Sentimiento universitario

Opinión | julio 18, 2022 | 6:24 am.

La UCV es una de las pocas, o quizás la única, universidad que está sacando adelante sus elecciones. Poco a poco, paso a paso, realizó las estudiantiles y ahora las más recientes las de los egresados.

El gobierno usurpador se ha hecho el loco porque a lo mejor aprendió del innecesario costo político que implicó sabotear las estudiantiles de la Universidad de Carabobo de años atrás, metiendo Lacava preso a numerosos dirigentes. ¿Total – dirá –a quien le importa la cosa en la propia sede de Carlos Raúl Villanueva? Ni se preocupa por sacar una candidatura fuerte por aquí u otra por allá, alguna plancha del Psuv o apoyar la de sus socios con recursos.  Y se podría decir que hasta puyó los comicios, como si tuviera alguna incidencia en la comunidad universitaria puertas adentro, dinero es lo que pueden aportar, pero no gente.

Pero no, ya no tiene incidencia alguna. Desde que Nelson Merentes o Héctor Navarro, prominentes profesores chavistas, salieron del mapa político, además de los líderes estudiantiles que alguna vez tuvo el chavismo, como Héctor Rodríguez, ahora, flamante gobernador, el oficialismo sólo influye con sus reales para la remodelación  y el amedrentamiento contra las autoridades universitarias.

No tiene necesidad de puyar nada.  Puede decirse que los comicios vienen ya puyados. Y esto, porque – por ejemplo – no salieron completas las listas de los egresados de toda la vida de la universidad con derecho a votar, dejando a algunos afuera; no fueron adecuados los mecanismos de verificación y control del propio proceso; y, además, las candidaturas se redujeron en algunos caso a clanes de amigos de las autoridades que contaron con la “pequeña” ayuda de dos o tres partidos de la oposición real y de la falsa.

Vale decir, no hubo la calidad de un proceso electoral de espaldas a la monumental mayoría de los egresados que todavía espera de sus dirigentes, los que se postularon, algún testimonio real, constante y sonante de preocupación por el destino de la casa de estudios.

¡Ninguno, absolutamente, ninguno!, dijo algo cuando Nicolás Maduro allanó la universidad, junto con Delcy Rodríguez y su tropel de funcionarios y contratistas. Y me perdonarán varios de los amigos que se postularon. Además, igual sucedió con la elección de la FCU que, de paso, “auto-puyados”, termina judicializándose al arribar al TSJ: ninguno de los muchachitos dijo nada, nadie se movilizó o nadie protestó por el allanamiento continuo.

En este proceso los egresados votaron también por la representación en el Claustro. Y es inevitable preguntarse, ¿será el mismo con el que tendrá que lidiar la UCV de cambiar las cosas, cuando emerja de las sombras? ¿Un claustro de antemano puyado?

Preguntas que nos llevan a una respuesta indispensable: superado el régimen socialista, aún antes de hacerse las elecciones presidenciales que son de una mayor envergadura y trascendencia, hay que hacer, de arriba abajo, todas las elecciones universitarias, completamente todas, en forma masiva. Las que no se han hecho y las que están haciéndose en las peores condiciones objetivas, y que las autoridades decidan también entrar en el juego.

Otro fenómeno que podemos analizar es que había más ánimo y participación en las elecciones de egresados que en las estudiantiles. Al parecer el sentimiento de pertenencia es mayor en aquellos que estudiaron y se formaron dentro de la universidad, que los estudiantes actuales que a duras penas cursan una que otra materia presencial, y otras de manera remota, sumado a  todos aquellos inconvenientes que se suscitaron en los últimos años: la falta de incentivo económico y laboral hacia el profesorado, lo cual ha dejado a la universidad sin su esencia y mayor fortaleza, sus estudiantes.

Si trasladamos a la calle esos sentimientos de ánimo y desánimo vistos en los patios universitarios, el panorama que se nos avecina con las elecciones presidenciales del 2024 no es muy alentador.  Este desánimo y falta de pertenencia los conseguimos, también, en el ciudadano común, unos con mayor sentido de pertenecía al país y otros solamente buscando la supervivencia personal dejando a un lado el contexto exterior.

Es tarea de todos aquellos que queremos y podemos aportar nuestras ideas y trabajo para  un cambio, motivar al ciudadano con propuestas coherentes y una verdadera unidad. Hemos resistido, insistido y persistido a sabiendas de que el trabajo era ― y sigue siendo―  arduo.

La motivación exterior quizá funcione para unos pocos, pero todos sabemos que solo con el fuego interior que nos lleva a alcanzar las metas con empuje, decisión y ahínco podremos convencer a la totalidad (¡Quiera Dios!) de los ciudadanos de participar en el trabajo y las elecciones de  un país realmente democrático y libre.

@freddyamarcano