Pastor, la política y la bohemia

Opinión | marzo 25, 2021 | 6:20 am.

Me levanto muy temprano con mi café madrugador recordando una conversación con Rafael “Fucho” Tovar en su hotel “President” de Plaza Venezuela, Caracas, hoy de mi amigo Julio Marcoli.

Debe haber sido en 1998 y era la campaña de Chávez. En ese momento “Fucho” era gobernador de Margarita, dueño del transporte marítimo Conferry y de la Clínica “La Fe” en la Isla, Pastor Heydra era diputado al Congreso Nacional, ambos con sus raíces familiares sembradas en Juan Griego. Vivían en una disputa política permanente, que acapara las noticias de la prensa nacional y regional.

Pastor lo denunciaba e interpelaba en el parlamento por Conferry. En esa época tenía nueve ferries y hacían cuatro viajes diarios de Puerto La Cruz a Margarita ida y vuelta; dos viajes diarios de Margarita a Coche ida y vuelta. Conferry fue expropiada, al parecer la familia Tovar no ha sido indemnizada, hoy no hay ferries.

Pastor denunciaba a Conferry pidiendo mejores servicios pero nunca denunció a “Fucho” por corrupto. Siempre dijo que fue un hombre honesto y un gran gerente, venido de abajo y que era ejemplo de superación. En el fondo Pastor tenía admiración y afecto por su paisano, pero se daban escardillazos.

Esa noche le preguntó al Gobernador cuál era el origen de esa pelea. Me da su versión. Dice que eso se remonta a la década de 1940, cuando él y otras jóvenes juangriegueras, entre las que se encontraba Iris Rojas (madre de Pastor), se vinieron en barcos a Caracas a estudiar. Eran varias muchachas. El único varón era Fucho; pasaron los años y cada quien escogió su camino, Fucho se casó con doña Lilia, Iris hizo lo propio con el padre de los Heydra. Entre copa y copa se reía y decía: “Mario, tú no te das cuenta que él me quiere. Todo ese problema es que yo no fui su padre, su papá fue mi amigo y murió en los vapores del whisky. Te acordarás de mí; ese es el destino del Perro Pastor, se lo pega más que yo”. Ese fue el contexto de sus palabras. Conociéndolos a los dos, en ellos hubo respeto y querencias.

Me llama la atención las coincidencias finales de ambos, “Fucho” (72) y Pastor (72) fueron políticos, diputados, bohemios, miembros de la República del Este de Sabana Grande, amigos de la buena comida y la mejor bebida. Vivieron en Caracas la mayor parte de sus tiempos. Aquí estudiaron, se formaron, trabajaron; uno en 1999 y el otro en el año 2021, con más de 20 años de diferencias los dos se fueron a Margarita.

“Fucho” llegó de Caracas a la Isla, se complicó su salud y ya no salió más. Pastor, de Panamá salió a España. En mayo de 2019, nos encontramos en Madrid, allá compartimos con Antonio Ledezma, Carlos Tablante, Oswaldo Muñoz, Miguel Sierralta y otros amigos. Se fue a Valencia, España. Allí dejó su familia, regresó a la Isla y se quedó para siempre. Las raíces de sus enfermedades, tanto de “Fucho” como la de Pastor, estuvieron precedidas por los amarillos. De ahí se generaron las lesiones fatales, fallecieron en la misma clínica, casí a la misma hora y a la misma edad.

“Perro, chúcale chúcale, guau guau”. La guerra sucia

A finales de la década de los años 80 del siglo pasado, “El negro” Samuel Robinson era el dueño de la cadena radial “Súper suave”, con más de 35 emisoras en el país. Era un poder comunicacional, Pastor Heydra era diputado, era el segundo gobierno de CAP.

La política era movida. Todos los días había un invento nuevo. El desaparecido restaurante Shorton Grill, cerca de Fedecámaras, era el centro de operaciones políticas donde a diario se daban cita “Caraquita” Urbina, Manuel Felipe Sierra, Carlos Delgado Chapellín, Samuel Robinson, Jesús Urbieta, Alfredo Padilla, Freddy Rincón, Germán Lairet, Miguel Manrique (Bernal), Mario Valdez, entre otros. Cuando nos referíamos al restaurant lo llamábamos “Chipre” porque era un centro de espionaje, frecuentado por policías y dirigentes políticos que iban a enterarse de los chismes y las ocurrencias de estos personajes.

Cuando iban a hacer una maldad periodística, ahí estaba Pastor, que siempre fue ocurrente, de mente malévola, díscola y formada en la picaresca margariteña, con un lápiz rayando el papel, diseñando cual sería el mensaje y la caricatura que iban a editar. El negro Robinson decía: “Perro, chúcale chúcale, guau guau, porque realmente estos personajes se gozaron de lo lindo esa época. Impusieron en este país lo que hoy se conoce como la guerra sucia.

