
Pues bien, tal votación no la hubo pues no era ese el objetivo fundamental. Estaba claro que previa a la incorporación en la agenda la discusión del caso Venezuela, presentado por EEUU, ese país sabía de antemano cómo está compuesto la correlación de apoyo de cada parte, y resultaría hasta ingenuo pensar que China y Rusia votarían contra de Maduro; por tanto, todo el interés en primer término era que se diera la discusión, y así ocurrió.
Acto seguido, y en esa linea de razonamientos, el punto fundamental de esa reunión por parte del solicitante (EEUU) era informar su posición y la de los países aliados integrado por las grandes democracias del mundo, dejando en el ambiente de forma tácita cuál será el accionar de estos, en pro de rescatar la democracia en Venezuela, vale decir, dicho en criollo, ya saben para dónde van los tiros.
EEUU, solapadamente, utilizó a la ONU, o más bien ese escenario, para informar sobre el caso y dejó claro que va en serio, tanto es así, que la intervención de Elliott Abrams mostró de forma directa cuál es el objetivo al responderle a Arreaza que: “Lo de Venezuela no es una intervención extranjera”, “No es un intento de imponer un resultados a los venezolanos. La democracia no se impone, pero uno sí se impone a las tiranías”.
Dicho en cristiano, ese mensaje es bien duro para la causa madurista, pues se traduce a toda acción que vaya en contra de la tiranía es válida.
En conclusión: usaron ese escenario para informar que no van a aceptar una tiranía en Venezuela, posición directa y clara, comparada la tibias posturas chinas y rusas.
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