Personajes de mi pueblo (Don Gustavo Adolfo Perdomo)

Opinión | agosto 22, 2020 | 6:20 am.

El tiempo es el único capital de las personas que no tiene más que su inteligencia por fortuna” Honorato de Balsac (1799-1850)

En el año 2009 pregunté al amigo Alberto Perdomo Arzola, hijo menor del para entonces Cronista Oficial del municipio Simón Rodríguez, don Gustavo Perdomo: ¿Es válido hacerle una crónica al cronista? Y me respondió con otra interrogante ¿Y por qué no? Le respondí con otra interrogación ¿Le echamos ganas? ‘A vaina, procede y yo hago la foto’.

Nos sentamos en el Majar del Jeque y auscultamos parte de su larga y dilatada trayectoria como ciudadano dedicado al ejercicio de la hermenéutica jurídica, un padre de familia, que adquirió esa sabiduría legal en los primeros años de su vida, como secretario de un tribunal de municipio, en el estado Barinas. También ejerció el cargo de jefe de cobranza para Oriente en la empresa Intersan, con asiento en Puerto La Cruz, dónde fijó residencia durante el tiempo que ejerció el cargo al cual renunció, para regresar de nuevo al incipiente pueblo de El Tigre, que escogió como segunda patria chica, ya que, vino al mundo en San Diego de Cabrutica – Municipio Monagas – el 11 de noviembre de 1925. ¿No me preguntes edad, saca la cuenta? Me dice con su proverbial buen humor.

Una vez establecido en El Tigre, con su esposa Francisca Arzola, una guireña que había conocido en Santa Bárbara de Maturín, cuando trabajó en el Tribunal del municipio Punta de Mata y con la cual había contraído nupcias en el año 1945, en plena efervescencia de la revolución de octubre, incursionó en el ramo de la construcción dónde, con una firma personal, obtuvo el contrato con la empresa Tigasco en el año 1954 para introducir la tubería que sirve de red de gas directo a una pequeña porción de la ciudad, pero que cubría el área urbana que existía para la época y la cual más nunca ha sido ampliada por omisión imperdonable de sucesivas administraciones municipales.

Luego, fundó la Constructora Perdomo Casa, S.A. (PERCASA) con la cual construyó unas 60 casas prefabricadas en la zona de la avenida Winston Churchill, entre ellas, la que fue su residencia hasta el día de su deceso. Nos confesó, con un dejo de nostalgia «Todavía conservo los equipos para la construcción de esas casas prefabricadas y nunca descartó retomar la actividad, evidentemente, si la troja se le ponía alta, decía en son de chiste”.

Tuvo 7 hijos: Gustavo Hugolino, Romelia Margarita, Arnoldo Amado, Edgar Vicente, Francisco, Alberto Alexis y Mirtha Josefina que lamentablemente falleció en el año 1992, más 18 nietos y 10 bisnietos, los cuales arriman al mingo buenos dividendos, por lo que más nunca tuvo que pensar en esos equipos y menos trabajar en tan dura faena. Estaba retirado de esos avatares y esa chatarra hay que venderla, dice uno de los nietos. Eso forma parte del basurero de la historia, adiciona su hijo Alberto Alexis.

Lo que nunca abandonó don Gustavo Perdomo mientras Dios le dio vida fue el ejercicio del derecho, el cual aprendió de manera autodidacta y cuyo aprendizaje inició cuando culminó la primaria, para la época una proeza, que sus padres Lucio González y María Marcelina Perdomo, celebraron con orgullo.

El niño que llegaba a 6to. grado, en ese entonces, era un instruido, ilustrado y considerado una lumbrera. Y con el mocito Gustavo, se daban esas condiciones. Incluso, con esos conocimientos, se abrió paso a buscar trabajo e inmediatamente logró el cargo de Secretario del Tribunal del Municipio Antonio José de Sucre – Socopó en el estado Barinas.

Esa experiencia vivida le sirvió para acrecentar sus conocimientos, estar en el ambiente propicio para desarrollar su vocación por el derecho, cuestión que perfeccionó, al extremo de que, sin poseer el título de abogado expedido por una universidad, ha ejercido el derecho con sabiduría, sapiencia y brillantez y además poseyó la virtud de haber servido de tutor a cientos estudiantes para concluir felizmente sus estudios de derecho. Para muchos profesionales del derecho fue instructor, guía, consejero, facilitador y fuente de conocimientos que requerieron para culminar con éxito sus estudios y más allá para apuntalar sus carreras en el duro y difícil ejercicio en los distintos escenarios que desempeñan en la actividad tribunalicia. Unos han pagado bien, otros se le fueron con la cabuya en la pata y muy pocos, luego ni lo saludaban, comentaba con picardía, pero no hay amargura. Pa’ lante es pa’ allá, decía con el orgullo del deber cumplido. ¿Consulta a Juan gallino? Me repitió varias veces y soltaba su habitual carcajada. Muy buen muchacho.

