La degradación del discurso político

Opinión | diciembre 3, 2019 | 6:26 am.

Hemos echado al mar los grillos de los pies. Ahora, vayamos a la escuela a quitarle a nuestro pueblo los grillos de la cabeza, porque la ignorancia es el camino de la tiraníaAndrés Eloy Blanco

El insulto, el agravio, la descalificación y groseros epítetos contra quienes adversan al régimen es el vocabulario que cual guapo de barrio envalentonado, y al unísono de destemplados gritos en los escenarios en los que actúan, asoman quienes se jactan de ser socialistas-chavistas, en sus discursos vacíos y llenos de odio, venganza, retaliación. Quienes hoy detentan el poder, a la cabeza Nicolás Maduro, en su rostro y verbo asoman la miseria de su pasado, divorciados del lenguaje civilizador, decente y respetuoso que merecemos los venezolanos.

Los medios de comunicación y los periodistas no han escapado del abanico de insultos y ante el reiterado comportamiento del gobierno y la acrecencia del embate su contra, observamos con marcada preocupación los acontecimientos a futuro inmediato.

Una de las manifestaciones más reiterativas por parte de Nicolás Maduro y sus voceros gubernamentales nos permite avizorar que vienen tiempos más difíciles aún para quienes tenemos el derecho y el deber de informar, pero ello sin embargo, no menguará nuestra lucha para que se cumplan los Artículos 57 y 58 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Cabe recordar que dada la experiencia puesta de manifiesto por las democracias pluralistas, es necesaria una cultura de valores proclive a la tolerancia y al entendimiento, pues es garantía de la perdurabilidad del sistema democrático y de una verdadera libertad de expresión y de prensa. Mientras que por otra parte observamos una de las manifestaciones más agresivas como es la banalización lacerante y la degradación del discurso político, mediante la desvalorización de las palabras, la manipulación, visualización y orientación de la realidad en función de determinados intereses.

No se puede sustituir el pensamiento crítico por una conciencia sistemática falsa que funciona con frases, artilugios y muchas otras maneras desde el poder, pues la sociedad venezolana interpreta con fluidez los valores, conceptos y sus aspiraciones para resolver algunos problemas sociales y determinadas crisis, y entiende perfectamente lo que afecta existencialmente al pueblo venezolano.

Hoy en día todas las ideologías sufren los embates del aceleramiento de los cambios históricos, y el llamado socialismo ha sufrido una fuerte derrota, gracias al desencanto producido por el fracaso de la utopía comunista, que ilusionó a tanta gente durante más de siglo y medio.

Solo los gobiernos autoritarios imponen su voluntad sobre la Constitución y las leyes, conculcando los derechos humanos y los procesos institucionales democráticos. Pueden ser civiles o militares, de izquierda o derecha o sin definición ideológica. Los lideran, casi siempre, caudillos arbitrarios. Llegan al poder por la fuerza y a veces por la voluntad del pueblo, pero no renuncian al autoritarismo. Venezuela un ejemplo a citar.

El hecho radica que en se les permite encarnar los vicios y maldades para conseguir un ser de carne y hueso, para señalarle con el dedo y echarle la culpa de todas las desdichas de los pobres. El es culpable de la ineficiencia del Estado porque no paga los impuestos. El maneja todo secretamente, para perjudicar a las grandes masas. Es decir, se le va endilgando errores propios y ajenos hasta convencer a la masa popular de que para salir adelante no hace falta trabajar ni superarse, sino quitarles los privilegios y posesiones a los que siempre los han tenido.

En su discurso apelan a ese resentimiento que es el caldo de cultivo con el que mantienen viva la luz y esperanza de quienes como hipnotizados aplauden, ríen y festejan la tragedia de sus propias vidas. Olvidan que el fundamento insoslayable de cualquier organización social humana que pretenda trascender, es el respeto a su sociedad, al país, a su organización, y a sus leyes incluyendo a lo más sagrado: Los Derechos Humanos y más aún, los derechos de las minorías.

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