Crónica de una ingrata izquierda española
Cuando los países caen en desgracia toda suerte de aves rapaces aprovechan el asalto para esquilmar los recursos naturales, animados además por la complicidad de la tiranía gobernante siempre y cuando tenga como contraparte lo necesario para enriquecerse y mantenerse en el poder.
Este es el caso de la Venezuela que durante el siglo XXI ha sido merodeada y manoseada por toda suerte de regímenes y pilletes de manual, agrupados bien sea en el Alba, en el Foro de Sao Paulo, ahora remozado en Grupo de Puebla, o en potencias reconocidas como China, Rusia, Irán, Turquía, quienes han aprovechado a plenitud la venta de nuestra soberanía nacional.
En ese contexto llama la atención la posición asumida por los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y de Pedro Sánchez, quienes durante el siglo XXI han representado a la izquierda española en el poder en la madre patria, y a la actitud cómplice ante la dictadura que ha sufrido nuestro país en ese lapso de tiempo.
Ha sido tan notoria la vergonzante incondicionalidad con la tiranía que las corruptelas iniciadas desde 2004 con las andanzas caraqueñas de Juan Monedero y Pablo Iglesias, representantes del partido Unidas Podemos cobrando por falsas asesorías, forman parte del apoyo conspicuo de Rodríguez Zapatero tanto a Hugo Chávez como a Maduro.
Las prebendas recibidas incluyen el otorgamiento de una mina de oro por los servicios prestados y rematando en la gestión de Pedro Sánchez con la recepción en 2020 del exministro José Luis Abalos en sueño español a la inefable vicepresidenta, aun cuando la Unión Europea ha establecido prohibición expresa de pisar suelo continental. Además la posición de Josep Borrell dirigente del PSOE y vicepresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Unión Europea, de avalar diálogos con el régimen y las elecciones fraudulentas del 21 de noviembre con el envío de la Misión Observación Electoral de la UE, sin importarles el éxodo venezolano y la brutal miseria que sufre la población.
Irónicamente otra ha sido la posición de Venezuela frente a las desgracias que sufrió el pueblo español en el siglo XX, comenzando con la acogida de los refugiados que llegaron a nuestro país como consecuencia de la Guerra Civil española (1936-1939) huyendo de la barbarie fascista de Francisco Franco, militantes socialistas, republicanos, comunistas, anarquistas, ibrepensadores, poetas, pintores, músicos, académicos, se fundieron en su nuevo país y pasaron a formar parte de nuestra cultura con sus brillantes aportes.
Luego en las décadas de los 50 y los 60 cuando Venezuela era el país donde se cotizaba mejor su moneda el bolívar frente al dólar, a decir de James Bond en uno de sus films, nuestros puertos fueron el punto de entrada de miles de españoles buscando un mejor destino, al decirse que Europa llegaba solo hasta los Pirineos, lo demás era monte y culebra.
Posteriormente, el rol asumido por los gobiernos democráticos venezolanos fue excepcional frente a la transición, al morir el dictador Franco en noviembre de 1975, al acobijar al entonces novel líder Felipe González del PSOE como el relevo y el futuro de la España democrática, a tal extremo que desde 1978 la madre patria vive y disfruta en democracia hasta el presente 2021.
Otro curso ha vivido nuestro país cuando el siglo XXI nos ha derivado en una atroz dictadura, ante la mirada complaciente y procaz de la izquierda española, cuya posición no se compadece con la bondad brindada históricamente por el pueblo venezolano, irremediablemente ignorada por las actuales generaciones.
Debemos reconocer que la única voz desde ese campo ha sido el propio Felipe González, quien al menos ha sido capaz de denunciar la tiranía chavomadurista, esperando que su reconciliación con Pedro Sánchez en el reciente 40ª Congreso del PSOE no conlleve a su olvido del país que lo apoyó frente al fascismo español.
En definitiva, esta es la gran lección que queda plasmada en nuestra historia, a quienes hemos demostrado nuestra solidaridad en sus horas difíciles, nos la han devuelto con el apoyo a la dictadura más sangrienta y corrupta de la historia continental.
Movimiento Laborista