La exitosa gestión de la meritocracia petrolera (2/2)

Opinión | marzo 24, 2022 | 6:24 am.

En el año 1994 se inició el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez. Una toma de posesión suntuosa que popularmente se conoció como “coronación”. El gobierno se inició aplicando un conjunto de medidas económicas que el vulgo bautizó como “el paquete”.

A las pocas semanas, se dio el llamado caracazo. La democracia estaba recogiendo los resultados de haber pasado en diez años (1973- 83), desde un superávit de ingresos, a un importante endeudamiento y a la devaluación de la moneda. Del “ta barato dame dos”, al 60% de pobreza.

A pesar de este dramático cuadro-país, la meritocracia seguía su camino en la administración de Pdvsa. Hay que aclarar que su rol era desarrollar una gestión petrolera eficiente que, entre otros aspectos, generara divisas. Y lo cumplió.

Que los gobiernos no hubieran utilizado adecuadamente los recursos generados por Pdvsa, es harina de otro costal.

Cuando CAP llegó a Miraflores encontró las arcas del tesoro agotadas. El modelo proteccionista era inviable. Adelantó una serie de medidas, un poco duras al comienzo, que comenzaban a dar resultados en 1991. Ese año el PIB creció 9.,1 % vs – 8,57% en 1989, y la inflación cedió desde 81% en 1989, hasta 31%. Además, la paridad de la moneda nacional tendía a estabilizarse.

Sin embargo, el estamento político se resistía a los cambios. Por otra parte, el 4F y el 27N, grupos militares intentaron derrocar al gobierno. Ambos factores debilitaron las medidas e hicieron perder liderazgo al gobierno. En 1993, CAP renunció y quedó como presidente el historiador Ramón J. Velásquez.

Gráfico número 5

Fuente: “Construcción y destrucción de un país. Presidencias de Venezuela 1900- 2020” Eddie Ramírez y Rafael Gallegos. Año 2021. Disponible en Amazon

En 1989 los precios petroleros estaban debilitados. En 1990 registraron un alza como consecuencia de la invasión de Irak a Kuwait, y luego la Guerra del Golfo, que culminó con una derrota de Irak y la quema de los pozos petroleros de Kuwait.

Estos acontecimientos, sacaron cerca de 5 millones de barriles diarios del mercado y los precios del petróleo se elevaron en 1991. En el Gráfico número 5, se muestra el precio del crudo venezolano en 1990: 20,33 $/bl. En el año 1991 estos precios disminuyeron hasta por debajo de 20 dólares por diez años, llegando a un dígito en 1998.

Sin embargo, las proyecciones de los estrategas petroleros, ofrecían a mediano plazo buenas perspectivas para el crudo venezolano. Se estimaba que Venezuela tenía la oportunidad de colocar en el mercado internacional unos de cinco millones de barriles diarios en unos pocos años.  De allí que los planes reflejaran la meta de llegar a 5,8 millones de barriles diarios. Se trataba de un redimensionamiento de la industria petrolera venezolana. Para ello necesitaban el concurso de capitales privados internacionales.

En 1990 se inició el proceso conocido como Apertura Petrolera, que consistió en incorporar capitales privados al negocio petrolero de Venezuela a lo largo de toda la cadena de valor. El otrora polémico artículo quinto de la Ley de Nacionalización del Petróleo, sirvió de basamento legal al proceso,que fue adelantado de manera transparente. Las rondas se llevaron a cabo por televisión, sin subterfugios, a la vista de todo el país.

La Apertura tuvo tres fases:

Campos Maduros: inversiones privadas para operar campos marginales, cuyo rendimiento no era comparable al de nuevos descubrimientos.  Pdvsa les pagaba un precio acordado por los barriles producidos y los vendía en el mercado. Se generaron 500.000 bd.

Ganancias Compartidas: Por permitir la exploración de 10 áreas prospectivas, Pdvsa recabó más de alrededor de mil millones de $ y la promesa de compartir ganancias de la explotación. Se adelantaron unos 20 años en exploración, sin desembolsar recursos financieros por parte de la estatal.

