Economía política de las elecciones regionales

Opinión | septiembre 5, 2021 | 6:24 am.

El Poder está estrechamente ligado al control de recursos, más en una sociedad en la que la renta ha sido el principal canal para generar lealtades políticas. El Estado venezolano nació y se desarrolló en torno a esa lógica, incluso con la descentralización las asignaciones presupuestarias a los gobiernos regionales y municipales era algo que se resolvía en Caracas. Más allá de lo normativa, siempre estuvo presente el “trámite”, y en ese simple hecho se expresa en toda su fuerza la noción del poder centralizado. Bajo esa lógica Venezuela ha sido durante toda su historia republicana un Estado fundamentalmente centralista, aspecto que se exacerbó durante las últimas dos décadas.

Frente a esa realidad es de esperar que la pequeña puerta que se abre desde el punto de vista político con las elecciones regionales y municipales encuentre luego un gran obstáculo desde la perspectiva de la gestión pública. Dicho de otra manera, el que la oposición gane algunas alcaldías y gobernaciones es solo la primera alcabala para que los ciudadanos vean un cambio real en lo que se refiere a mejoras en la gestión pública. Sin representación en la Asamblea Nacional, con la amenaza del Estado Comunal, y con un Gobierno que se ha ido quedando sin recursos, no es difícil de imaginar la precariedad a la que se enfrentarán los gobiernos locales, más allá de lo que puedan recaudar por su cuenta.

El juego político de participar en elecciones es riesgoso pues implica entrar en el terreno inclinado a su favor que ha diseñado el Gobierno, y al entrar al terreno se aceptan las condiciones, incluso si se dice que son injustas. En ese sentido, se debe saber que esas condiciones no son solo las electorales, sino también las que enmarcan la gestión, y por lo tanto no es difícil imaginar los “trámites” que tendrán que hacer los gobiernos locales opositores para poder acceder (a tiempo) a los recursos, sabiendo además que al gobierno central no le interesa que hagan una gestión medianamente decente. Y el truco de la estrategia oficialista está justamente en mostrar que con la oposición las cosas no cambian.

Lo peor para la oposición en este contexto es que participar en las elecciones es su mejor estrategia posible, es pues un callejón que no puede evitar, pero del cual si puede salir. La clave de la oposición para convertir esta circunstancia tan compleja en una oportunidad es demostrar que sí tiene capacidad de gestión, que sí puede resolver problemas concretos, y que además puede llevar adelante una gestión transparente. Lo malo es que todo esto es más fácil escribirlo que hacerlo, más cuando muchos de los actores políticos (tanto dirigentes como seguidores) se han formado con una cultura de la gestión pública completamente distinta, en la que en el fondo son un espejo de lo que se busca sustituir.

Hasta ahora todo parece indicar que los candidatos de la oposición serán de la “vieja escuela”, dirigentes que mantienen el control de sus partidos a nivel local. En vista de esto es poco probable que se vean gestiones realmente innovadoras, en las que la eficiencia y la transparencia sean la principal bandera. De ser así, los pocos recursos a los que accederá la oposición se perderán como parte de una estrategia que busque demostrar que puede haber gestiones más eficientes, con un enfoque más moderno, y capaces de tener una aproximación distinta a la manera de abordar la gestión pública. De ser así el discurso probablemente sea defensivo centrado en el “no me dejan gobernar”.

La recuperación de la democracia debe ir de la mano del fortalecimiento de la capacidad estatal, ese círculo virtuoso puede empezar desde lo local, lo que implicaría un cambio de paradigma en la perspectiva dominante sobre la necesidad de un cambio de gobierno a nivel nacional para poder aspirar a observar algunas mejoras en las capacidades del Estado. Sin embargo, como todo cambio de paradigma, implica convicción y capacidad, la primera para soportar los ataques de quienes tienen interés en mantener el status quo, la segunda para mostrar resultados. Una vez más en Venezuela el tema de fondo es cómo aprovechar las circunstancias, por muy adversas que sean, para romper el círculo vicioso actual.

Twitter: @lombardidiego