El miedo colectivo ante el virus chino

Opinión | marzo 24, 2020 | 6:12 am.

El miedo es mi compañero más fiel, jamás me ha engañado para irse con otroWoody Allen (1935 – ) Actor, director y escritor estadounidense.

La pandemia mundial del virus chino tiene al mundo en vilo. El miedo es colectivo. Todos podemos ser víctimas de un asesino invisible, silencioso y, por sobre todas las cosas, implacable. En el mundo nos enfrentamos al enemigo más cruel e inhumano. Hay varias versiones acerca de su aparición, propagación y estela de muertos que viene dejando a su paso. Empero, las investigaciones, en su momento darán una versión creíble y veraz de cómo y por qué, desde China, dio el salto que nos paralizó y tiene a todo el género humano en un estado de vulnerabilidad sin precedentes. La aprehensión es general.


La economía mundial se derrumba. Los países más desarrollados, consolidados y fuertes, están volviéndose añicos. Está demostrado por enésima vez que la máquina y la revolución tecnológica no ha podido suplantar la mano del hombre. La producción está paralizada ante la ausencia del humano en los centros fabriles. El miedo al virus chino obliga a una cuarentena sin precedentes. Las calles se vaciaron, el mundo se paralizó y, todos estamos convencidos de que, la única forma y manera de evitar la infección mortal, es resguardándose en el hogar. La exposición es suicida.

El virus originario o que se originó en China, viajó sin pedir permiso, visa o pasaporte. Nadie lo percibió. Violó todos los controles fronterizos. Nada ni nadie pudo, puede, ni podrá, por ahora, detenerlo. Avanza y llega a los sitios más insospechados y afecta a seres humanos sin mirar su condición social, edad, religión y poderes ostentados. No hay barrera que lo detenga. Es omnipresente. Hay quienes lo cargan en su cuerpo sin tener la menor idea de su presencia. Es lo que llaman asintomático, pero infectan a los que, sí, sentirán sus mortales síntomas. Un albur.

Estamos en manos de Dios, la Virgen y los científicos. Todos trabajan a ritmo acelerado buscando detener el enemigo invisible que amenaza con continuar su paso arrasador y diezmar buena de la humanidad. En los momentos todo se reduce a una nerviosa espera que no sabemos cuanto tiempo durará. Lo cierto del caso es que, el virus chino, nos colocó en igualdad de condiciones, ante su mortífero ataque. Es silencioso e invisible. Encuentra los intersticios y por allí entra sin permiso. Tiene autonomía de vuelo y acción.

El que no está infectado no está exento de serlo. No hay padrinos, palancas, ni poderes que puedan influir para evadirlo o sacarse el lazo. Hasta tanto, los científicos, no descubran la vacuna milagrosa para detener el virus chino, todos podemos ser víctimas de su mortal infección y, en ese estado general de fragilidad, no hay valientes. El miedo es general y si hay, quienes no tienen miedo, confieso: Tengo miedo Es mi fiel compañero. Dios y la virgen os protejan.

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