El largo y doloroso regreso a la libertad

Opinión | enero 9, 2020 | 6:16 am.

Ningùn asombro por lo ocurrido este 5 de enero en la elecciòn de la directiva de la Asamblea Nacional en Venezuela. Ya lo hemos afirmado: en Venezuela se había instaurado un régimen militar que suplantò la democracia.

Desde esa fecha en Venezuela existe un régimen que progresivamente se ha fortalecido, no tanto por la presencia de grupos paramilitares y del crimen organizado, también del terrorismo internacional, además de la evidente presencia de fuerzas militares (asesores) cubanas, rusas e iraníes, que forman parte del soporte fundamental que sostiene al régimen del carnicero Maduro y sus pandilleros.

El caso venezolano es un fenómeno único en la historia latinoamericana. Es la culminación de un proceso de ocupación de fuerzas extranjeras y demás grupos paramilitares al poder del Estado. Combina lo más sofisticado de la inteligencia de los servicios secretos cubanos y rusos, con la penetración directa de las bandas y megabandas del crimen organizado y mafias de narcotraficantes, junto con el grueso de las fuerzas armadas del país. El resultado: el primer narco Estado moderno.

Ese fue el deseo jamàs realizado ni por el Chapo Guzmán en Mèxico, ni por Pablo Escobar en Colombia. Ha sido Venezuela el espacio escogido para desarrollar este bien orquestado programa ideado por el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla.

No es cierto que el poder de Maduro esté mermando. Tampoco es cierto que Maduro sea la cabeza de este plan de ocupación territorial. Maduro o cualquier otro jerarca del régimen pueden en cualquier momento ser desplazados. Lo que interesa es mantener el poder por la combinación de grupos que se entrelazan y han logrado cohabitar casi a la perfección.

He leído que es probable que el desarrollo económico que se tiene para Venezuela se asemeje al ruso, con grandes corporaciones de industriales controladas por mafias. Lo contrario al desarrollo de capitalismo de Estado chino o de Corea del Norte. No creo que Venezuela tenga mayor capacidad, en las actuales circunstancias, salvo servir como centro de extracción, acopio y distribución, sea de drogas, minería de sangre y pràctica de trabajo tipo servidumbre a los trabajadores absolutamente desprotegidos de derechos laborales.

La sociedad venezolana –ello se evidenció este 5 de enero- está en una fase de tutelaje por parte de las fuerzas militares, policiales y paramilitares (colectivos). Lo que se espera es la incorporación de grandes conglomerados humanos, a las faenas de trabajos cuasi forzados, quienes recibirían ínfimas retribuciones salariales, como sueldos bajos y entrega de bolsas de comida y algún que otro beneficio adicional, según su jerarquía o dedicación a la revolución.

Ciertamente lo que se dice y lee según la cual la Asamblea Nacional venezolana es una de las últimas instituciones republicanas, junto con las universidades, en pie y medianamente independientes del poder militar gobernante, es relativamente verdad. Pero también es cierto que en cualquier momento –y el momento se acerca trágicamente- el régimen, una vez no le interese conservarlo, lo va a destruir por ser un símbolo democrático y de libertad.

En la Venezuela del narco Estado existe posibilidad para que un industrial o comerciante instale su industria o comercio. De hecho han proliferado los llamados mini supermercados o bodegones donde se encuentran alimentos y demás productos importados. Pero mientras usted no critique abiertamente al régimen, o estè conectado a un protector o grupo cercano al poder, lo dejan en libertad de trabajar, de lo contrario tendrá que acostumbrarse a las continuas visitas de inspección de todo tipo, hasta que se canse y pierda su inversión.

Esa es la realidad de un país que tutelan los militares. La cotidianidad venezolana pasa por la presencia absoluta de una bota militar, que por interés de uso y abuso, està pintada de rojo y humilla, veja e impone su arbitraria autoridad.

Esta es la pura y dura realidad de la Venezuela socialista del siglo XXI. Creo que de no ser por la presencia de la actividad parlamentaria y de una gran mayoría de valientes diputados y dirigentes de partidos y organizaciones de la sociedad civil, ya estaríamos sepultados en un hondo destino rojo-rojito sin salida posible. Con sus aciertos y desaciertos la actividad del Parlamento venezolano es hoy, la única voz que le hace frente a esos grupos formados en redes y que están muy bien organizados, apertrechados y totalmente decididos a inmolarse por una causa que ellos creen la única y verdadera.

Hay que tomarlos en serio, muy en serio. Desde los mismos militares y su jerarquía de oficiales, fuerzas policiales y los paramilitares y sus grupos tenebrosos que ya han estado actuando y demostrando lo que son capaces de hacer. No será nada fácil desplazarlos del poder. Lo he escrito una y otra vez: quien posee armas, hombres y equipo bélico y se està lucrando con fuentes financieras de dudoso origen, jamàs cederà, ni su jerarquía, ni sus armas. Estas se hicieron para ser usadas. Creo que no se puede ser màs claro.

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