¿Está enferma la Tierra?

Opinión | abril 21, 2021 | 6:22 am.

Un arbusto de cerezos en el jardín del senador por el estado de Wisconsin Gaylord Nelson fue quien lo inspiró a proponer ante el Congreso de los Estados Unidos, la celebración cada 22 de abril del día mundial de la Tierra. La especie había sido sembrada por su madre semanas antes de morir de cáncer. ¿Por qué escogió la fecha? Lo hizo por ser el día en que ella, con severos problemas de salud, lo plantó en homenaje a la naturaleza, como excelsa creación del Dios eterno.

Más allá de lo estrictamente íntimo, fue un llamado al mundo para que tomase conciencia sobre los graves problemas que confrontamos como sociedad. El funcionario norteamericano era un ferviente activista ecológico. Con el malogrado expresidente John Fitzgerald Kennedy, había viajado en el año 1963 a reunirse con sectores ambientales en Filadelfia, para concientizar sobre la importancia de cuidar al planeta, apenas semanas antes del vil asesinato del carismático primer mandatario norteamericano, hecho acaecido en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de 1963.

En 1969 lideró una manifestación en donde acudieron delegados de más de dos mil universidades, escuelas públicas y estatales que presionaban al gobierno del entonces presidente Richard Nixon, para la creación de la Agencia de Protección Ambiental. La encargada de la relatoría ante las autoridades de Washington fue su progenitora, la jurista Dorothy Johansson. Este exitoso movimiento fue el preámbulo de la fecha, las jornadas ciudadanas consiguieron el viento de vela requerido, el Congreso norteamericano acogió aquellas inquietudes, como una propuesta que convocara al mundo a tener conciencia en temas como: el desarme nuclear, el medio ambiente, la superpoblación, el hambre y la pobreza. Si bien se celebra desde 1970, es desde el 2009 cuando por mandato de la ONU, se conmemora de manera oficial, formando parte de una de las prioridades del organismo multilateral en su empeño por lograr mejores condiciones de vida para todos.

Una realidad espeluznante

Conmemoramos un nuevo aniversario de un planeta en crisis. Más de siete mil millones de personas hemos hacinado el domicilio común. Una poderosa daga atraviesa el costado de sociedades pulverizadas por diversas problemáticas.

En 1964 el planeta poseía aproximadamente tres billones de árboles distribuidos en los cinco continentes. ¿Sabían que en sesenta años perdimos un billón de árboles? Esto equivale a los cuatro siglos que precedieron a la llamada revolución industrial que comenzó en 1760 y culminó en 1840. En la actualidad tenemos cerca de 2 mil millones de personas estrechamente vinculadas a la naturaleza. Desde la década del setenta pasamos de doscientos millones de humanos que utilizaban la leña como combustible a la cifra de ochocientos millones, semejante estadística es abrumadora.

Hoy el marcado deterioro Ha pulverizado vastos territorios. El fuego aniquilador ha arrasado con kilómetros de bosques amazónicos en los últimos años. Las reservas forestales del sudeste asiático han dado paso a moles de concreto en ciudades llenas de esplendor, pero carentes de bosques esplendorosos. Esto hace que los problemas del agua sean tan dramáticos que algunas regiones del planeta prácticamente están sacudidos por una realidad sin respuestas. Otro aspecto gravísimo es lo atinente a nuestros océanos.

Según el escritor y profesor de bioquímica de la universidad de Boston Isaac Asimov, los océanos tienen un área total de 205 millones de kilómetros cuadrados y cubre el 71% de la superficie de la tierra. La contaminación actual atenta no solo contra la vida marina, sino que vulnera la vegetación acuática, que es la responsable de producir el 68% del oxígeno. «Las consecuencias de la irresponsabilidad humana en términos de desperdicio y contaminación serán cada vez más evidentes e insoportables», escribió Asimov, pero al mismo tiempo afirmaba que «los avances tecnológicos pondrán en nuestras manos herramientas que ayudarán a acelerar el proceso por el cual se revierte el deterioro del medio ambiente». En África el hambre pulveriza a miles de personas que desembocan en el infierno de las peores calamidades, son pueblos que todavía arrastran los bemoles de siglos de oscurantismo. El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, publicado hace dos años, se estima que casi 690 millones de personas pasaban hambre en 2019 (un aumento de 10 millones de personas desde 2018 y de casi 60 millones en cinco años. La pandemia de moda tiene atemorizado al mundo, los hospitales estuvieron abarrotados de pacientes, las morgues se llenaron de cadáveres, sin distingos de clases sociales e ideologías. Un virus letal, que sin embargo, tiene menor poder disuasivo que la inconciencia del hombre, el mayor enemigo del planeta somos nosotros: cuando nos dedicamos a destruir, con una saña que asusta hasta al propio odio.

Un planeta nuevo

En la actualidad existen experiencias interesantes que buscan revertir la situación. Desde hace algunos años sociedades nórdicas han logrado ir fortaleciendo la conciencia en la defensa de nuestros recursos. Es fundamental tomar conciencia sobre lo que ocurre en nuestra casa común. Debemos ir a las nuevas generaciones a través de la educación a todos los niveles. Una mirada preponderante debe estar en los sectores rurales, es allí en donde organizaciones como Acción Campesina, dan herramientas para la transformación del ser humano. Es enseñando lo importante de preservar cada espacio que simboliza un inmenso amor por la salud del planeta.

Somos millones de personas obligadas a convivir con racionalidad. Nos toca emprender una verdadera cruzada que revierta las estadísticas que tienen preocupados a los distintos gobiernos.