Asociaciones de la Faja: Instalación en Jose de cuatro mejoradores de crudo de la Faja, que permitieron producir 600.000 bd. de crudo reconstituido mediano y liviano.

La apertura generó más de un millón de barriles diarios adicionales. Un claro éxito de la meritocracia.

Igualmente se inició el Proyecto Cristóbal Colón en asociación de Shell (tecnología para licuar metano a -162,5 grados centígrados), Mitsubishi (tecnología de transporte de metano líquido), y Exxon (ofrecía mercados). Un gran proyecto que luego la “revolución” rebautizó como Mariscal Sucre, como si de esta manera lo hiciera más productivo. Luego cambió los socios y el resultado … fue un retraso de décadas.

También, se posicionó Citgo en Estados Unidos, que pocos años después llegó a tener el 8% del mercado de combustibles en ese país. Así mismo crecía la presencia de Venezuela en las refinerías y el mercado energético de Europa. Luego, la “revolución”, que tanto critica a la meritocracia, se encargó de desmantelar esos emporios. Fue vendiendo las refinerías. La mala administración del socialismo del siglo XXI derivó años después en ofrecer a Citgo como garantía a sus deudas. Hoy, la están tratando de salvar petroleros democráticos.

En síntesis, la meritocracia en el segundo gobierno de CAP, a pesar de la sobreoferta de hidrocarburos y los bajos precios, visualizó grandes oportunidades en el mercado para el petróleo venezolano, e inició la apertura petrolera, que redimensionó a nuestra industria petrolera, reforzó su presencia en los mercados internacionales e incorporó inversiones privadas que incrementaron la competitividad.

Venezuela se enrumbaba hacia superar los cinco millones de barriles por día y a ubicarse como el cuarto país productor de petróleo en el mundo.

No son mitos… son realidades.

Gráfico número 6

Fuente: “Construcción y destrucción de un país. Presidencias de Venezuela 1900- 2020” Eddie Ramírez y Rafael Gallegos. Año 2021. Disponible en Amazon

En 1993 Rafael Caldera ganó las elecciones. Su segundo período presidencial se inició en medio del escándalo de la intervención del Banco Latino. Ese año el PIB decreció en 2,35% y la inflación llegó a 70%. A pesar de ello, la producción petrolera, consecuencia de la apertura, continuó creciendo. Por encima de las cuotas OPEP, lo que trajo no pocas discusiones. Se superaron abiertamente los tres millones de barriles diarios.

La gestión de Pdvsa en ese período destaca la creación de la empresa Proesca, a objeto de industrializar las corrientes de refinación, con participación de capital privado y generando una dinámica económica importante en las áreas aledañas de las refinerías.

A objeto de reestructurar sus actividades en el mercadeo, reforzando la Seguridad Energética, se creó Deltavén, que manejó los procesos nuevos de Sisor, Sisco y Sistema los Andes, para surtir de energía a toda Venezuela. Esta Seguridad Energética, de más está recordarlo, ha sido destruida por la “revolución”.

En referencia a la consolidación de la estrategia de la apertura, el Congreso Nacional aprobó el esquema para la exploración a riesgo. Igualmente hubo avances significativos en la adquisición de complejos refinadores, puertos de aguas profundas y centros de distribución de combustibles en Estados Unidos y Europa, que completaron el proceso de internacionalización, que serviría para la colocación de nuestros difíciles crudos pesados y para facilitar la presencia de Venezuela en los mercados internacionales.

También se consolidó el crecimiento de la Orimulsion, llegándose a exportar 3.560 TM que generaron más de 27.000 millones de bolívares. Por cierto, también lo acabó la “revolución”, perdiéndose la oportunidad de generar (según planes, para el 2010), energía por el equivalente de 1 millón de barriles al día y posicionar a Venezuela mundialmente como importante proveedor de combustible de las plantas eléctricas.

