Venezuela es una mortadela
“Comiendo pan y morcilla nadie tiene pesadilla”. “Muchas manos en la hornilla, no dejan probar morcilla”. “Todo lo prieto no es morcilla”
La mortadela (mortadella en italiano y mortadelle en francés) es un embutido como el jamón o el salami, elaborado, en su mayoría, con carne de cerdo finamente picada (cerca de un 60 % de magro) originario de la ciudad italiana de Bolonia (capital de Emilia-Romaña). Es una especialidad de la cocina italiana que se consume en países donde la inmigración desde ese país fue importante, procede de varias regiones italianas , tales como: Emilia-Romaña, Piamonte, Lombardía y gran parte de la provincia de Trento. Se condimenta este fiambre con especias, tradicionalmente con pimienta en grano, aunque hay variantes que contienen: pistacho, bayas de mirto, nuez moscada molida, coriandro, ajo, pimiento o aceitunas.
La mortadela, junto con el jamón, las salchichas, el salchichón y su pariente el salami, la morcilla o los chorizos, forman parte importante de la larga y diversa familia de embutidos. Su creciente consumo evidencia la importancia que juega en las mesas familiares o en los carritos de comida rápida. No es posible concebir a Alemania sin su diversidad de salchichas, a los Estados Unidos de América sin sus hot dogs, a España sin sus jamones, chorizos y morcillas y, por supuesto, a Italia tan orgullosa de su mortadela y de su boloña.
Incluso en los países árabes, el embutido juega un papel relevante en la dieta de sus habitantes: el merguez, elaborado con cordero, destaca en los cous – cous del Magreb. América Latina, por su parte, registra un creciente consumo de embutidos en todas sus variantes. Venezuela no se queda atrás.
En la malhadada República Bolivariana se ha incrementado, vertiginosamente, el consumo de este alimento; es verdad que no con la variedad de los embutidos que se consumían en la Venezuela punto – fijista: jamón de York o serrano, morcillas de variado cuño, chorizos nacionales o importados, chistorras, entre otros. La malhadada Venezuela socialista es de mortadela.
Este muy económico embutido es el rey de los menús de los que menos tienen y por razones de la creciente pobreza no pueden – aunque quisieran -, manducar carne res o de cerdo, incluso el solidario pollo es inaccesible. La impuesta dieta socialista de subsistencia incluye: harina de maíz precocida a precios crecientes, pasta, arroz y sardinas, sin embargo, la mortadela de carne o de pollo es la reina indiscutible de la mesa. Sola, frita o en revoltillo, aporta las muy necesarias proteínas animales requeridas por el ser humano.
¡Lástima que las irrisorias y menguadas bolsas Clap no la incluyan!