Las siete potencias

Opinión | agosto 16, 2022 | 6:30 am.

Si fuésemos practicantes de la religión yoruba apelaríamos a varias de las consideradas siete potencias.  Imploraríamos a Elegua para que elimine los obstáculos que nos impiden progresar como país. También a Obatalá para que haya paz y armonía en el mundo.

Sin embargo, las siete potencias a las que hoy nos referimos no tienen que ver con las Orishas de esta religión que nos merece el mismo respeto que todas las otras. Las potencias a las que nos referiremos son las que divulga Maduro, copiándose de Chávez.

Ambos predicaron que Venezuela se está convirtiendo en una potencia en petróleo, gas, hierro, aluminio,  electricidad, turismo y agricultura. Desde luego tenemos recursos para desarrollar esos sectores, pero para ello se requieren planes a largo plazo, gerencia, mano de obra calificada e inversión. Hoy, Venezuela retrocedió a principios del siglo XX.

Maduro no tiene idea de lo que dice y está rodeado de ineptos que no están preparados para enmendarle la plana. Sin pudor dice que tiene un plan. Se cree un general Marshall, pero no está en capacidad ni de preparar un plan para el suministro de agua. Afirma que tiene una estrategia, pensando que está a la par de un Aníbal, pero ha cometido más errores que quienes apostaron a los discos de acetato. Divulga que tiene un método científico, pero ha pifiado más que Lysenko, el seudocientífico soviético.

En petróleo, la producción actual es la misma que teníamos hace ochenta años. Por decreto, Maduro pasó las reservas desde 80.000 millones de barriles a 303.000 millones, para mentir de que tenemos las mayores reservas del mundo, con lo que hizo el ridículo ante el mundo petrolero.

Para ello, cual Houdini, decidió duplicar  el factor de recobro del petróleo extrapesado de la Faja del Orinoco, sin considerar que ese es un asunto técnico; además, no tomó en cuenta el concepto mundialmente establecido de lo que constituyen reservas probadas, en cuanto a que sean comercialmente recuperables y que exista un plan de desarrollo, tal y como explicó magistralmente el geólogo Julián Salazar Velásquez en reciente conferencia organizada por Venamérica y la Venezuelan American Petroleum Association.  En cuanto al gas, Chávez-Maduro, con la alcahuetería de Alí Rodríguez Araque, de Rafael Ramírez y otros fueron el hazmerreír con la idea de llevarlo por tubería hasta Argentina.

Sidor tenía un gran potencial para producir acero a partir de abundante hierro suministrado por Ferrominera Orinoco. Venalum y Alcasa podrían haber sido importantes exportadoras de aluminio elaborado a partir de la bauxita extraída por Bauxiven. Nuestro acero y aluminio podían ser muy competitivos gracias a la cercanía de la materia prima y a la hidroelectricidad de bajo costo de El Guri y Macagua. Gradualmente, con sus más y sus menos, esas industrias se iban desarrollando.

Llegó el tsunami rojo y las arrasó.  Pésima gerencia, falta de inversión y de mantenimiento, corrupción y clientelismo político las hundieron. El principio del fin fue el descuido de las centrales hidroeléctricas. Para la reactivación de la generación de electricidad, producción de acero y de aluminio se requerirán muchos millones de dólares que el Estado no tiene, ni tendrá, a menos que sacrifique otros sectores que también pasan por muchas dificultades. Los llamados revolucionarios del Siglo XXI, los mismos que satanizaron al sector privado, han hecho inevitable que esas   empresas, Pdvsa y otras  tengan que dejar de ser empresas del Estado.

La industria del turismo puede llegar a tener cierta importancia, pero se ha exagerado nuestro potencial en ese sector. Solo los chauvinistas o los que no conocen otros países pueden no estar de acuerdo.  La competencia es muy grande. Muchos  países también tienen excelentes playas y paisajes.

En el pasado la fortaleza de nuestra moneda hacía costoso venir a nuestro país, a lo cual se sumaba una infraestructura hotelera deficiente y falta de cultura para prestar buena atención a los visitantes.  A esto hay que sumar la inseguridad y que tardaremos algunos años en mejorar nuestra imagen.

La agricultura es un sector muy importante, tanto por el suministro de alimentos, como por ser fuente de empleo y ocupación del territorio. Es vital reactivarla, pero hay que aceptar que no tenemos la posibilidad de ser una potencia agrícola. Lo que se requiere es incentivar la producción de ciertos rubros tropicales que contribuyan a garantizar un porcentaje de nuestra alimentación. Tradicionalmente, nuestra productividad ha sido baja.

Las causas son varias. Aquí solo mencionaremos que frecuentemente el agricultor carece de incentivos para aplicar tecnologías existentes debido a que no tiene asegurada la venta de su cosecha y que los precios no son atractivos e inclusive a veces están por debajo del costo de producción; hay inseguridad jurídica y personal, la investigación y la asistencia técnica han sido menospreciadas por este y otros gobiernos; insumos tales como semillas de calidad, fertilizantes y plaguicidas a veces no están disponibles o son muy costosos. Las invasiones de fincas y la expropiación de Agroisleña han sido nefastos para el sector. Hace tiempo el financiamiento no era limitante, hoy sí lo es.

En el pasado hemos tenido buenos ministros de agricultura y otros no tan buenos. La ministra Nidia Villegas impulsó  un Plan Agrícola de largo plazo que quedó en el tintero. Con Felipe Gómez Álvarez se incentivó el sector fijando precios mínimos atractivos para el productor. Los ´ministros revolucionarios, con excepción del poco tiempo que estuvo JJ Montilla, han sido un desastre. La guinda de la torta es   el militar Castro Soteldo.

En resumen, hay que dejar la payasada de predicar que podemos ser una potencia en algo. Limitemos nuestras aspiraciones a que el petróleo, gas, hierro, aluminio y la agricultura se reactiven para que sean la base de nuestra economía, al menos por los próximos años.

Como(había) en botica: Hoy, hace 59 años Estados Unidos extraditó a Venezuela al dictador Marcos Pérez Jiménez. Maduro, ¿será ese tu futuro? Lamentamos el fallecimiento de Andreina Febres-Cordero y de Aníbal Medina,  compañeros de Gente del Petróleo y de Unapetrol  ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

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