Por otra parte, se consolidó el Plan de Expansión de la Petroquímica, iniciado en 1987, que contempló la creación de trece nuevas plantas. Se llegó a producir 56 MTM. Todo ello producto del rescate que de esa empresa hizo Pdvsa. ¿Cómo está la Petroquímica hoy?

Igualmente se creó Sofip (Sociedad de Fondo de Inversiones de Pdvsa). Se vendieron 35.000 bonos de Pdvsa. Además, se llegó a sugerir colocar un pequeño porcentaje de Pdvsa en la bolsa de valores. La idea era dinamizar la industria petrolera con capitales privados y participación de los ciudadanos venezolanos.

En 1998 se creó Pdvsa Gas, a objeto de comercializar el gas natural y sus productos. El gas llegó a ser aprovechado en 95%, una cifra récord en Venezuela.

En 1997 se cambió la estructura de Pdvsa, las tres filiales operadoras Lagoven, Maraven y Corpoven, fueron sustituidas por Pdvsa Exploración y Producción, Pdvsa Manufactura y Mercadeo, y Pdvsa Servicios. Esta reforma organizacional fue conocida como el “barquisimetazo”. Todavía hoy tiene amigos y detractores. Unos plantean que se optimizaba la gestión y se sinceraba el volumen de personal. Los otros plantean que se perdería la competencia entre las operadoras, y que se acabaría el colchón de los operadores respecto a los políticos, que había significado el holding de Pdvsa.

La gestión de Luis Giusti, fue eficiente y modernizadora. Sin embargo, se vio empañada por su supuesta intención de ser candidato presidencial. Ello hubiera convertido al cargo de presidente de la empresa en un trampolín político, y era inaceptable.

En síntesis, entre 1989 y 1999 la meritocracia muestra los siguientes logros: la Apertura Petrolera, el proyecto Cristóbal Colón, la industrialización de las corrientes de refinación, la consolidación de Orimulsion, la fundación de Deltavén integrando el mercado interno y coordinando los nuevos sistemas de transporte Sisco, Nurgas y Sistemas Los Andes. El rescate y puesta exitosa en marcha de la Petroquímica.  La creación de Pdvsa Gas. La transformación organizacional de Pdvsa.

Todas estas acciones redimensionaron la industria petrolera y atrajeron capital privado. Ya Pdvsa superaba los 3 mmbd y se enrumbaba hacia el cuarto lugar como productora mundial de petróleo.

También se desarrolló una política de Responsabilidad Social (para generar prosperidad y dinámica económica en las áreas aledañas) que poco publicitada, dio excelentes resultados.

Se puede criticar a la meritocracia y hay razones; pero el balance es ampliamente positivo.

Gráfico número 7

Chávez no nació por generación espontánea. La pobreza y la falta de liderazgo en el país eran crecientes. Y Hugo Chávez, un hombre carismático convenció a las masas, que prefirieron un mesías a perfeccionar la democracia.

Chávez aprovechó un país con instituciones debilitadas y políticos cansados, o acomodaticios. Así como a algunos empresarios que querían salir a cualquier costo del liderazgo tradicional, y tomó el poder.

Antes de seguir hay que aclarar que la destrucción del país que hoy padecemos es estratégica. Destrucción estratégica. Un país dinámico, con seis millones de barriles diarios de petróleo, con crecimiento de 5 % anual, y una clase media poderosa, generaba alternabilidad y no le convenía a la “revolución”, que es un proyecto de poder “forever” … como el cubano.

Por lo tanto, al gobierno le estorbaba una Pdvsa seria, profesional, honesta y productiva, es decir, la Pdvsa meritocrática. Por ello comenzó a destruirla – al igual que al país- desde el primer día.

Cuando Chávez nombró a Mandini – un ejecutivo de excelente trayectoria – como presidente de Pdvsa, le estaba calentando la silla a sus partidarios. Luego se inició una serie de presidentes de la empresa que, a excepción del general Lameda, dejaron y dejan mucho que desear.

Algunos presos, otros huyendo… ¿Qué tal?

