Agenda social: El talón de Aquiles de la dictadura

Opinión | enero 11, 2023 | 6:24 am.

No podía comenzar de peor manera el 2023 en Venezuela con un salario mensual menor a 7 dólares, con una inflación anual superior al 300% y una canasta alimentaria rondando los 450 dólares, realidad que ha acicateado la jornada de protesta nacional magisterial del 09/01/2023 y que anuncia una riada de movilizaciones sociales del resto de sectores laborales del sector público, ministerios, institutos autónomos, alcaldías, gobernaciones y empresas públicas.

Bajo esta precaria remuneración son sometidos a la inanición alrededor de 2.5 millones de trabajadores del sector público y mas de 5 millones de jubilados y pensionados, cuyos ingresos oscilan entre el salario mínimo y 45 dólares, al cual solo accede una minoría. Por tanto, el caldo de cultivo de una inmensa convulsión social aterra a la cúpula cívico militar gobernante. Con referencia al lunes pasado se realizaron 50 movilizaciones de los maestros exigiendo sus derechos laborales a lo largo y ancho del territorio nacional.

Si observamos el radar de conflictividad social del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) para 2022, este indica que durante el año pasado hubo 4339 protestas por derechos sociales, de las cuales 2649 fueron laborales, es decir un 61% de la protesta social fue laboral, resaltando igualmente un promedio de 220 manifestaciones mensuales exigiéndole al régimen reivindicaciones económicas y sociales.

Estos indicadores de conflictividad laboral se han mantenido durante el nefasto decenio de Maduro, próximo a cumplirse en abril 2023, como la peor gestión de presidente alguno en nuestra historia republicana, y en menor grado durante el mandato de Hugo Chávez. Caracterizados ambos por sus políticas antilaborales aun cuando se ha autocalificado de “presidente obrero” el segundo.

Lo cierto del caso que ni uno ni el otro pudieron, como hubieran querido, pulverizar al movimiento sindical y a los sindicatos de base. Crearon una central sindical fantoche la Central Socialista Bolivariana de Trabajadores (CSBT), cuya conducta es similar a los sindicatos de la China Comunista o de la Cuba castrista, donde sus sindicalistas representan al patrono Estado y no a los trabajadores. Es más, asumen el lamentable rol de soplones de la represión gubernamental contra la protesta, conjuntamente con los consejos de trabajadores, las milicias obreras, el control obrero, todos parapetos patronales de la dictadura y de su proyectado Estado Comunal.

En realidad la protesta laboral es la piedra en el zapato del tirano, ya que al resto de sectores los fue controlando a su medida, en el caso del político fragmentó y ridiculizó a la oposición convirtiéndola en una caricatura, que a lo largo del siglo XXI perdió finalmente credibilidad ante la población, con referencia al militar conformó un vasto aparato de represión copiado de la Stasi de Alemania Oriental y el G2 cubano, instalando una red de espionaje que ha llevado a prisión a valiosos oficiales cuyo mérito y objetivo es rescatar la FAN y la institucionalidad democrática, al sector empresarial lo ha debilitado con excesivos controles los cuales han reducido al máximo su capacidad productiva, otorgándole espacios económicos como dádivas ante la incapacidad gubernamental de sustituirlos, en cuanto a la academia universitaria le ha vulnerado a placer la autonomía y la ha precarizado al extremo de empobrecer al personal docente, empleado y obrero, permitiendo la ruina de las instalaciones para luego presentarse como su “protector”.

En cambio, a la protesta laboral le ha sido imposible domesticarla, ya que estos representan a millones de trabajadores aspirantes todavía a una vida decente, determinando que sus representantes impulsen iniciativas unificadoras en lugar de la división, capaces de presentar propuestas que vayan mas allá del salario y el contrato colectivo, o en el caso de los pensionados y jubilados mas allá del ingreso por pensión o jubilación.

Ello nos remite a exigir leyes que restablezcan el derecho a la salud y a un sistema de jubilaciones digno, o en el caso de las movilizaciones acordar un plan común de acción que ordene los llamados tremendistas a paro ante una dictadura que en realidad ya tiene paralizado al país. Por el contrario, la mortificación para la tiranía es la continua protesta en las calles de ciudades y pueblos de Venezuela, que demuestra ante el mundo las causas de la diáspora de mas 8 millones de venezolanos por los cinco continentes.

Movimiento Laborista