Sídney y Barinas

Opinión | enero 11, 2022 | 6:24 am.

Hace unos días murió Sídney Poitier uno de los actores de cine que más apreciábamos. Con raíces en Las Bahamas, nació por casualidad y prematuro de siete meses en 1927 en Miami durante unas vacaciones de sus padres. Esto le dio la doble nacionalidad estadounidense y británica.

Tuvo una adolescencia dura en Bahamas así que decidió irse a los Estados Unidos en casa de un hermano. Trabajó de muchas formas incluyendo de lavaplatos. Se alistó en el ejército y al regreso incursionó en la actuación. Empezó en Broadway haciendo muy buenos papeles lo que le sirvió de trampolín para pasar a las ligas mayores del cine.

Sídney era un negro betún, delgado, de buena apariencia y agradable personalidad y además un formidable actor. Participó en un gran número de películas y en 1963 ganó el Oscar por su interpretación en “Los lirios del valle” (Lilies of the field). Esto fue un acontecimiento muy importante pues Poitier se convertía, así, en el primer negro en obtener el premio al mejor actor.

Inolvidables son sus interpretaciones en “Al maestro con cariño” (To sir with love) y “Adivina quién viene a cenar” (Guess who´s coming to dinner), esta última con dos de los grandes del cine como lo fueron Spencer Tracy y Katharine Hepburn.

Pero quizás lo más importante de Poitier es el haber abierto una rendija en el combate de uno de los problemas más duros en los Estados Unidos de ese tiempo como lo eran los conflictos raciales. Los negros tenían baños aparte, comedores aparte y lugares designados en el transporte público. Variaba en las regiones, pero en los sesenta ningún negro la tenía fácil en la tierra de los gringos.

De manera que Poitier, seguramente sin saberlo, comenzó la cura de este maligno asunto pues sus impecables actuaciones eran del agrado de todos. Es mi especulación de que el éxito de Sídney le prendió el bombillo a alguien y empezaron a aparecer programas de tv y películas de todo tipo donde juntaban a negros y blancos. Esto debe haber cooperado, de manera importante, en disminuir progresivamente la antipatía racial y hoy parece cosa del pasado.

El domingo tuvimos elecciones en Barinas. Para los que no conocen o no recuerdan el cuento, el 21 de noviembre pasado se hicieron elecciones para gobernadores y otros cargos en todo el país. En Barinas ganó el candidato de la oposición, pero los chavistas/maduristas horrorizados de perder un bastión del chavismo y en la misma tierra del intergaláctico, les dijeron a los pendejos del TSJ que inventaran algo para deslegitimar el resultado. Así que una simple demanda de un malandrín pagado sirvió de base para que de inmediato el TSJ declarase inválida la elección y ordenara repetirla el 9 de enero del 2022.

Como guinda también inhabilitaron al candidato que había ganado y hubo que buscar otro y, por su parte, también el régimen cambió al suyo colocando a un desconocido para los de Barinas pero perro leal: al gris Jorge Arreaza. Se hizo la campaña corta, pero el régimen, en su enfermiza necesidad de ganar, hizo un despliegue gigantesco de recursos con la intención de ganar la elección del gobernador de Barinas. Y así llevaron lavadoras y neveras compra votos a montón, ofrecieron dólares, trajeron miles de personas para apoyar a su candidato, aviones, buses, ejército. Dicen que nunca se había visto tantísimo movimiento en Barinas pues era punto de honor, para el régimen, el mantener el poder en ese estado.

Pero el 9E los barinenses salieron a votar con ganas y, sin pararle media bola a los regalitos del régimen, votaron a montón por Sergio Garrido el candidato de la unidad opositora. Y Garrido ganó “de rabo alzao” dejando a los tramposos del régimen sin posibilidad alguna de alterar el resultado.

Este caso, al igual que el de Poitier con los asuntos raciales, abre una grieta en la estabilidad del régimen. Después de esto, nadie en Venezuela duda de que podemos derrotar a estos pillos con votos aún con todas las ventajas que disponen. Esto le da una gran fortaleza a la oposición en su camino para sacar a los rojos y significa un claro mensaje internacional sobre la fragilidad del régimen ante un proceso electoral limpio.

Las negociaciones en México vuelven pronto y con una nivelación distinta después del caso barinés. Los rojos saben bien que no hay futuro para ellos y es mejor negociar para no perderlo todo.

Gracias al pueblo de Barinas por el palizón que le dieron al régimen y por darnos ánimo y claridad para lo que viene.

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