Torpedo al cuarto de máquina

Opinión | febrero 19, 2020 | 6:26 am.

El discurso bélico del régimen condiciona el análisis de su conducta diaria porque desprecia toda racionalidad política de convivencia en el marco del respeto a las instituciones democráticas. A la oposición venezolana le toca diseñar estrategias que permitan, en el marco constitucional, derrotar la tiranía.


Dicho en criollo: el gobierno usurpador vive un calvario en 2020 producido por su brutalidad en el ejercicio del poder. Su soberbia gobernante le definió acentuar el curso violento de sus acciones desde inicios de año con el asalto a la Asamblea Nacional. Las agresiones contra Juan Guaidó al regreso de su exitosa gira internacional, lo que permitió al presidente interino recuperar parcialmente su imagen como líder nacional.

A medida que pasan los días no logra digerir el efecto causado por el apoyo mayoritario y el respaldo de la comunidad internacional. Esto ha causado estragos en el cuarto de máquinas de Miraflores, afectando severamente la línea de flotación de un régimen dedicado a maquillar la gravedad de la crisis gobernante. Ya calificado por el mundo democrático de horrible dictadura, como lo señalara recientemente el Presidente del Uruguay, Luis Lacalle, de no aceptar su indeseable presencia en el acto de asunción a su mandato.

Este desprecio internacional enloquece al tirano y su comitiva. Y le impulsa a todo género de ataques y agresiones a Juan Guaidó, olvidando que cada golpe, magulladura, destrucción de bienes convierten al presidente interino en un mártir de la democracia.

Ahora bien. Solo falta conocer en este segundo round de la confrontación entre el gobierno tirano y la oposición estructurada alrededor del Frente Amplio, luego de un nefasto 2019, si Juan Guaidó aprendió la lección conjuntamente con el cuestionado G-4. Que le permita superar los continuos y numerosos resbalones, deslices, impregnados del símil de la plasticidad de la caña, que puede doblarse al extremo de mantenerse firme para no partirse y asumir un curso político consistente que le determine retomar la confianza de la población en su liderazgo.

Por tanto sustituir el mantra archiconocido de los tres pasos por una participación en unas elecciones parlamentarias bajo el control absoluto del régimen será como lanzarse a una piscina sin agua. A partir del cálculo equivocado que la oposición recibirá el respaldo automatico del 85% de venezolanos que desea la partida de Nicolás Maduro del poder, como si se endosara un cheque en blanco a una facción política que malgastó la victoria de 2015 al obtener un 66% de la Asamblea Nacional y 112 diputados para no concretar el objetivo deseado: el fin de régimen.

La ruta a seguir es reconstruir el apoyo popular. Ello requiere del Presidente interino, antes de convocar grandes movilizaciones cual Ayatolá tropical, primero reunirse con todos los sectores laborales, empresariales, juveniles, académicos, religiosos. Y realizar una gira a los diferentes estados del país, para luego convocar a la gran marcha nacional cuya potencia permita tomar al cielo por asalto y no desperdiciar la esperanza de un pueblo de reconquistar su libertad y su democracia.

Movimiento Laborista