La transnacional de las cleptocracias

Opinión | abril 4, 2022 | 6:22 am.

A mediados del siglo XX el número apreciable de dictaduras militares en Hispanoamérica era conocido como la internacional de las espadas. Estos regímenes manejaban información e inteligencia en un sistema recíproco  de colaboración y seguridad.

Hoy, existe algo comparable con aquel club, que esta vez reúne a autocracias de todo el planeta, cuyas estructuras entrelazan los intereses del partido gobernante, abiertamente corrupto, con una oligarquía que actúa como su agente y cómplice, en transacciones económicas y acciones geopolíticas.

En una reciente comparecencia ante el Senado de EEUU la reconocida historiadora estadounidense Anne Applebaum, dio cuenta de cómo esa asociación autocrática, en la que sobresale Rusia, forma una red internacional con países como China, Bielorrusia, Corea del Norte, Venezuela, Irán o Nicaragua.

Un tejido de cooperación recíproca que, entre otras facultades, tiene el antídoto para saltarse las sanciones que las democracias impongan a sus gobiernos. Los oligarcas de su entramado, como los rusos que hoy son noticia, juegan un rol mucho más substancial que poseer yates y villas en Europa. Son agentes de estos gobiernos en empresas, como petroleras y bancos, de los que se han servido, por ejemplo, para facilitar el comercio ilícito del oro de Venezuela.

No tienen una ideología común. Los hay comunistas y teócratas. Es una internacional de complicidades, que también incluye estructuras militares, servicios de vigilancia, seguridad y propaganda, cuyo fin es horadar la integridad de países democráticos.

El sistema financiero internacional, con sus normas de confidencialidad, les sirve de cobijo, les concede salvaguarda y transacciones a fortunas de jerarcas y oligarcas. Applebaum plantea una estrategia que, entre otros aspectos, propicie un sistema de transparencia financiera donde fideicomisos y fondos de inversión exhiban los nombres de sus propietarios reales, socave sus campañas de desinformación y vuelva a poner la democracia en el centro de la política exterior, ante estos enemigos de cuidado para todas las democracias del planeta.