¿Cómo se les detiene?
1. Veo, con el mismo estupor de todos, el crimen contra Ucrania y su gente. Me pregunto muchas cosas, entre las cuales me vienen de primero ¿cómo se desarrollan esos monstruos? ¿Eran así o se volvieron así? ¿Cómo son capaces de avanzar arrolladoramente sin que se les detenga? ¿Por qué quienes pueden detenerlos no lo hacen, a pesar de que los signos de lo que harán están escritos en sus primeros pasos?
2. Hitler no fue Hitler cuando le permitieron tomarse los Sudetes o cuando se anexó Austria. Lo fue mucho antes, desde el golpe de la cervecería en Munich, en 1923. Tardó desde entonces 10 años en llegar a la Cancillería de Alemania y 15 años antes de las acciones en Austria y Checoslovaquia. Hitler se fue haciendo Hitler en la medida en la que fue visto como un loco, después como un loco peligroso sin porvenir y poco a poco se instaló en el alma de buena parte de los habitantes de su país, fuese como inevitabilidad, como posibilidad o como ilusión.
3. Chávez era el loco Chávez, el llanero simpaticazo animador de fiestas, con el vozarrón del declamador, alimentado por una ambición ilimitada en un mundo ruralizado, chiquito para sus ganas. Su gracejo le permitió que sus conexiones con la insurgencia de la izquierda extrema pasaran como “las vainas del loco Chávez”. Mientras tanto, él regaba la matica de su insurrección todos los días, con paciencia y salivita, como el elefante a la hormiguita. Sus compañeros sabían que estaba conspirando, sus superiores lo supieron, el Presidente lo supo, pero era imposible que aquel recitador municipal pudiera llegar muy lejos. “¡Cómo le vamos a arruinar su carrera a ese hablador de pistoladas!”, podrían haber dicho algunos de sus superiores.
4. Putin, el converso ex agente de la KGB, impulsor de la tarea que comenzaron Gorbachev y Yeltsin para disolver aquella máquina de muerte que fue la Unión Soviética, y llevarla a un estado aproximado a la democracia (¡claro, sin exagerar con eso de la democracia!) La vieja matrona asesina comunista de la URSS daba paso a un Estado mafioso, capaz de crear su propia clase dominante con burócratas, militares y oligarcas hechos a punta de privatizaciones entre camaradas; también un país menos cerrado, que buscaba el reconocimiento y la simpatía mundiales. Pero la cabra tira pa´l monte.
5. Progresivamente el judoca, el gimnasta, el taimado, resultó un Stalin disfrazado de Putin, con el delirio de imitar a Pedro El Grande, Emperador de todas las Rusias. Ahora se ve al hombre de la media sonrisa convertido en el jefe de una máquina de matar dentro del territorio de Ucrania. Hasta el momento con una resistencia feroz, militar y ciudadana de la gente de ese país, conducida bajo el liderazgo admirable, potente, de su joven y valiente presidente, Zelenskyy, y con la solidaridad internacional abrumadora que no ha hecho sino crecer con los días.
6. No engañaba a nadie. Su autoritarismo se hizo evidente muy temprano. Se le tuvo de contertulio en la danza de las naciones, incluso después de los zarpazos que ya había dado en varias regiones que él consideraba que pertenecían a Rusia o que con argumentaciones tramposas podían ser reclamadas. Avanzó, avanzó muy lejos, mientras Occidente se distraía con sus conflictos internos, con nacionalismos menores, con disputas alrededor de cuestiones tan obvias como las del combate a la pandemia, y con el combate doméstico de los intereses parciales por legítimos que fueren.
7. Los monstruos crecen y se fortalecen bajo el descuido de quienes están llamados a combatirlos porque éstos siempre creen que más adelante, si se descarrían, los manejarán. En Venezuela hay dos ejemplos contrapuestos de cómo operar en estas situaciones. Con Chávez ya se sabe lo que pasó, las fuerzas vivas expresadas en los “notables” criaron el gatito que les resultó tigre y cuando creció se los almorzó, satisfecho, y estableció su propio circo de empresarios, políticos, gremialistas, es decir, su propia clase dominante. En cambio, Marcos Pérez Jiménez fue el senador más votado en las elecciones de 1968 y las fuerzas institucionales del país produjeron una enmienda constitucional que lo inhabilitó para la actividad política. Así el antiguo dictador, en plan de convertirse en líder popular, fue liquidado institucionalmente antes de que creciera y se convirtiera en fuerza perturbadora.
8. La Enmienda N°1 de la Constitución de 1961 dice así: “Artículo 1.- Se introduce una enmienda a la Constitución que llevará el número uno, redactada así: «No podrán ser elegidos Presidente de la República, Senador o Diputado al Congreso, ni Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, quienes hayan sido condenados mediante sentencia definitivamente firme, dictada por Tribunales Ordinarios, a pena de presidio o prisión superior a tres años, por delitos cometidos en el desempeño de funciones públicas, o con ocasión de éstas. De lo acordado por los organismos competentes no habrá otro recurso que el de apelación ante la Corte Suprema de Justicia en pleno, ejercido por cualquier elector. La Corte deberá decidir dentro de los diez días siguientes al recibo de la solicitud. Esta apelación se oirá en un sólo efecto». Como el general había sido condenado y cumplido su pena en prisión, fue diseñada esta Enmienda para él y cumplió su propósito: no volvió más a la escena política.
9. Si las instituciones no funcionan para prevenir a los potenciales tiranos a los que las democracias, mejores o peores, permiten elevarse, entonces a lo largo del sendero será imposible sacarlos mediante el uso de los recursos institucionales que, a su paso, habrán destruido completamente. Hay quienes lo aprenden demasiado tarde y buscan aminorar los efectos de los monstruos que han permitido con este o aquel artículo de la Constitución que por supuesto los tiranos no tienen intención alguna de cumplir, salvo cuando les convenga.
10. Se suele echar mano con frecuencia a la idea de que cada paso de los tiranos “los desenmascara” y la verdad es que ese señalamiento encubre la incapacidad de derrocarlos a tiempo. Cada derrota de los demócratas se encubre con un nuevo “desenmascaramiento” del autócrata, al final de lo cual este quedará desenmascarado y los que se le oponen, liquidados.
11. En síntesis, o se les ataja cuando son prospectos de tiranos mediante las instituciones o no queda más camino que la fuerza cuando desarrollan toda su maldad y tienen bajo control el poder militar, el poder político y la plata. Este tema plantea una cuestión mucho más profunda y es la capacidad de la democracia para combatir con armas democráticas a los que buscan demolerla.
12. Un viejo tema, pero recurrente. Los demócratas recuperan la democracia con instrumentos no democráticos porque son requeridos de violentar el orden institucional prevaleciente; de lo contrario, tienen que empeñar una parte valiosa de su tiempo en el pastoreo de nubes.