Asalto a la UCV

Opinión | octubre 27, 2021 | 6:30 am.

1. Al ver a Maduro recorrer la Universidad Central de Venezuela y sentarse en pupitres en los que alumnos de Héctor Silva Michelena o Maza Zavala; de Humberto o Raúl García Arocha; de Rafael Pizani o Enrique Pérez Olivares, de García Bacca o Acosta Saignes, pudieron haber recibido clases, se sabe la magnitud de la afrenta. No llegó Maduro a escuchar una exposición magistral del profesor desconocido –al cual nunca homenajeará-, sino a escuchar el eco de su voz: “¡muera la inteligencia!”, que repetirá junto al general Millán-Astray cuando este interrumpió al rector Miguel de Unamuno el 12 de octubre de 1936 en la Universidad de Salamanca.

2. La voz del déspota no se alza solo contra una posición política determinada que se sostenga desde la UCV, aunque se sabe de sobra que la mayoría de la comunidad esté en contra del régimen que regentan los verdugos de la inteligencia. Es más profundo que un tema político. Lo que ataca Maduro con su intento de control es que la UCV y, en general, las universidades que lo son de verdad, encarnan espacios de abierto debate, en el cual todas las visiones pueden presentarse, discutirse y enfrentarse. La universidad consiste en su universalidad, su capacidad de debatir sin castigo.

3. La UCV se hizo autónoma y realmente libre con la democracia. Al comienzo predominaban las corrientes estudiantiles ligadas a Acción Democrática, el Partido Comunista y Copei. Sus juventudes eran fuertes, firmes y dispuestas a la confrontación ideológica, política y física si así demandaban las situaciones. AD dominaba hasta que se produjo la división del MIR, que hizo que AD desapareciera progresivamente de las querencias estudiantiles aunque se mantenía, al lado de Copei, preponderante en el claustro profesoral universitario. Cuando el PCV y el MIR se lanzan a la guerra, la disputa fundamental fue entre la izquierda y la JRC, Juventud Revolucionaria Copeyana.

4. Al calor del proceso de Renovación Universitaria desde 1968 hasta 1970 surgieron otros grupos que pasaron a ser actores importantes en el seno del estudiantado universitario. La Renovación atenuó el liderazgo de la izquierda partidista –con predominio de la Juventud Comunista- y de Copei. Otros grupos independientes al lado de escisiones de varios partidos produjeron un refrescamiento de la escena política universitaria. Esto duró hasta que los jóvenes copeyanos, al calor del triunfo de Rafael Caldera en 1968, idearon una marcha hacia la UCV en 1969, momento en el cual se produjo un enfrentamiento –que tuvo episodios armados y donde fue herido gravemente el presidente de la FCU, Alexis Adam- a las puertas del recinto universitario. Así comenzó la decadencia estudiantil copeyana dentro de esta universidad.

5. El predominio de la JC y del MIR ciertamente les permitió el control territorial de zonas de la UCV como respaldo logístico de la lucha armada que llevaban a cabo en la calle por unos pocos y sangrientos años, lo cual permitió ciertamente actos de intolerancia inaceptable en contra de Uslar Pietri, Caldera, Sofia y Carlos Rangel. Situaciones similares se presentaron en recintos e instituciones donde esa política de “lucha armada” tuvo sus expresiones. Fue un movimiento que se expresó en la UCV pero no tuvo ni su causa ni su fin en esta institución ni en ninguna otra institución universitaria.

6. Se ha propagado mucho la idea de que la UCV era un recinto solo ocupado de acciones bélicas de los sectores insurreccionales de la izquierda. Eso no es verdad. Fue una de las instituciones de mayor excelencia académica del continente, prueba de lo cual son los profesionales que han salido de sus aulas a lo largo del siglo XX, que poblaban hospitales, ministerios, empresas públicas y privadas; así como reconocidos arquitectos, ingenieros de grandes obras de carácter internacional, intelectuales de talla global. Esta dimensión se ha corroborado en estos tiempos ominosos con la participación de los profesionales de la diáspora en muchos países que reconocen su calidad, lo que incluye a centenas de egresados de la Universidad Central de Venezuela.