En febrero de 2002, los altos ejecutivos de Pdvsa redactaron “Salvaguardemos a Pdvsa”, en el que se decía no a la politización y sí a la meritocracia. Además, por la selección de cinco directores internos que no llenaban los requisitos para ocupar esos cargos. Esto recalentó el ambiente. En marzo, Fedecámaras, la CTV y la iglesia como testigo, suscribieron un documento “Bases para un acuerdo democrático” que causó mucho impacto.

Luego de varias asambleas y negociaciones fallidas con el presidente Gastón Parra Luzardo, el 4 de abril se inició el paro petrolero. El país, cansado de tantas desfachateces del gobierno, los apoyó. El 7 de abril, Chávez botó con un pito (¿…?) a siete líderes del paro. El 11 de abril, una gigantesca marcha se trasladó a Miraflores a pedir la renuncia del presidente.

Como es sabido, Chávez se fue y regresó. Restituyó a los trabajadores botados y con una cruz en la mano, planteó un borrón y cuenta nueva.

Pero el país seguía muy descontento. El dos de diciembre, la Coordinadora Democrática, Fedecámaras y la CTV convocaron un paro nacional. Los trabajadores petroleros nos unimos por voluntad propia. Estábamos hartos de observar cómo se destruía la gran empresa que se había desarrollado en 25 años. Y vislumbrábamos lo que le venía a Venezuela, que lamentablemente hemos podido comprobar… en carne propia.

El resultado fue la expulsión de 23.000 trabajadores. La mitad del personal. Un hito en la historia del petróleo.

Fin de la meritocracia. Obviamente de allí en adelante Pdvsa no fue la misma. Se inició la decadencia, la destrucción, la desmemoria.

La Pdvsa revolucionaria triplicó el personal, multiplicó la deuda, minimizó la producción, desmanteló las refinerías…. antes de las sanciones.

Los nuevos principios gerenciales parecieran haberse dibujado en el famoso discurso de uno de sus presidentes:

– Pdvsa es “doja dojita”.

–  Sus puestos no se los deben a su esfuerzo, sino a Chávez

–  El que no sea chavista lo echamos a patadas.

¡Ah!, y en convertirse sin control alguno, en la Caja chica del gobierno.

Pdvsa dejó de ser una empresa petrolera con contenido social y se transformó en una empresa social con algún contenido petrolero.

La inercia de la vieja Pdvsa, la sobreexplotación de los yacimientos y los precios de alrededor de 100 $/bl, les permitieron mantener la producción cercana a los tres millones de barriles (siempre entre dos y cuatrocientos mil barriles por encima de la cifra OPEP ¿…?), hasta el 2013. Jamás se acercaron hasta los 5,8 millones de barriles diarios que ellos mismos colocaron como meta en su Plan Siembra Petrolera. La creciente flacidez de la organización lo impedía.

Cuando les explotó Amuay. No cobraron el seguro… o sea.

La meritocracia construyó a Pdvsa, la “revolución” la destruyó. Es un hecho inocultable. En lugar de exportar cinco millones de barriles, hemos “exportado” cinco millones de venezolanos.

Y pensar que los destructores, en lugar de pedirle perdón al país, atacan a la meritocracia, que sin duda pasará a la historia como un gran logro gerencial… de Latinoamérica.

Con todos sus defectos, y a mucha honra.

PD1: Venezuela es el país con más técnicos y expertos petroleros por kilómetro cuadrado, pero… no se les permite trabajar en la industria petrolera. Algo así como un Circo Romano al revés: los gladiadores están en las tribunas y los que deberían ser tribuna están en el centro del ruedo. Y los leones… al acecho.

PD2: Los petroleros democráticos (meritocráticos a mucha honra) estamos observando, planificando. Agrupados en Gente del Petróleo, Unapetrol, así como jubilados y en distintas posiciones nacionales e internacionales… listos para recatar la industria cuando corresponda. Ya existe un Plan Táctico de Emergencia. Venezuela merece una industria petrolera de primera, que sea capaz de contribuir a la construcción de un país de primera.

¡Hasta cuándo!