“Carlos Blanco, la rana y el escorpión”

Opinión | mayo 21, 2021 | 6:26 am.

Asumo que todos hemos oído alguna vez el cuento de “la rana y el escorpión”, atribuido a Esopo, notable fabulador griego, en el que el escorpión le pide a la rana que lo lleve en su espalda para cruzar el río, y ella le pregunta —¿cómo sé que no me picarás? A lo que él, responde: —porque haría que ambos nos ahogáramos. A la rana le pareció razonable la respuesta y aceptó; a mitad del río el escorpión la pica. Cuando la rana moribunda le pregunta – ¿por qué?, si los dos vamos a morir; el escorpión le responde: —es mi naturaleza.

Al señor Carlos Blanco es probable que le suceda lo del escorpión al volver de nuevo a la carga con su respuesta, en apariencia razonable, en un extenso artículo. Bien. Descubierto, denunciado y enfrentado, dada la naturaleza ofensiva de su tweet en el que llama “imbéciles” a quienes apostamos por la ruta electoral para el cambio que nos lleve a la reconstrucción democrática del país, es probable que cierto rubor le haya llevado a ofrecer no volver a “insultar” porque no es su “estilo”, pero apenas se mete con la rana en río sus pretendidos argumentos se truecan en nuevos insultos de sus manos ponzoñosas. Sin duda, es su naturaleza. Veamos

1. Ahora resulta que Carlos Blanco no quiso «insultar», disque no es su «estilo», que él no pretendió llamar «imbéciles» a quienes luchamos por mejores condiciones electorales y llamamos a participar para conquistarlas. Un «falso recule», dicen en mi barrio. Blanco: no abandonas tus miserias para enfrentar la discusión seria, responsable.

Ofender sigue siendo tu recurso preferido. En vez de argumentar echas mano de nuevos agravios. De arrancada nos llamas «mediocres» por supuestamente promover una «rendición» frente al régimen. Y como gustas de sustituir argumentos con descalificaciones, pretendes despachar como «ilegítimo» al recién designado CNE. A todas luces un uso incorrecto del término: confundes “ilegítimo” con “ilegal”. Pero tranquilo, entiendo que es un lapsus linguae que, por cierto, repites cuál muletilla. Lo fundamentas en que sería fruto de la también «ilegítima» Asamblea Nacional que en tu florido verbo calificas de «bodrio», y que, en consecuencia, produciría unas elecciones «ilegítimas».

La acusación de «ilegal», en opinión de algunos, pudiera ser, pero la de «ilegítimo» está por verse. En todo caso, es una calificación que sin mayor examen, muestra superficialidad en tu manejo de la política y en tu frustrado esfuerzo por argumentar desde la una y mil veces fracasada, posición abstencionista.

2. La ironía es un recurso para el debate cuando evidencia las contradicciones en las que incurre el adversario, no cuando se sustenta en presunciones o interpretaciones malsanas cuyo propósito es descalificar y ofender. Ahí, justo ahí, degenera en arrogante medianía. Así, como la cabra siempre tira pa’l monte, Blanco vuelve a manipular la expresión «medianamente transparente» que soltó el rector Enrique Márquez y con la cual titulas tu elemental alegato, descontextualizándola, para pretender ironizar echándotelas de psicólogo al afirmar que «desde Freud los lapsus linguae revelan más de lo que ocultan». Por lo cual tampoco sería un «desliz verbal» sino algo que Márquez esconde «desde adentro» y que su «nivel consciente quiere callar», según sugieres, Blanco; o sea, que el rector y todos los que promovemos la lucha contra el régimen en el terreno democrático, además de «imbéciles» y “mediocres” somos unos tipos falsos, agazapados en las sombras que preparamos la emboscada en el rincón oscuro, contra la cual, tú, siempre iluminado poseedor de la verdad, bondadosamente adviertes a los ciudadanos. Ignorando rupestremente que el rector y quienes sumamos esfuerzos en la lucha democrática, hemos sido suficientemente claros al hablar de nuestra convicción por ir a un proceso electoral que ofrezca las mejores garantías posibles, no las imposibles que le pides a la dictadura.

3. La creatividad es clave en los debates políticos si va acompañada de inteligencia y argumentos, no cuando se usa torpemente para etiquetar con expresiones gastadas, balurdas, Carlos Blanco. No mezcles cosas que no vienen al caso. Nadie ha hablado desde acá de «fiesta electoral», porque hace mucho que ha dejado de serlo por estos lares.

