El Foro de Sao Paulo, el quinto poder del Nuevo Orden Mundial

Opinión | agosto 8, 2021 | 6:26 am.

Hay un Nuevo Orden Mundial y sin duda que una de sus características más relevantes es que no está constituido solo por potencias políticas, económicas y militares del “viejo orden” como Estados Unidos, Rusia y China, sino por multilaterales como la ONU y la UE, religiones transnacionales como la Católica y el Islam, bloques tecnológicos o financieros como las “Big Tech”, la “Open Society Fundatión” de George Soros y la “Rockefeller Foundation”, y por organizaciones promotoras de la revolución, el socialismo y la ilicitud como el “Foro de Sao Paulo”.

En muchos sentidos es un reparto del poder global mucho más igualitario, inclusivo y asequible que la bipolaridad URSS-EEUU que existió durante la “Guerra Fría” pero que reserva a los países y gobiernos débiles que caen bajo las garras de los poderosos, padecer traumas y desgarramientos sin medida ni tiempo, siendo obligados, por lo general, a enfrentarse sin medios ni apoyos a sus enemigos, somalizarse o disolverse pues no hay doctrinas, reglas, ni resoluciones que pongan fin o alivio a sus tragedias, crisis y conflictos.

La razón de tal caos consiste en que uno de los postulados básicos del Nuevo Orden Mundial es declararle la “guerra a la guerra”, evitar a toda costa que choques y confrontaciones sean el sello de la nueva humanidad que escapó de la dicotomía capitalismo-socialismo, democracia-dictadura y los sustituya por diálogos, negociaciones y acuerdos que sean los reemplazos de calamidades que no pueden evitarse porque forman parte del genoma humano, y que aun imperfectos y de duraciones no precisas, por lo menos permiten a los pueblos sobrevivir.

Fórmula que sería perfectamente posible y plausible si una de las partes en conflicto actuara de buena fe, tal sucedió durante milenios en las guerras y confrontaciones que explotaron a lo largo y ancho del planeta y no en unas donde participa una nueva clase de políticos y guerreros, inspirada en la filosofía del profeta alemán, Carlos Marx, y para el cual, la victoria es intransferible, pues cumple una Ley de la Historia, aquella que determina que, el socialismo está condenado a triunfar porque expresa una nueva etapa o Era en el desarrollo ascendente de la humanidad.

De modo que, en el curso de la guerra, podrán haber derrotas, retrocesos, desvíos, barajos, diálogos y negociaciones que conduzcan a pomposos acuerdos, pero siempre para ser violados y retrotraídos a su origen en cuanto las condiciones los permitan.

Que para eso está el Nuevo Orden Mundial con su multipolaridad y sus potencias y poderes, no ya circunscritos a principios, doctrinas, o legalidad, sino al simple uso de la fuerza, a sus pesos y contrapesos que pueden medirse, no solo en el político, económico, militar, y tecnológico, sino, igualmente, en lo financiero, religioso, ideológico, y lo ilícito.

Y que mientras más difusos, sinuosos y simulados se comportan, operan con mayor eficacia, sin que puede negárseles que en regiones y circunstancias específicas, es imposible que las soluciones se alcancen sin su participación y consentimiento.

En este artículo queremos destacar el papel del “Foro de Sao Paulo” en la creación de la nueva geopolítica surgida en la América Latina una vez desaparecida la “Unión Soviética”, a la permanencia de Cuba como un país que se negó a renunciar al comunismo y su adscripción a una tesis que el propio Fidel Castro bautizó como “numantismo” y que consistía (como en la antigua Numancia romana) en resistir más allá de las amenazas y peligros que el futuro les reservaba, aun cuando la isla tuviera que hundirse bajo las aguas del mar Caribe.

Para demostrarlo, convocó al Secretario General del Partido Trabalhista brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, al Comandante General de las Farc, Manuel Marulanda Vélez, alias “Tiro Fijo” y a otros líderes y jefes de partidos comunistas y socialistas de la región, a un Foro en la ciudad de Sao Paolo y cuya consigna y tesis máxima fue que el “comunismo no había muerto sino sufrido un retroceso y que se restauraría a la brevedad en un continente que tenía mejores condiciones y auspicios para su crecimiento y desarrollo: América Latina”.

En otras palabras que, el fanatismo de un loco, de un desequilibrado, de un obcecado sin clasificación ni medida, pero que recordaba al joven guerrillero que 30 años antes, cuando los invasores del Granma fueron reducidos en la playa “Las Coloradas” por las tropas de Batista de 80 a 12 combatientes, felicitó a los sobrevivientes y los invitó a que lo siguieran a la Sierra Maestra desde cuya seguridad tomarían el poder en poco tiempo.