Don Gustavo Perdomo fue un hombre ilustrado, autodidacta y preocupado por dejar un legado histórico que sirviera de referencia a las presentes y nuevas generaciones, en ese sentido cultivó su intelecto en las ciencias sociales, también dedicó, buena parte de su vida al acrecentamiento de sus conocimientos históricos.

Era un vehemente y apasionado investigador de los hechos, personajes y pasajes de nuestro pasado local, regional y nacional.

En el año 1996, cómo reconocimiento a la ardua labor que desarrollo, experiencia, estudio, curriculum y reconocida hemeroteca histórica, fue distinguido por la Cámara Municipal, que presidió el Lcdo. Neuman Cedeño, con el nombramiento de Cronista Oficial del Municipio Simón Rodríguez, cargo que ostentó hasta el día de su lamentable fallecimiento. Esa sapiencia por el hecho histórico, le permitió durante los años que llevó en su ejercicio, que el Liceo Pedro Briceño Méndez, bajo la dirección de la Profesora Inés de López, le concediera la distinción de “Bachiller Honoris Causa”, con cuya credencial, se inscribió en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL) dónde egresó graduado –

El autor formó parte de esa distinguida promoción – como Cronista Oficial en la primera y única promoción que ha dictado alguna universidad en Venezuela en esa especialidad. Nunca es tarde porque cuando se quiere, se puede y don Gustavo, que nació con la fortuna de ser inteligente, y que hizo del tiempo su único capital pudo. Nunca se dejó vencer por la edad. Estuvo siempre en la vanguardia del crecimiento personal y profesional.

El que no pueda lo que quiera, decía el filósofo español José Ortega y Gasset, que quiera lo que pueda. Don Gustavo Adolfo Perdomo pudo hacer lo que se podía y lo hizo. Eso fue lo importante y relevante. En el momento de concluir la conversación me dijo. Ok Cheo, P.A.C. Alberto Perdomo, que estaba atento, expresó: «Él y sus sucesivas y ordenadas secretarias entienden el significado de esas tres letras. No indagues más! y ambos, soltaron una sonora carcajada.

Esta humilde crónica del cronista lo hicimos con la firma disposición de rendir honor a un hombre que, aparte de sus méritos ciudadanos, profesionales, ejemplar padre de familia y gran amigo, también, forma parte de esos grandes personajes del pueblo que nos vio nacer.

¿Una anécdota? Un amigo de don Gustavo ganó una licitación para construir una larga carretera de penetración hacía la zona rural de nuestro estado. El hombre, un adulto mayor, en sus largas estadías por esos montes, cotejó, enamoró y obtuvo el “sí” de una linda joven nativa. Ese acontecimiento, el amigo de don Gustavo, decidió celebrarlo y presentar su nuevo amor a su legión de amigos. Invitó a una ternera, con todas las de la ley e invitó a Perdomo a la mesa principal. Todo iba de caramelo. El hombre ordenaba «Whisky para Perdomo, carne para Perdomo, más para Perdomo y todas las atenciones para Perdomo», pero como al mejor cazador se le va la liebre, el excelentemente atendido amigo cometió una imprudencia imperdonable con el atento anfitrión, lo cual le costó el retiro de las atenciones y por poco no se viene a pie sino es por uno de los tantos invitados, que le dio la cola. A nadie le falta Dios.

Resulta que cuando sale la doncella y el hombre la va presentando de mesa en mesa, Gustavo estaba haciendo una necesidad fisiológica y cuando volvió ya había concluido el ritual. Sin embargo, con ojo de buen cubero, se percató de la linda joven, pero se hizo el loco. Pasado un buen tiempo se dirigió a su amigo y preguntó: ¿Y esa linda chica? El hombre, apenado, le responde ¿caramba Gustavo no te la presenté? y éste con picardía le responde, no. Entonces viene lo bueno. El amigo le dice con orgullo: mire, amigo Gustavo, esa es mi chica. La encontré aquí, cero kilómetros, y Gustavo le riposta: ¿No sería que tenía la guaya suelta y no te diste cuenta? ¡Desgracia! De allí en adelante, por su ligereza no le atendieron más, le pusieron cara de león, casi le rugían y, tuvo que pasar el resto de la velada, campaneando el hielo con agua y no vio más carne. Gracias a Dios, consiguió una cola, porque de lo contrario todavía viniera en camino, nos contó. Tan Avispado que era el hombre y peló ese escalón. La lengua es el castigo del cuerpo.

Este 21 de agosto se cumplen cuatro años de la lamentable desaparición física de don Gustavo Perdomo, por lo cual, consideramos importante en honor a la amistad, un reconocimiento a su legado y como un gesto de solidaridad a su distinguida y prolíficaca familia, reeditar esta crónica. Dios lo tenga en su santa gloria.

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