Le ganamos un juicio a “El Nacional” y acabamos con el anonimato periodístico

El año 1989, el diario El Nacional era dirigido por Miguel Henrique Otero y Alfredo Peña. Eran conocidos como el dúo dinámico. Tenían una sección que se llamaba “Paredón de papel” que no la firmaba nadie, era anónima, nadie respondía. Se metían con todo el mundo que se atravesaba en sus planes. Para reclamar tenias que ir contra el periódico pero no era fácil: era un poder.

Realmente era un paredón de fusilamiento. Al que metían ahí, lo quemaban, lo siquitrillaban. De ese paredón el que salía vivo, salía rayado y en el mejor de los casos chamuscado. Era pública la disputa política y personal entre el Perro Pastor y el Dúo Dinámico. La campaña del periódico contra Pastor era dura. Era una guerra sin cuartel porque él también les disparaba y con plomo grueso a través de los medios que le daban cobertura, también pegaba, era fajador, sabía defenderse. Fue llevado al paredón de fusilamiento pero sacamos la pelea de los medios y nos fuimos a tribunales.

Pastor Heydra presenta una acción de Amparo Constitucional y sigue un juicio contra el rotativo de Puerto Escondido y sus directivos, alegando las ofensas y la difamación reiterada que le disparaban desde el periódico. El tribunal nos dio la razón y acordó una medida cautelar prohibiendo el anonimato y, le ordenó a El Nacional que todas las notas publicadas debían ser firmadas para que los que se sintieran afectados pudieran tener a quien reclamarle. Desde ese momento apareció firmando el periodista Jesús Eduardo Brando. Los abogados de El Nacional fueron José Eduardo Baralt y Ramón José Medina, llevaron el juicio hasta la extinta Corte Suprema de Justicia, que dictó sentencia y acabó con el anonimato en Venezuela. Los abogados de Pastor Heydra fueron Haydee Valenzuela, Ana Isabel Arellano y este servidor Mario Valdez.

El “Perro” Pastor y JVR, rivales irreconciliables

Es que el “Perro” Pastor no era una perita en miel. Fueron incontables las peleas en el campo político y periodístico que dio Heydra. Recuerdo que siendo ministro de la Oficina Central de Información (OCI) con CAP II toma como objetivo al polémico periodista Rafael Poleo. Esa fue otra guerra sin cuartel.

Poleo se sale con la suya y publica en su revista Zeta una grabación de Pastor y el general Herminio Fuenmayor para la época director del DIM. El general le pregunta: ¿quién le da tanta información a José Vicente Rangel? Y Heydra le responde: “Si quieres saber quién visita a JVR, monta una ‘cámara arrechísima’ en el Ávila». Con ese dardo, Poleo abrió la brecha que terminó con muchos de amistad entre Pastor y JVR. Es que estos fajadores se las ingeniaban. Se fueron los dos y como nada es eterno. Aquí en la tierra después de haber sido amigos, pasaron a ser rivales irreconciliables, puede que se acuerden en el más allá.

En el Shorton Grill con la pistola Sig Sauer 45

Los pasillos del hemiciclo del Congreso fueron testigos de los fuertes encuentros y discusiones con Miguel Henrique Otero (El Nacional), Oscar Yanez, Douglas Dager. A raíz de una campaña de desprestigio que el rotativo hizo contra Pastor, el diputado se presentó a la sede del periódico con un tribunal y sus abogados para que le entregaran la supuesta cinta o grabación que publicaban, la cual era inexistente.

Los directivos no le dieron la cara, se escondieron. Al respecto Pastor, en una entrevista con el periodista Víctor Suárez, refiriéndose a Miguel Henrique Otero, le dice, cito: “Un día en el restaurant Shorton Grill, estando yo con Caraquita Urbina y Mario Valdez, saqué una Sig Sauer 45 con mira laser que portaba y le pasé varias veces la luz por la frente”. Esa tarde fue de mucha tensión. El editor Otero dejó la mesa servida y salió con sus acompañantes. Caraquita llamó a su chofer y le dijo “Camaparipano, tráigame el maletín por si acaso”. Le dijo Pastor, lo que Usted acaba de hacerle a ese hombre es una afrenta y dele gracias a Dios que él no es de Coro, estado Falcón, porque un coriano regresa y aquí se presenta la plomazón, por eso pongo el maletín al lado. Alfredo Padilla le dice: “el compadre Caraquita siempre andaba armado”. Voy a narrarles un hecho valiente que vi de este hombre.

Antonio José “Caraquita” Urbina y las dos Granadas

“Caraquita” fue el secretario general de la Juventud Comunista en la década de 1960. Fue un coriano valiente. Era la época de la subversión, las guerrillas. Fue el autor y planificador del “Túnel del Cuartel San Carlos” por donde se fugaron Pompeyo Márquez, Guillermo García Ponce y Teodoro Petkoff.

