Capacidad estatal y democracia, dos caras de una misma moneda
Los bodegones de Caracas son una realidad distante de las bodegas en El Callao donde el intercambio comercial se hace utilizando oro como medio de cambio. La pujante Ciudad de México luce como un gigante económico al lado de decenas de poblados en Chiapas o Oaxaca. La seguridad que se percibe en Bogotá es distinta a la que pueden sentir en ciertas zonas de Colombia en las que el orden es impuesto por organizaciones para estatales. A escasas dos horas de Lima el dinamismo de la capital se diluye en una costa desértica y prácticamente rural. Estos contrastes, como muchos otros, son evidencias de realidades heterogéneas que implican retos para la gobernanza de un país.
La diversidad de realidades antes descrita en cada caso es abarcada por un Estado, cuyo fundamento presupone que este controla plenamente el territorio bajo su jurisdicción, no solo en términos del monopolio de la violencia, también desde el punto de vista de la acción de gobernar como tal. En este sentido, se supone que la capacidad del Estado es relativamente homogénea en todo el ámbito geográfico bajo su control, incluyendo la prestación de servicios públicos, la implementación de políticas en áreas como salud y educación, la dotación de infraestructura, y en general el funcionamiento de la burocracia. Pero ¿es la heterogeneidad antes descrita causa o consecuencia una capacidad estatal no homogénea?
En la mayoría de los países existen diferencias desempeño económico entre regiones, también en cuanto a resultados en educación y salud, e incluso a nivel de seguridad. Pero se puede decir con bastante certeza que el funcionamiento del Estado en Alemania, Japón, Canadá, o España es bastante homogéneo en todo el territorio. ¿Se puede decir lo mismo de Brasil, México, Colombia, Perú o Venezuela? En general no, quizás en ciertas funciones específicas en algunos de estos países sí, como por ejemplo desde el punto de vista de la administración tributaria en México, Colombia y Perú tienen un sistema bastante funcional. Se pueden identificar otras áreas específicas por país, pero en general no tiene pleno control en todas.
Esa región gris entre un Estado plenamente funcional y algunos en el otro extremo, como Afganistán o Sudán, es donde se encuentran la mayoría de los países en el mundo, con Estados medianamente funcionales, con fortalezas en algunas áreas y debilidades en otras. Estos distintos grados de consolidación de los estados a dado lugar a algunas clasificaciones, como por ejemplo una de las más populares basada en su grado de fragilidad. Pero más allá de esas categorías hay una realidad ineludible, independientemente del grado de fragilidad de un Estado hay un país que debe ser gobernado, lo que lleva al reto de gobernar con capacidades limitadas.
En situaciones de crisis políticas la atención suele estar en el lado de la elección de quien gobierna, específicamente en el grado de democracia existente. Sin embargo, las capacidades del Estado es la otra cara de la misma moneda, no solo porque puede influir en el grado en el que las personas apoyan o no la democracia (y su disposición a apoyar gobernantes no democráticos), sino porque puede representar un freno a la posibilidad de superar la crisis en cuestión. Afganistán o Irak son dos buenos ejemplos de esto, ambos contaron con el apoyo internacional para transitar hacia un sistema más democrático, ambos contaron con apoyo financiero, pero ambos tenían Estados con capacidades limitadas.
No todos los países son Afganistán o Irak, sin embargo, con menor drama y de manera menos perceptible en aquellos países en los que los estados no actúan con plenas capacidades el bienestar de las personas se está viendo afectado, además de los riesgos que implica para la democracia que se perciba que esta no es efectiva proveyendo soluciones. Es por ello por lo que en países en los que la democracia no está consolidada, pero además el Estado tampoco está en plena capacidad, es fundamental que el fortalecimiento de una se dé con el otro. Toda democracia que tenga como base un Estado incapaz está en riesgo. No puede haber una sin el otro.
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