De nuevo Tío Conejo en el escenario

Opinión | enero 14, 2020 | 6:20 am.

Fue la salida típica de Tío Conejo; quien se presentó de nuevo con una de las suyas frente a Tío Tigre. El mismo procedimiento del chalequeo a la mayoría absoluta que sacó la oposición en el 2015,  lo cual pareció en un primer momento que despejaba el camino para enrumbarnos en un nuevo destino. Cuando a última hora Tío Conejo se vale de la denuncia de una supuesta compra de votos, para el caso de la elección de los diputados indígenas y del estado Apure, a partir de unas pruebas chimbas, y así que vino la impugnación de esta elección. Lo cual dio lugar a un forcejeo entre los poderes públicos teniendo como desenlace el hecho de que la AN fuera declarada en desacato por parte del TSJ. Con esta jugada Tío Conejo quedaba inmune frente a toda posibilidad de que se le condujera a un proceso refrendario.


Pero, además, valiéndose de la figura del desacato entonces Tío Conejo decide convocar una elección para el nombramiento de una Asamblea Nacional Constituyente. Y lo que es más inescrupuloso aún, no para proceder a la realización de una nueva Constitución sino para contar con una cierta legalidad que le permita manejarse en el plano internacional con un aval para la obtención de asistencia financiera, sobre todo, de parte de Rusia y China.

Ya que todo crédito internacional, para su aceptación, requiere la aprobación de la AN, y que es donde se hizo sentir la AN a nivel mundial, movilizándose desde un punto de vista diplomático. Por lo que Tío Conejo, al verse frustrado en estas circunstancias, entonces terminó convirtiendo esa ANC en un aparato de terror; sobre todo, puesta a la disposición de comenzar a serruchar la AN, valiéndose de un peloteo institucional con el TSJ.

Es así como se comenzó a desatar la persecución contra los diputados, que implicó un proceso de allanamiento de todo aquél que considerara que se salía de la raya; de donde resultó que hay algunos detenidos acusados de propiciar intentonas de golpe de Estado, pero sin prueba alguna, y a quienes se les ha sometido a procesos judiciales largos y tortuosos. Este es el caso de Juan Requesens; cuando no, exiliados o, como los llama Diosdado Cabello, autoexiliados; lo que no deja de ser una tautología; puesto que todo exiliado se va al destierro por mutuo propio; sólo que este concepto en boca de Diosdado forma parte de ese mismo juego de palabras que utiliza esta gente; cuando habla, por ejemplo, de que en Venezuela no hay presos políticos presos, sino políticos presos, y a quienes se les ha descubierto en flagrancia conspirativa.

Sin lugar a dudas, la aparición y consolidación del liderazgo de Juan Guaidó, con motivo de su elección como nuevo presidente de la AN, y autojuramentado como presidente de la República; partiendo de los principios del cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres, fue fenoménico.

Primero, porque vino a llenar un vacío en lo que respecta a la necesidad de un dirigente que fuera capaz de aglutinar a su alrededor a todos los sectores de la oposición. Que es lo que explica las masivas manifestaciones que se realizaron a comienzos de 2019; tanto en Caracas como en otras ciudades del país; hastiada ya la gente de un gobierno que no repara en sus errores; pero, más grave aún, que se basa en una cleptocracia, al que la tiene sin cuidado la dura realidad por la que atraviesa nuestra sociedad.

Segundo, porque fue un liderazgo que se les fue de la mano al gobierno. Y la prueba está que cuando lo intentaron apresar por órdenes de Diosdado Cabello; enseguida, tuvieron que soltarlo; so pena de meterse en problemas no sólo con los EEUU; quien ha hecho una advertencia severa sino también con toda la comunidad internacional. Claro, eso le ha permitido ganar tiempo a Tío Conejo; en especial, mediante la asistencia a los famosos diálogos, que propició Noruega, en donde se vaciló la parte, dicho a la venezolana, y cuyas consecuencias acarrearon hasta la destitución de John Bolton por parte de Donald Trump; aparte de la ruptura de muchos sectores de la oposición con Juan Guaidó, y quienes ya en las primeras de cambio percibieron, que a esos diálogos no asistía sino un Tío Conejo dispuesto a jugárselas todas, con tal de mantenerse en el poder.

Y que es lo que ha recuperado en esta oportunidad Guaidó. Aglutinar de nuevo a todos estos sectores disidentes; llegando hasta cambiar la decisión de algunas fracciones parlamentarias que habían dispuesto abstenerse este 5 de enero. Con independencia de los 17 diputados que logró comprar el gobierno para propiciar el asalto fallido a su directiva visto que no logró imponer la plancha que había maquinado a partir de allí, a través de un intento muy avieso; puesto que el mundo entero fue testigo que, no sólo ese proceso, que condujo a la elección de Luis Parra como nuevo presidente de la AN, se llevó a cabo sin respetar la normativa establecida en su Reglamento Interior y de Debates, sino también que a Juan Guaidó no se le dejara entrar al palacio legislativo. Lo que obligó a que el proceso de su reelección se hiciera fuera del mismo, en la sede del diario El Nacional y, por lo demás, a ser reconocido por la comunidad internacional, con la excepción de Rusia, que es, al parecer, el país que había incitado a Maduro a llevar a cabo tal despropósito, de acuerdo a sus intereses en el país.

De modo que esta trastada en este caso de Tío Conejo no deja de ser diabólica; sobre todo, porque necesitó apoyarse en el uso desproporcionado de la fuerza armada, y a que Henry Ramos Allup en su estilo muy elocuente le dijera al gobierno que ese es el resultado de comprar ****.

[email protected]