Se acoge a la pacificación en el gobierno de Caldera, se gradúa de abogado y es Rector del antiguo Consejo Supremo Electoral (CSE). En un almuerzo en ese mismo restaurante se encontraban Carlos Delgado Chapellín, presidente del CSE, “Caraquita Urbina”, Pastor, Freddy Rincón, Alfredo Padilla y Mario Valdez.

Se presenta Remberto Uzcátegui ex comisario general de la Disip, quien en los años ’60 había dirigido la “Operación Oriente”, que fue un exterminio de hombres de izquierda, de los cuales “Caraquita” era su jefe. Entre ellos había una vieja rencilla por razones políticas, uno era perseguidor y el otro perseguido. Remberto, con sus acompañantes, se sienta en una mesa en el otro extremo. Después de un cruce de miradas, el doctor Urbina dice: tengo que resolver una cuenta con este hombre para poder estar tranquilo, se va a su vehículo y regresa con un maletín directo a la mesa del policía. El hombre se queda mirándolo, saca dos granadas y le dice “Remberto, estas incomodo con mi presencia y yo con la tuya. Vamos a resolver esto”, le dice aquí tienes una para no llevarte ventaja “vamos a matarnos allá afuera”. El restaurant “Shorton” estaba lleno de comensales y hubo un silencio total esperando el desenlace, interviene Pastor y Delgado Chapellín que era compadre de los dos y hacen las paces, terminaron siendo grandes amigos. Hasta muy entrada la noche escuchamos las anécdotas de esos personajes.

El mejor diputado de las Islas de Margarita y Coche

Pastor, en el parlamento, además de buen orador, fue un diputado a tiempo completo. Somos testigos de cómo buscaba las ayudas y los proyectos para la Isla. Es reconocido como el mejor parlamentario en todos los tiempos que ha tenido las Islas de Margarita y Coche. También se fue a las manos en varias oportunidades dentro del Capitolio. Son memorables las tanganas, entre otras, con los diputados Ibrahím Velásquez, Pedro Carreño y con Henry Ramos Allup: se dieron empujones, golpes y trompadas parlamentarias.

El último periodo parlamentario que finalizó el 2005 ya el hombre estaba cansado, la pólvora estaba mojada, los reflejos no eran los mismos, la mano la sentía más pesada, ya habían pasado los tiempos en que fue un duro roble y formaba parte de las brigadas de choque de la juventud comunista.

“Tiene la palabra el diputado Pastor Piedra”

El 4 de febrero de 1992, Pastor fue quien llamó a CAP cuando venía de un viaje a Davos y recién llegaba La Casona, alertándole que lo iban a matar y que estaba en marcha un Golpe de Estado, para deponer del gobierno. De quien había sido su ministro de Información en 1989. El presidente Pérez le dijo: Pastor, Usted siempre anda creyendo cosas, aquí no pasa nada; tiempo después le dio la razón.

Hay una anécdota famosa cuando el diputado William Lara era presidente de la Asamblea Nacional y Pastor era diputado. Le toca el derecho de palabra y el presidente, para joderlo y provocarlo en plena sesión, dice: “tiene la palabra el diputado Pastor Piedra” (en alusión a los cañonazos disparaba en sus discursos), y Pastor responde: “Respete diputado, yo no le digo a Usted, William Rara”. La bancada opositora se levantó y aplaudió de pie la ocurrencia del margariteño.

Mis largas conversaciones con Pastor

En diciembre de 2018, Pastor viene a Caracas a sus chequeos médicos rutinarios. Vivía en Panamá con su esposa Adriana y su hijo Pastorcito, el doctor Andrés Fermín lo requiere por varios días. Va a alojarse en un hotel capitalino. Mi esposa Alba Marina “La Nena” y yo lo invitamos a que se quedará en nuestra casa. Esos 20 días con Pastor fueron extraordinarios, largas conversaciones, anécdotas y recuerdos de amigos, una buena experiencia intelectual, fue una pluma buena y mordaz. Me dio orientaciones y recomendaciones para tres libros que debo mandar para el horno de publicaciones. Además siempre está presente de amarillitos y buena comida, así son mejores los ratos.

Pastor y yo nos encontramos en enero de 1975 en la FCU de la UCV. Tenía una legión de mujeres estudiantes y dirigentes, Coromotico Jiménez, su fiel amiga, colaboradora como ninguna, Pastor bautizó a su hija, son compadres. Él se graduó de Periodista y yo de Abogado, nuestra amistad se mantuvo a lo largo del tiempo, hablábamos a diario siempre de la política, cuentos, burlándose de los demás, sufría porque la oposición no levantaba cabeza, “viven equivocados, como pierden las oportunidades”, decía. En una de sus últimas llamadas la sentí como una despedida. Así se lo hice saber a su hijo Carlos Julio Heydra, a Manuel Felipe Sierra, a Gustavo Limongi y a Manuel Millán. Hasta luego viejo Roble.

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