor y nostalgia. No son pocas las historias y las anécdotas que vamos construyendo con quienes compartimos el recorrido de vida. Se nos fue Mario, un compañero de la diplomacia, un excelente diplomático y un apasionado de las Relaciones Internacionales.

No estudiamos juntos, ni compartimos los mismos espacios de muchachos en esa Caracas maravillosa de los años setenta. Él de Sabana Grande y yo de Los Chorros.  Nuestra amistad se hace en la Cancillería Venezolana, el trabajo y la coincidencia  temática nos acercaron.

Mario y yo fuimos en una época apasionados por la política exterior  de Venezuela hacia el Caribe. Ambos servimos en las islas de Barlovento, él estuvo varios años en Barbados y entendió perfectamente la importancia de esta región para Venezuela y la importancia de nuestra presencia. Fue un promotor de los Institutos Venezolanos para la Cultura y Cooperación, herramientas para el acercamiento y la promoción que Venezuela creó por los años ochenta y que estaban regados en casi todos los países del Caribe.

En 1992 regresó a Caracas después de terminar funciones en Grenada y se me designa Jefe de la División del Caribe en sustitución, precisamente, de Mario quien lo trasladaban a Barbados.

Recuerdo que por muchos años le echaba broma pues cuando llegué a mi nuevo despacho, que había sido el suyo, me encuentro con un cerro de carpetas con asuntos pendientes; le comento que por que tantas cosas y recuerdo que me dijo, “prepárate pues el Caribe esta en el centro de la agenda y todos los días piden algo desde el despacho del Ministro”.

Mario se dedicó con disciplina a su profesión. Recorrió el camino de la diplomacia profesional y fue ascendido al rango de Embajador.  Sirvió como Consejero en Bruselas en donde se destacó junto a un grupo de profesionales que dirigían en aquel entonces, Roberto Smith  y Luis Xavier Grisanti. Posteriormente ,compartía con la excelentes funcionarios como lo fueron Maldonado Lira, Marisol Black, Yleana Gabaldon, Guadalupe Franco, Enzo Bitteto y Félix Plasencia. Estos dos últimos aun activos en el Servicio Exterior.

En esa época me encontraba  acreditado ante Naciones Unidas y la OMC y mantenía un contacto permanente con Mario quien nos apoyaba en los temas horizontales que correspondía a  la Unión Europea y eran de nuestro interés.

Años después, vuelvo a sustituir a Mario, esta vez como Director General de Economía y Cooperación. Era el inicio del siglo XXI, año 2000. Con el sistema de rotación que teníamos en la Cancillería y bajo presión  del tiempo me obligaba recibirle el cargo sin mucho espacio para ponerme al día, pues tenía Mario que posesionarse  en el Consulado General de Venezuela en Rio de Janeiro.

Jocosamente le decía,  amigo “ me vuelves a dejar tantos papeles sobre el escritorio”. Recuerdo que me afirmó, “lo que te viene no es fácil”, trabajar con Coroneles y Generales no es el mismo estilo al que estamos acostumbrados en esta Diplomacia. Por esos días me contó que uno de los nuevos  jerarcas, al conocer su estilo y buena presencia,  le afirmó que seguramente pertenecía a la legión venezolanos  diplomáticos que eran reclutados en el Country Club de Caracas. Mario le respondió; pues después de tantos años en esta Casa Amarilla  no conozco ningún funcionario de carrera del Country , por mi parte nací en Caracas y me crié en Sabana Grande y mi padre fue un sastre de origen italiano. Así fue, Mario era hijo de un gran  sastre. En aquel entonces siempre se decía en los pasillos que los mas elegantes funcionarios de la Cancillería eran Mario y el embajador Morreo, ambos hijos de reputados sastres caraqueños.

A pesar de su vocación por la diplomacia alguna vez me confesó que su verdadera inspiración era el periodismo, que le hubiese encantado haber sido un comentarista deportivo. En ese  tema  no coincidíamos. Siempre me quedaba en silencio cuando hablaba de  algún acontecimiento deportivo, especialmente béisbol o fútbol. En esas lides no lo podía acompañar. Sabia mucho de deporte y lo refería con pasión.

Mario y yo terminamos antes de tiempo nuestras carreras, mas o menos en las mismas fechas. No fueron pocas la veces que nos reuníamos para hablar  sobre el futuro del país, la diplomacia, la familia y hacer conjeturas sobre el futuro. El Mesón de Andrés y la pastelería las Nieves fueron testigos de buenas tertulias.

Intentamos crear una consultora internacional que no prosperó. Dedicó Mario sus últimos años a la familia, sus amigos y la buena conversa.

Su padre, Don Claudio Aurelio Guglielmelli, nacido en Potenza Italia, llegó a Venezuela al igual que miles de  jóvenes italianos a trabajar y   hacer familia en este país. Se casa con una tachirense Carmen Alicia Vera , con quien tuvo sus cinco hijos, además de Mario, José Nicolás, Claudio, Luis Fernando y Ricardo Simón .En la calle Acueducto en Sabana Grande se crió Mario. Recordaba con nostalgia siempre su casa de familia, me dice Fernando su hermano que aun esta parada y aguanta los avatares de la modernidad.

Dos testimonios sobre Mario que quiero dejarles, de colegas apreciados, la embajadora Marisol Black y el embajador Pedro Camacho.  Marisol nos dice; “de Mario tengo muchos recuerdos, todos gratos, pues fuimos compañeros en la Universidad. Siempre fue un caballero, cordial, educadísimo, sencillo y amable. Muy buenmozo y el le sabia sacar partido a su buen físico en el buen sentido de la palabra. Le encantaba estar siempre muy bien vestido con elegancia nata. Como profesional excelente diplomático…” Por  su parte , Pedro quien en alguna oportunidad fue su jefe, lo recuerda en los siguientes términos… ”nuestro contacto fue sincero, fluido, sin un ápice de perturbación. Un profesional hábil y conciliador. Un amigo entrañable y grato….”.

No fueron pocas las manifestaciones de afecto de sus compañeros de la Cancillería cuando se supo de su muerte. Quise verlo antes de la partida, me dio un ultimo cifrado para evitar el encuentro. Estaba maltratado por una injusta enfermedad. Decidió una partida sin mayores manifestaciones, solo en unión de su familia. Apoyado en su travesía por su esposa e hijas, murió al lado de su hermano Fernando viendo un partido de futbol. Seguramente en su mente, que aún lo dejaba dar señales de vida, narraba en silencio ese espectáculo deportivo que tenia frente a sus ojos . Los cerró cuando decidió meterle un gol a la vida e irse a donde seguramente se va la gente buena como Mario.

Un amigo que extraño que, al igual que lo fue en la Cancillería, será una de los elegantes del cielo y seguramente en el encuentro con  Don Claudio Aurelio le dará los toques finales de gran sastre a su apariencia. A  Xiomara Teresa (Caco) su compañera de vida, sus hijas Gabriela Teresa y Mariana Teresa, a  sus hermanos el afecto y nuestro sentido pésame por tan irreparable perdida.