7. Este intenso movimiento creador fue posible por una razón: libertad de cátedra, libertad pensamiento y de discusión. No es verdad que en la escuela de economía, por ejemplo, solo se enseñara marxismo. Allí se veía economía clásica y neoclásica, marxismo, keynesianismo, macro y microeconomía. Donde yo participé con Emeterio Gómez y Manuel Rodríguez Mena –amigos insignes-, por ejemplo, teníamos un curso dedicado a El Capital de Marx y otro dedicado a la Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero de Keynes; dictábamos también economía neoclásica. Por supuesto había cursos sobre el subdesarrollo, teoría dominante en la posguerra en buena parte del pensamiento académico latinoamericano y donde excelentes profesores como Héctor Silva Michelena, Armando Córdova, Héctor Malavé Mata, Ramón Losada Aldana, DF Maza Zavala, descollaron. El pénsum tuvo que rehacerse varias veces porque nuevas camadas de profesores más jóvenes, actualizados en las más modernas corrientes de la economía, mucho más diestros en el manejo en las distintas vertientes de la disciplina que nosotros, tomaron el comando.

8. La UCV fue siempre un lugar de debate, de imaginación, de enseñanza y de investigación. De allí salieron colaboradores de Chávez, pero con más abundancia y calificación de Rómulo Betancourt, de Rafael Caldera –quien fue de los más ilustres profesores de la Central-, de Luis Herrera, Carlos Andrés Pérez, Jaime Lusinchi y Ramón J. Velásquez. De manera que es un reduccionismo absurdo establecer una relación causal entre una institución educativa y la malignidad chavista.

9. La UCV está en una inmensa decadencia producto de la acción del indeseable visitante nocturno y de sus camaradas. Podría especularse que es una acción que tiene como su centro atacar la actividad del pensamiento, pero, como se ha dicho, el miedo es a la libertad. En realidad, va más allá. Se centra en la destrucción de todo vestigio de institucionalidad pública o privada independiente. Con su actividad “protectora” procura el control, desplaza “legalmente” o de facto a las autoridades legítimas, procede a designar a personajes que son practicantes del nuevo culto sangriento de la revolución, y una vez completada su obra destructiva, designa a los responsables en otra área, sea para recuperar el Guaire o para acabar con otro estado o empresa del país.

10. Los profesores universitarios que siguen impartiendo clases son héroes nacionales. Muestran que se puede resistir a pesar de tanta saña en su contra. Muchos profesores han tenido que irse, han dejado de investigar al carecer de recursos, algunos han fallecido en el más absoluto desamparo y en pobreza extrema. La comunidad universitaria, en general, resiste, se enfrenta con lo que puede, intenta que la institución sobreviva. Sabe que esos pasillos, las obras de arte, las aulas, los espacios abiertos, la biblioteca, el Aula Magna, el orfeón, las graduaciones, los cafetines, la piscina, los bomberos ucevistas, los estadios, recogen una historia emocionante, llena de estudios, talento, debate y luchas. Esos espacios en los que pasea el déspota fueron alguna vez ultrajados por tanques de guerra, policías y asaltos, así como por gente de adentro que la usó como guarida y santuario. La UCV siempre venció. Ahora puede hacerlo, pero esta vez de la mano de la libertad de todo el país; no saldrá sola.

11. Las universidades que son escenario del pensamiento libre y creador están en severo peligro. El régimen busca neutralizarlas y tomarlas. La estrategia no es el “exprópiese” imposible sino el asedio que precede el asalto final. El escándalo de haberle aprobado a la UCV menos del 3% del presupuesto solicitado es una muestra del camino de la asfixia emprendido hace bastante tiempo. Así como la libertad del país solo se logrará en el marco de un esfuerzo combinado nacional e internacional, la defensa de las universidades no se logrará si no se adopta una estrategia similar: las universidades tiene que apelar a las instituciones similares de la región y del mundo, también a la diáspora venezolana, y a las figuras señeras de la academia, para su victoria en esta lucha.

12. A las autoridades les corresponde encabezar este combate. No tienen sustituto, pero solo en el marco de una estrategia global que tenga la fuerza suficiente para llamar la atención de la academia mundial.