De las pinturas rupestres a los emoticones

Opinión | diciembre 3, 2021 | 6:22 am.

No creo que el padre Antonio de Nebrija, ni el Brocense, ni mucho menos, Andrés Bello estarían muy satisfechos al encontrarse con la realidad idiomática que por estos tiempos nos circunda. Pero sí pienso en las antiguas escrituras, desde los albores de las pinturas en las cuevas de Altamira, o acá mismo en las orillas del río Caroní, en la cueva del Elefante, pueden verse algunos rasgos que siguen un patrón, como en los antiguos jeroglíficos egipcios, que nos acercan a esto que ahora conocemos como emoticones o emojis.

Estamos en los mismos albores de la implantación de un tipo de lenguaje donde la imagen nos está llevando a una multiplicidad de significados, donde eso llamado ‘verosimilitud’ (similar o parecido a la verdad) nos instala en ‘otra’ realidad, que es esta de la virtualidad. Nunca como ahora a la humanidad se le ha presentado una manera de comunicación tan significativamente infinita, instantánea y plena de realidades y resonancias como esta que inauguran los tiempos de este milenio.

Observo en un cuadro de segmentación marcado por milenios las figuras de las pinturas rupestres (8.000 años a.n.e.), se aprecian animales y seres humanos presentados en infinidad de momentos que marcan su cotidianidad, siempre acompañados de movimientos dinámicos, junto con animales e instrumentos de labranza. Veo luego, los trazos mucho más sofisticados y estilizados en la escritura cuneiforme.

También los jeroglifos egipcios que representan a sus divinidades en la interpretación de sus vivencias, sus rituales. Entre unos y otros lenguajes distan entre dos-tres milenios. Luego observo el alfabeto latino con los trazos de sus letras, su simbología heredada y practicada por siglos. El ABC que nos permite acercarnos en la comunicación, en la reflexión de la vida.

Una práctica que ya dura dos mil años parece agotarse con el advenimiento de estos nuevos lenguajes de la realidad virtual. Porque pienso que no resulta para nada ingenuo esto de la proliferación de los emoticones (de emoción e ícono) para simplificar la escritura. Cada vez aparecen más y mejor diseñados y, además, asimilando mayor carga de significación en la comunicación. Resulta, por lo tanto, de interés indagar sobre ello.

El acompañamiento de estas estructuras de comunicación, básicamente para expresar emociones registra sus inicios hacia 1857, con el uso de los signos de puntuación en las antiguas máquinas de escribir, para expresar sentimientos, tomando como base el famoso número 73 (usado en código morse) para expresar “amor y besos”.

El desarrollo de la realidad virtual llevó a la incorporación de este lenguaje de las emociones hasta la aparición, en 1999, de los llamados 176 emojis, término japonés, ideados por Kurita donde el lenguaje de los sentimientos y emociones se ve expresado de manera más precisa en los sistemas operativos con la secuencia, ASCII. De esta manera, a partir del siglo XXI se hace cada vez más necesario incorporarlos a la diversidad de sistemas digitales, que les agregan no solo color y profundidad, también movimiento.

De esta manera, el lenguaje de las emociones de los denominados emoticones, cada vez engloban más y mejorsignificación, sustituyendo el uso de palabras en los diferentes idiomas. Es que uno de los rasgos tradicionales de los lenguajes ‘naturales’ es su apariencia ‘plana y seca’ aunque pueda mejorarse con el color. Los emoticones, por el contrario, son realidades de tres, cuatro dimensiones, generalmente a color y en animación. Esto les aporta una apariencia antropomórfica que roza lo humano, da una apariencia más vívida, por lo tanto, real.

Las nuevas generaciones de usuarios de los hechos tecnológicos dan mayor credibilidad a la realidad del lenguaje de emoticones, para ellos es más que un refuerzo en la comunicación. Refleja el estado anímico de quien se comunica, en consecuencia, resulta más creíble porque despierta mayor interés.

Pienso que este neo lenguaje ya está instalado en nuestras emociones, o mejor, reflejan con mayor exactitud nuestras sensaciones, sean alegrías o padecimientos. Permiten ampliar los horizontes de comunicación, en tanto son de uso y comprensión universales. No necesitan de mayor interpretación y se fijan en nuestras mentes de manera instantánea.

Hoy los usamos como un reforzamiento en nuestra comunicación. Sin embargo, no sabemos si mañana puedan resultar parte de un lenguaje mucho más completo, complejo y de verdadero y necesario uso entre los seres humanos, o post humanos.

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