La forma y el fondo bailan «pegaos»

Opinión | agosto 17, 2021 | 6:26 am.

Lo que llamaremos “fondo” en estas líneas se refiere a la esencia a lo importante, a lo trascendente, y, por su parte, lo que llamaremos “forma” es la manera, es el modo y otras palabras similares.

En casi todas las actividades de nuestra vida el fondo y la forma aparecen. Por ejemplo, a muchos nos gustan los mangos (el fondo) pero, para tenerlos, unos esperan que se caigan, otros les tiran piedras, otros usan un palo para mover las ramas y otros los compran (la forma). Una mujer inteligente, simpática y linda puede gustarles a varios pretendientes que quisieran desposarla (el fondo) pero alguno la invitará a tomar café, otro le enviará flores, otro simulará un encuentro casual, que corresponde a la forma.

Se puede intuir que la forma está asociada a la acción, a nuestro hablar y al quehacer mientras que el fondo es algo más sereno usualmente ligado al deseo y a la ilusión de alcanzar algo. En muchos casos los humanos coincidimos en el fondo de algún asunto, pero no en la forma de lograrlo y, usualmente, es allí donde se presentan los conflictos.

Imaginemos una familia que planea sus vacaciones. Todos desean pasarlo bien (el fondo), pero unos dicen querer ir a la playa, otros ir a la montaña, otros a visitar parientes (la forma). La diferencia en la forma para lograr el fondo puede generar discusiones y disgustos entre los miembros de la familia hasta llegar incluso de afectar al fondo y decidir no ir a ninguna parte.

En el mundo político venezolano es muy fácil ver el conflicto fondo-forma y de eso trataremos. Entre los que llamamos oposición al régimen de mandones rojos todos coinciden en que salir de Maduro y sus cómplices es fundamental para recuperar la libertad, la democracia. No hay duda que este es el “fondo” que compartimos.

Pero las cosas se enredan en las “formas”. Algunos piensan en forzar unas elecciones creíbles, otros en activar un referéndum revocatorio, otros en realizar un proceso constituyente, otros en hacer una gran marcha a Miraflores, otros piensan en negociar una salida, otros afirman que hay que volver a tener un ejército patriota como Bolívar, otros piensan en acciones callejeras, otros piensan en presionar directamente a los funcionarios y otras cuantas cosas más que mejor ni las decimos.

Todos queremos irnos de vacaciones y pasarlo bien (como en el ejemplo de la familia) pero las formas nos llevan a grandes discusiones, peleas, polémicas, insultos y trifulcas en donde el verdadero fondo se olvida. La intensidad de estos jaleos puede ser tan grande que el “fondo” real se reemplaza con un fondo ficticio como lo es el de ganar la bronca. Curiosamente el salir airoso y triunfador en la discusión se vuelve el fondo y nos lleva inevitablemente al disgusto, al insulto y hasta la amenaza.

Por ejemplo, podríamos escuchar “Colmenares Finol anda en una de Constituyente, ¡ que bolas !, como si eso fuera tan fácil”. “Pérez Vivas está con una pepera de ir a un revocatorio presidencial, ¿será que no se ha leído el procedimiento que inventaron los chavistas para que nunca se pueda hacer? “María Corina habla y habla y no propone, lo único que propuso fue que nos invadieran y hasta los gringos tuvieron que decirle que no estaba en Macondo”. “Guaidó y el G-4 andan con una de negociación, ¿será que nadie le puede decir a esos pendejos que no pierdan el tiempo? Hemos tenido como 9 sentadas con estos malandros para nada”. “Ledezma y Leopoldo la andan pasando mal en España, pobrecitos, desde allá sí que son valientes dando órdenes sobre lo que hay que hacer”.

Y así, al olvidarnos del “fondo”, la “forma” adquiere el protagonismo. Todo se convierte en molestias y disgustos. ¿Cómo sería el mundo en que nadie deja de ver el objetivo mayor, el fondo real? De pronto apreciaríamos los esfuerzos de los otros por llegar a la meta mediante métodos diferentes. Quizás hasta nos agradaría ayudarlos. ¿Puede ser esto posible en la política de oposición en Venezuela?, pues creemos que no. Ya le hemos dado tanta importancia a la forma que hasta, a veces, se nos olvida el objetivo. Ya nos hemos insultado tanto que las heridas nunca se cerrarán por completo.

La unidad se vuelve una utopía cuando la forma se vuelve más grande e importante que el fondo. Pero bueno, eso es lo que tenemos y así vamos a seguir en esta lucha por la libertad y la democracia de Venezuela. Habría sido mucho más eficiente y agradable el cantar en buena armonía, pero lo que tenemos es un orfeón ruidoso, desordenado y desafinado y con él deberemos seguir hasta la victoria. Algo así como los mal hablados, desordenados y salvajes lanceros de Páez.

Por cierto, lo de México promete y el Álex Saab está en salsa.

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