En homenaje a mis tres padres

Opinión | junio 22, 2020 | 6:28 am.

Escribo en domingo, Día del Padre. Los tres fallecieron hace ya algún tiempo, pero dejaron huellas imborrables en mi personalidad, de esas que nos guían en los contradictorios senderos que debemos transitar.

El primero y principal fue mi padre biológico. Ángel María Álvarez Domínguez. Natural de Camaguán, Estado Guárico, pero compartió buena parte de su familia en San Fernando de Apure. Llanero de pura cepa. Dedicó buena parte de su vida al telégrafo donde estuvo treinta y cinco años, Se inició como repartidor de telegramas en San Fernando, a los ocho años de edad. Terminó como director general de Telégrafos y Teléfonos de Venezuela, para el occidente del país, con sede en Maracaibo. En el camino recorrió buena parte del país. Dejó huellas en Ciudad Bolívar, en Barcelona, en Trujillo y paremos de contar.

Las principales líneas telegráficas del Zulia se construyeron bajo su dirección. Fue separado de sus labores a raíz del 18 de octubre de 1945. Es bueno recordar que en ese entonces los telegrafistas eran de mucha confianza de los gobiernos. Se había casado con Hilda Altagracia Paz Galarraga, natural de Los Puertos de Altagracia. Tenían dos hijos pequeños y se dedicó entonces a varias actividades comerciales, al igual que mi madre.

En 1948 rechazó una oferta hecha por el para entonces coronel Llóvera Páez para un cargo similar al que tenía cuando fue sustituido, pero a nivel nacional La rechazó. Papá me sembró la pasión por la historia de Venezuela. Me hizo paecista hasta el día de hoy. Nos enseñó a montar a caballo, a enlazar con soga y con mecates y, en mi caso particular, he compartido mi condición de zuliano con la de llanero espiritual. Lo acompañé varias veces a Camaguán y a San Fernando en pedagógicas visitas. Historia del Telégrafo en Venezuela es un libro editado por el Ministerio correspondiente. Allí se sintetiza, en varias páginas, el paso de Papa.

Murió de un infarto a los 64 años de edad. Yo estudiaba el último año de Derecho y era presidente de la Federación de Centros Universitarios del Zulia. No me vio graduado, pero sus enseñanzas y su ejemplo me han guiado en la vida.

El segundo padre fue mi tío Jesús Ángel Paz Galarraga. Con poco tiempo de graduado tuve que mudarme a Caracas. Él era Secretario General Nacional de AD y yo Secretario Juvenil Nacional de Copei. Salí de su casa cuando dos años después me casé y monté la mía. Ejemplo de vida y de constancia. Consejero severo en cosas de la vida. Su familia y la mía, la misma cosa, vivieron bajo el mismo techo en sus largos años de prisión. Sus hijos son unos primos más hermanos que primos. No hay espacio para más, por ahora. Ya habrá tiempo.

El tercero fue mi suegro, el padre de Cuchy. Tulio Espinosa Unda. Para mí también lo fue. Por falta de espacio, sólo diré que en un día como hoy su recuerdo y enseñanzas no se borran de mi mente. Esto continuará.

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