El laberinto venezolano
Los venezolanos hemos entrado en un largo y azaroso abismo. Tan aprensivo y ruin como la maldad.
La gran república que repartía oportunidades a granel, por el privilegio del hidrocarburo en sus venas, sufre en la actualidad de una crisis sin precedentes que tiene a millares de sus hijos hurgando en la basura. Las expectativas de crecimiento económico se fueron al piso cuando la peor de las pesadillas se presentó disfrazada de cambio político. El saqueo fue dándose en dosis paulatinas de populismo.
Quien más arengaba simbolizaba al redentor. Labios impúdicos para discursos incendiarios, que arrasaron con las muy buenas cosas que trajo la democracia. Fue así como el desplome nacional cayó a los pies de la realidad. La Venezuela con enormes oportunidades, quedaba postrada, debido al delirio de una elite corrompida que llegó para fusilarla. Desalentadoramente quienes están llamado a cambiar las cosas generalmente son instrumentos ciegos del mismo aparataje gubernamental que dicen combatir. Sus contradicciones y rivalidades estériles han fortalecido al obsceno poder miraflorino.
La falta de una verdadera conducción inteligente y coherente es uno nuevo clavo en el ataúd de la patria. La aciaga realidad nacional no es para buscar protagonismo entre cadáveres políticos, se trata de encontrarse con un pueblo que resiste estoicamente en soledad, esos sectores arruinados desean que surja un liderazgo que hable su lenguaje, que cuente sus penas. Que sepa interpretarlos como protagonistas de una realidad hostil.
No es tiempo de parlanchines peleándose el último sorbo. La realidad les solicita que asuman un compromiso histórico. Es ir hasta las entrañas de la gente para acompañar su dolor. Estamos hartos de encuentros con las mismas caras, siempre un contubernio de imbecilidades tratando de encontrar una luz que se les apagó. Necesariamente debe nacer otro liderazgo que tenga el corazón puesto en el pecho venezolano.
[email protected]
twitter @alecambero