Las balas asesinas son de Maduro

Opinión | febrero 11, 2022 | 6:26 am.

El arma percutada con la cual le arrancaron la vida al niño venezolano Yaelvis Santoyo Sarabia, un angelito de apenas un año y cuatro meses, quien murió en brazos de su madre mientras intentaban huir de Venezuela, era de la Guardia Costera de Trinidad y Tobago, de eso no hay dudas, pero esas balas asesinas, eran propiedad de Nicolás Maduro.

Hablamos de una desgracia que nos desgarra el alma. Pero no podemos perder la perspectiva sobre quién es el verdadero causante y responsable de hechos como estos. Es Nicolás Maduro Moros, quien indolentemente y por años, ha empujado a los venezolanos a huir y a enfrentarse a violaciones continuas de sus derechos.

Claro que el asesinato de este pequeño es un hecho abominable que nunca debió ocurrir, y que Trinidad y Tobago debe ser investigado y juzgado por la justicia internacional por esta actuación inmisericorde y criminal, pero es tan culpable el que empuña el arma como quien ha provocado esta desgracia.

Con esta acción criminal Trinidad y Tobago trasgredió la norma internacional, violando flagrantemente la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, cuyo artículo 3 establece la prohibición de discriminación, y su protocolo de 1967.

También la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989, acuerdo que suscribió este país para proteger los derechos de todos los niños y niñas, aún si son migrantes.

Violó además el Pacto Mundial para la Migración Segura, ordenada y regular de 2018, que compromete a los firmantes a abordar y reducir las vulnerabilidades en la migración, salvar vidas y utilizar la detención de migrantes sólo como último recurso y la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1994.

Todas estas normas deben proteger a nuestros migrantes, sin embargo sus derechos son vulnerados, sin contemplación y con total impunidad.

De acuerdo con el más reciente reporte de la Plataforma de Coordinación Internacional para Refugiados y Migrantes de Venezuela, de este 8 de febrero de 2022, hay registrados 6.041.690 de venezolanos que han huido del país.  Estos más de seis millones, al igual que estos 20 migrantes que arriesgaron su vida para partir hacia Trinidad, dejaron su Patria atrás para buscar una mejor vida y oportunidades para sus familias, no para perderla.

En lo que va de año, ya son tres los niños que han perdido sus vidas intentando cruzar fronteras. Recordemos el caso de Victoria Lugo de 7 años quien murió intentando cruzar la frontera entre México y Estados Unidos el pasado 8/01/2022, también el caso de Keiler Eduardo Vargas de dos añitos, quien murió en el trayecto entre Perú, Bolivia y Chile el 29/01/2022 y ahora el más reciente del pequeñito que iba a bordo de un peñero rumbo a Trinidad y Tobago.

Son casos que dejan al descubierto la gran verdad de la crisis humanitaria que azota a mi país, verdades que pude ver de cerca en el año 2018 cuando me trasladé  a la frontera colombo venezolana, en el norte de Santander, para conversar con esas miles de almas que desbordaban desde entonces Cúcuta, para salir despavoridos de un régimen que los empujaba a riesgo de sus propias vidas, portando lo que les cabía tan solo en una mochila, enfrentando el frío de los páramos, los riesgos de los grupos irregulares, descalzos, sin dinero, con hambre y sin abrigo.

Y esa misma realidad de rechazo criminal, persecución, hostilidad, de políticas segregacionistas, de odio racial y exclusión la están sufriendo, cada vez más venezolanos. Con dolor hemos visto cómo países, otrora hermanos, han levantado muros, a través de visas, deportaciones ilegales y cierres de frontera, y hasta con disparos como en el caso más cruel y reciente de Trinidad y Tobago.

Como venezolano me sumo al reclamo internacional para que cesen las balas, el odio, las deportaciones y la persecución en contra de los ciudadanos venezolanos.

Un venezolano que sale desesperadamente de su país, no lo hace de manera voluntaria y a gusto, lo hace obligado por las circunstancias. Este clamor es lo que siempre nos ha movido para hacer llamados a tender puentes de solidaridad, tanto para brindar cobijo a quien lo necesita, como para entrelazar fuerzas que permitan luchar en contra del régimen oprobioso culpable de toda esta desgracia.

De allí que tan culpable de cada violación de los derechos de los venezolanos son las autoridades de los países receptores que las cometen, como quien implosionó nuestro país y ha provocado el éxodo de millones de venezolanos, y este no es otro que Nicolás Maduro y su régimen.

@LesterToledo