La Tumba de los derechos humanos
Recién acabo de presentar mi nuevo libro, bautizado con el nombre de LaTumba, en el que narro detalladamente los crimines que se vienen cometiendo en Venezuela a manos de los cabecillas de la mal llamada Revolución del Socialismo del Siglo XXI.
Nuestra intención es dejar pruebas escritas de tales desmanes para que la memoria del país no deje de tener presente tales fechorías. No lo hago con la intención de retener sentimientos de rencor, mas bien como una manera de hacer sentir el reclamo de justicia para las víctimas de tales vejaciones.
En esta era chavomadurista nuestro país ha sido convertido en la tumba de los derechos humanos. Como ya he advertido no pretendo desenterrar odios ni mucho menos atisbar vientos huracanados para que se lleve por delante cualquier posibilidad de reconciliación entre los venezolanos. Pero si es necesario hacer sentir las campanadas de alerta ante las cínicas pretensiones de los jerarcas del régimen, responsables de todas esas violaciones, de pasar por debajo de la mesa sus responsabilidades directas en la ejecución intelectual y material de las detenciones arbitrarias, las torturas o tratos crueles y de los asesinatos.
Otros entierros que se han producido en Venezuela son los valores y principios que deben observarse para que funcione, cabalmente, una democracia. Pues bien, en Venezuela hemos padecido a unos gobernantes que desprecian la economía y la prosperidad de la ciudadanía les importa nada. Se dedican a gritar que ser rico es malo, que hay que atacar a los que poseen riquezas para vengar al que nada tiene, y entonces lo que vemos es que el que podía tener empleados en sus fábricas o en sus fincas agropecuarias, fue arrasado y con esas quiebras también desaparecieron los empleos de millones de trabajadores. Así vemos que los odios y rencores son parte del equipaje con que viajan estos falsos mesías que provocan colapsos económicos como el que se confirma en Venezuela y condenan a la gente a sobrevivir en la miseria más espantosa.
Y nos preguntamos, con justificada preocupación, ¿Cómo puede darse la necesaria concordia entre los venezolanos, cuando a lo que se dedican, desde las altas esferas gubernamentales, es a predicar odios aderezados con los insultos más reprochables? ¿En dónde se ha visto que aplastando al rico será posible auxiliar al pobre? Mal puede progresar un país cuando a sus ciudadanos les conculcan o les limitan las posibilidades de iniciativas para emprender actividades generadoras de riquezas. Está más que demostrado que en donde no funciona un mercado basado en claras reglas de juego para operar e invertir, sobre una plataforma solida de Estado de Derecho, en donde haya justicia y en donde se respete la propiedad privada, difícilmente habrá desarrollo económico, humano y social sostenible.
Esos son los temas abordados en mi nuevo libro LaTumba que espero lean y me hagan llegar sus comentarios.
@alcaldeLedezma