Nuestro llamado es a competir civilizadamente y con todas nuestras energías, a convertir el voto en un instrumento de lucha, a hacer del sufragio un recurso para organizar el inmenso descontento que mora en el país y ejercerlo en contra de la tiranía que nos abate. Así que no uses la expresión «fiesta electoral» que corresponde a otras circunstancias para desacreditar frases de mucho valor y que pertenecen a históricos combates por la democracia, como la de «con el pañuelo en la nariz” o la de «aprovechar la rendija» para presentarlas como parte de un supuesto «mantra del colaboracionismo». Esfuérzate un poquito en ser más original y no trates de endosar a la ruta electoral el descrédito, por su carga de fracaso, que tiene el término «mantra» en estos últimos tiempos entre los venezolanos.

4. Aquí el único que ha ofendido eres tú, Carlos Blanco. Así que no salgas a decir que «aceptar unas elecciones que no serán transparentes es, fundamentalmente, una ofensa a los ciudadanos a los que se convoca a participar». Convocamos a los ciudadanos a participar porque es el único camino que tenemos. No hay otro. Ni creemos en pajaritos preñados de «alianzas internacionales», ni en «invasiones de marines», ni en «golpes de Estado», ni en ninguna otra salida violenta de esas que subyacen en el llamado a la abstención que tú pregonas, afortunadamente, cada vez con menor suerte.

Por lo demás, Carlos, ten prudencia y no dejes tu rastro supino cuando hables de historia. Es falso, absolutamente falso, que en la lucha contra la dictadura perezjimenista la participación en el Plebiscito de 1957 era «parte de un plan general destinado a reemplazar el régimen» que sería seguido de la «insurrección en enero de 1958».

El llamado a la participación electoral hecho por los partidos políticos que debía celebrarse a finales de 1957 era para unas elecciones presidenciales, contempladas en el artículo 104 de la Constitución vigente que la dictadura desconoció llamando a un Plebiscito, frente al cual la línea política de los partidos fue desconocerlo, no participar, pero el repudio a la dictadura era tan grande que ni aun así Pérez Jiménez ganó y tuvo que hacer fraude, porque mucha gente y muchos cuadros políticos de los partidos, prefirieron participar que abstenerse.

Como lo repitió hasta el cansancio esa figura mítica de la resistencia contra la dictadura, llamado Pompeyo Márquez (Santos Yorme), dijo: «la noche del 31 de diciembre de 1957 no teníamos ni idea de lo que venía durante los próximos 23 días siguientes». De igual modo, tampoco es cierto que hubiera ningún plan para convertir el «referéndum de Pinochet» en una fuerza que desatara «las energías para su cambio, con las elecciones presidenciales subsiguientes». No había nada cocinado como tratas de venderlo para tapar las troneras arguméntales que tiene tu persistencia en llamar a la abstención, mintiendo sobre procesos históricos aleccionadores y emblemáticos de la lucha democrática y la ruta electoral.

5. Nadie puede asegurar que iremos a unas «elecciones limpias» de esas que en tu ingenuidad pides a la dictadura. No pretendas vernos caras de «imbéciles» que creen en Maduro y su pandilla para justificar tu abstencionismo enfermizo y echar la culpa del fracaso al «abandono del cese de la usurpación». Explícame ¿con qué se come el «cese a la usurpación» que defiendes? ¿Cómo echas a patadas a Maduro del poder por usurpador desde «exilios dorados»? ¿Con declaraciones altisonantes que juegan perversamente con la emoción básica de la desesperanza de los venezolanos y así, anclar tu mensaje abstencionista? ¿Quién engaña a quién, Carlos Blanco? ¿Cómo «obligas a la Comunidad Internacional a colocar a Venezuela en el centro de su atención» para que venga y saque a Maduro? ¡No chico! Aquí los únicos que han «aterrizado de barriga y a trompicones», como dices, son los que alimentaron a los ciudadanos venezolanos la falsa ilusión de que un buen día el señor Trump amanecería de mal genio y le ordenaría al Comando Sur que diera cuenta de una vez por todas de Maduro y su pandilla. Aún a sabiendas de que el «gorila anaranjado» lo único que le interesaba era el voto latino del estado de Florida de la Unión. Y aunque no te guste, sí, sí «estamos considerando actuar unitariamente», y por supuesto significa «tal vez», porque gente como tú, hacen todo por impedirlo, pues juegan a que, si no son ustedes los que dirigen el proceso de cambio, nadie más pude ser y por lo cual bombardean la participación unitaria que es nuestra mejor opción de triunfo.

