Yo y mis circunstancias

Opinión | septiembre 27, 2020 | 6:26 am.

Largas filas de vehículos para poner gasolina llenan las avenidas de Caracas. Cortes eléctricos prolongados también empiezan a ser parte de la realidad capitalina, al igual que la irregularidad del servicio de agua. El colapso de la infraestructura ha tardado en llegar a la capital, pero lo inevitable está ocurriendo. Lo que es una realidad desde hace años en Estados como Táchira, Zulia y muchos otros, hoy es una realidad que toca, y trastoca, la vida de los caraqueños. Imposible alegrarse por esto, a quienes les ha tocado vivir experiencias similares saben los efectos físicos y psicológicos que situaciones como estas traen consigo, por lo que la mejor manera de describirlo no es otra que como una nueva tragedia.

José Ortega y Gasset argumentó sobre la manera como el contexto influye en nuestra realidad. De ahí la frase “yo soy yo y mis circunstancias”. Esta realidad tienes dos implicaciones muy importantes. La primera, y más evidente, es que el ser humano es parcialmente libre, toma decisiones en la medida que su entorno se lo permite. El segundo elemento que se puede extraer de esta frase, y que quizás es menos evidente, es que justamente ese “yo y mis circunstancias” trae consigo un entendimiento parcial de la realidad, y también que cada uno se ensimisme sobre sus circunstancias, muchas veces olvidando las del otro, o al menos dejándolas en un segundo plano.

Ese concentrarse en uno mismo y sus circunstancias se agudiza cuando se trata de sobrevivir, si bien en contextos sociales en los que hay precariedad se dan redes de apoyo, en términos generales los tejidos sociales se debilitan y las normas, formales e informales, tienden a ceder en cuanto al deber ser y se acercan más a un pragmatismo centrado en el individuo y su entorno inmediato. En situaciones como las que atraviesa hoy Venezuela es natural que cada uno esté tratando de resolver su situación particular, la solidaridad es fundamentalmente circunstancial, y de alguna manera se basa en una noción de ayuda mutua. En contextos el “yo y mis circunstancias” se agudiza.

En Maracaibo y San Cristóbal le reprochan a quienes viven en Caracas que ahora se quejan por la escasez de gasolina, pero que en sus ciudades eso es una realidad desde hace años y nunca se solidarizaron. Habría que preguntar a esas mismas personas si cuando en ciudades más pequeñas en sus Estados o en algunas zonas rurales ya se estaban viviendo situaciones de cortes eléctricos, falta de combustible, y muchos otros problemas, ellos se solidarizaron. Lo más probable que es que la respuesta sea que no. Y esto es normal porque al final de cuenta las personas se preocupan y actúan más en situaciones que los afectan directamente que en aquellas que lucen más alejadas.

Lo que ocurre en países con un sistema funcional, en el que el Gobierno tiene cierta capacidad de acción, la economía se comporta dentro de ciertos parámetros normales, y en general existe un marco institucional estable, es que las personas pueden dedicarse a sus asuntos privados y, en menor medida, a otros temas que son de su interés, normalmente vinculados a temas locales, como por ejemplo asuntos escolares, deportivos, e incluso a temas ambientales de impacto en la comunidad. En esos contextos es justamente ese sistema funcional el que permite agregar las acciones individuales y comunitarias a niveles superiores, bien sea estatal, regional o nacional. En Venezuela eso no existe hoy.

El resultado de lo anterior es evidente. Una desarticulación absoluta de la sociedad, en la que la realidad inmediata es el inicio y el fin de la acción colectiva. No hay mecanismos de agregación, mucho menos de coordinación. Es natural que cada persona priorice su entorno, es ideal que basados en ciertos preceptos morales esas mismas personas tengan una visión del vinculo entre individuo y sociedad, pero donde se encuentra el verdadero problema de esa “falta de solidaridad” es en el sistema, es en el marco institucional y sus actores donde se encuentra la causa fundamental del hecho que cada uno sufra de cierto grado de miopía social.

Twitter: @lombardidiego