No son los bodegones, es la educación

Opinión | marzo 7, 2020 | 6:16 am.

Hay quienes solo pueden ver progreso cuando señalan la circulación de dólares, la existencia de bodegones, el “arancel cero” y la privatización de empresas públicas para los enchufados. Sin embargo, lejos de la “Chinización” que la revolución del cinismo presenta como logro debemos resaltar que el progreso no se mide por esos indicadores. Al contrario, progreso significa, además de mejoría de los ingresos, mejoras en la calidad de vida, en la realización personal y comunitaria.


Si queremos acercarnos a una forma de determinar objetiva y concretamente si nuestro país progresa, se estanca o retrocede evaluemos el funcionamiento del sistema educativo. Empecemos por la educación maternal e inicial. Los llamados “Simoncitos” son insuficientes. Sus instalaciones son deficitarias (muchos no tienen siquiera agua) y sus horarios de funcionamiento escasamente llegan a las 6 horas, lo cual obstaculiza la actividad laboral y económica de los padres.

En la educación básica y media se observan también problemas de infraestructura indignantes pero, además, los salarios de hambre de los docentes han dado como resultado la falta de profesores, principalmente en matemáticas, física, química y biología. Los estudiantes no reciben ningún programa de alimentación (tampoco en los “Simoncitos”).

La novedad, terrible novedad, es que he podido constatar que los pocos docentes que quedan en la U.E La Arenosa y la U.E. Ofelia Matute, ubicados en el municipio Libertador (Carabobo), están solicitando a los representantes dinero o comida para “completar” su miserable sueldo – con lo cual estaríamos pasando de dar comida a los estudiantes a quitarles comida. Ambas instituciones dependen de la gobernación de Carabobo.

El mismo gobernador que oferta dracuarepas, dracuplazas, draculandia y dracucervezas es el mismo que dirige esas escuelas públicas en camino de privatización. Si está deformación ocurre en todas las escuelas, es decir, se convierte ese desastre en política pública, los efectos en la deserción escolar serán más que notables aunque las estadísticas permanezcan en el más absoluto secreto de Estado.

Algunos en el madurismo insisten que son las sanciones las culpables de todo. Pero debe decirse que las sanciones son el resultado de gobernantes que ajustaron su conducta a la de supresores de garantías previstas en nuestra propia Constitución.

¿Les parece exagerado ser llamados violadores de Derechos Humanos? Bueno amigo lector, juzgue por sí mismo leyendo el artículo 26 de la Declaración Universal de los derechos humanos, suscrita por Venezuela en 1948: “Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.”

¿En los últimos 20 años nos hemos acercado o alejado de ese ideal? Nos hemos alejado y, visto que la misma gente es la que nos ha gobernado por 20 años seguidos, no veo creíble que si a la dictadura le quitan las sanciones dejarán de robar el dinero público para finalmente invertirlo en educación. Para cambiar nuestra situación educativa debe cambiar el gobierno, preferiblemente, por voto universal, secreto y directo para que ese futuro gobierno sea reflejo de las aspiraciones del pueblo.

Una auténtica política educativa nos permitirá progresar, progresar de verdad, en número de estudiantes, en calidad educativa, en alimentación escolar, en sacar de la pobreza y la miseria a millones de personas a través de la universalización del saber, el conocimiento y la adquisición de destrezas. Hombre, aunque la Nutella es muy sabrosa no es progreso, progreso es dignidad para la gente más humilde, contar con ingenieros, médicos, técnicos, mano de obra calificada, emprendimientos y crecimiento.

Es una lástima que ni el Gobernador de Carabobo, ni el Alcalde de Libertador tengan algo de valor para discutir públicamente estos problemas. Sería particularmente interesante, digno de estudio psicológico o quizá psiquiátrico, escucharlos defender los efectos positivos de la dolarización sobre la educación, los representantes y los estudiantes. Su nuevo slogan “Ese no es mi peo”.

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