6. Te pregunto Carlos Blanco, a ¿Qué llamas «una estrategia de cambio”? Explícamelo. ¿Dime qué quieres decir con «estrategia diferente” “sin plantearse en serio el cambio de régimen»? ¿Que el abstencionismo es una estrategia seria que va a sacar a Maduro y la participación no? ¿Que solo los abstencionistas como tú quieren sacar a Maduro, que los demás somos unos «imbéciles» y «mediocres colaboracionistas»? Me recuerdas a la pedantería del señor Homais de Madame Bovary de Flaubert.

Salte del buche y pluma y entra a la política real. Hablar de una «estrategia de cambio», más allá de una generalidad con la que cualquiera puede estar de acuerdo, no dice nada si no dices cómo. Dale contenido a esa generalización, llénala de objetivos y acciones concretas, conviértela en un plan y veremos si tiene alguna utilidad. La gente está cansada de frases huecas, como esa de «participar en elecciones dentro de una estrategia de cambio es una cosa; hacerlo para seguir la comparsa, es otra». Ponle sustancia a lo que dices y deja de usar gamelote puro y duro. El llamado que hacemos a participar se inscribe en una estrategia unitaria que asume rescatar al voto. Convertirlo en cauce para meter al abrumador descontento social contra la dictadura.

7. Siempre es necesario volver a repetir las cosas, decía Gide. Así que te recuerdo la frase de Locke que refrescó Teodoro hace unos años, muy apropiada para ti: «Solo los estúpidos no cambian de opinión». ¿Es un error «desdecirnos» de «lo dicho»? Si crees que sí, creo que tú no eres precisamente el mejor ejemplo. En el país político todos nos conocemos. Además, te recomiendo que abandones los juegos de palabras arrogantes para impresionar como ese de que participar es una estrategia «confeccionada desde la derrota y para la derrota». La participación ha sido la única política que nos ha dado triunfos, remember el 2D de 2007 y el 6D de 2015, además de triunfos locales y regionales. Dime una victoria, una sola, que nos haya dado el abstencionismo.

8. Luego de agraviar y pretender ironizar a quienes llamamos a la ruta electoral, ¿te parece correcto decir: «respeto a quienes se plantean votar en estas elecciones»? Suena más falso que un billete de 15, No Carlos, nadie te cree. No me vengas después de esa ristra de insultos que es nuestra «decisión» y nuestro «derecho». Claro que es nuestra decisión y ya está tomada, como también es nuestro derecho y lo vamos a ejercer, a pesar de ti y de gente como tú.

9. En un gesto de aparente humildad que contrasta con toda tu perorata anterior dejas abierta la ventana para huir cuando afirmas «puedo equivocarme» y añades «ojalá que las victorias electorales reconocidas allanen el camino a la libertad». Gracias Carlos por tu generosidad y buena voluntad, trataremos de no defraudarte. Como tampoco olvidaremos lo de «imbéciles» ni lo de «mediocres» para aplicarte el antipático «yo te lo dije». Igual espero que si triunfas en tu empeño abstencionista, te encargues de sacar al Pranato madurista con la fuerza movilizadora que obtendrás.

10. Cuando esa fórmula del «poder comunal», que en tu pensamiento va a sustituir a los «protectores», nos avasalle, lamentaré no haberme abstenido para protegerme de ella, porque de haberme quedado de brazos cruzados lo habríamos exorcizado.

Y por último, quero ratificar que seguiremos defendiendo el voto como herramienta de lucha cívica. Rescatar la ruta electoral es una tarea prioritaria para quienes creemos en una solución pacífica a la crisis que padecemos. Esperamos que pronto concluya el intenso debate que, desde hace rato, se viene dando en todo el universo que conforma el llamado G4. Sabemos que las bases, los municipios y las regiones pugnan por participar el próximo 21N. Los núcleos dirigentes están a punto de tomar una decisión en tal sentido. El tiempo corre. Ojalá se le informe pronto a la sociedad democrática de esa histórica decisión, para que un mar de voluntades se ponga en movimiento y pueda expresar su repudio a esta nefasta dictadura. Por cierto, no tengo vocación de hacer el papel de rana contigo. Cruzaremos el río sin los promotores del abstencionismo.