Y que resonarían en sus oídos y en los de los otros asistentes a la primera reunión de “Foro de Sao Paulo”, cuando en la madrugada del 4 de febrero de 1992, desde un cuartel de la capital de Venezuela, Caracas, un grupo de jóvenes militares comandados por un teniente coronel, Hugo Chávez, anunciaba que se alzaba en armas contra el gobierno democrático del presidente Carlos Andrés Pérez, que, entre otras “traiciones” contra el pueblo, aplicaba un paquete de reformas económicas neoliberales impuestas por el FMI y los imperialistas de los EEUU.

No hay testimonios de que Chávez se alzará siguiendo instrucciones del “Foro de Sao Paulo” y más bien, uno de los venezolanos invitados a su fundación, Pablo Medina, -entonces Secretario General de un partido de izquierda, Causa R- ha sostenido que el MVR-200, partido fundado por el militar golpista, no era conocido ni tenía relaciones con los fundadores de la organización, pero la noticia de que en el país con la democracia más estable y exitosa de la región, se habían rebelado unos militares contra el FMI y los EEUU, les trasmitió la sensación de que el socialismo “estaba vivo”.

Y lo demostró el hecho de que Chávez desde la prisión -el golpe había sido derrotado por las Fuerzas Armadas, el pueblo y los partidos políticos democráticos-buscó inmediatamente contactos con Fidel Castro, Lula da Silva y Marulanda y empezó a ser otra pieza en la estrategia de estos tres mohicanos latinoamericanos de no darse por vencidos y hacer realidad la promesa del Ché Guevara de convertir la cordillera de Los Andes “en un nuevo Vietnan”.

Pero no cualquier pieza, sino una que con el manejo de la riqueza petrolera Venezuela, contribuyó a que otros líderes de la izquierda del subcontinente, como el peronista radical, Néstor Kirchner, el mismo Lula, Evo Morales de Bolivia, Rafael Correa de Ecuador, Tabaré Vázquez de Uruguay y Daniel Ortega de Nicaragua, en menos de 10 años, resultaran electos presidentes de sus países.

Y sin disparar un tiro, pues la nueva estrategia emanada del desmoronamiento de la URSS sin necesidad de guerras ni holocaustos mundiales, imponía, como contraparte, de que se podía conquistar el poder participando en las sacrosantas elecciones burguesas, atrayendo el voto de los pobres con promesas de salvación y de respetar las constituciones democráticas irreprochable e inequívocamente.

Eso si, una vez instalados los presidentes marxistas electos en los poderes ejecutivos de sus países empezaban a comportarse como demagogos populistas y socialistas, haciendo letra muerte de las constituciones, rebanándolas y mutilándolas, pisoteando los derechos y garantías constitucionales, transformando las Fuerzas Armadas y los cuerpos policiales en sus guardias pretorianas e instaurando un sistema de alternabilidad en el poder basado en elecciones populares controlados por organismos electorales oficiales y una plataforma de votación automatizada donde nada escapaba al control del socialismo democrático y sus sufragistas.

Fueron los primeros 13 años de control del “Foro de Sao Paulo,” y de sus jefes, Castro, Chávez, Lula y Marulanda de la región que habían designado como de “nueva tierra de promisión del socialismo”, pues muertos Marulanda en el 2009, Chávez en 2013, Fidel Castro en el 2016 y Lula en prisión en Brasil desde el 2017, la organización podía vanagloriarse de haber contenido la expansión del capitalismo democrático y liberal en la región representado por los EEUU, fundando el ALBA en sustitución del ALCA que promovía George Bush hijo, la Unasur para disolver la CAN y la Celac para empezar a cavarle la tumba a la OEA que permanece como el último refugio de la democracia en América del Sur.

Igualmente, ya los trabalhistas no gobiernan Brasil, ni los correistas Ecuador, Evo Morales fue objeto de una separación efímera de la presidencia de Bolivia y Tabaré Vásquez y Pepe Mujica quizá no vuelvan a gobernar a Uruguay pero Cristina Kircher regresó a la presidencia de Argentina tras de Alberto Fernández luego de desalojar a Macri de la Casa Rosada.

Además, el “Foro de Sao Paulo” sigue firme en las presidencias de Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia, tiene ya una cabeza de puente en la UE con el gobierno socialista de Pedro Sánchez y acaba de imponerse con un candidato de su cercanía en Perú con Pedro Castillo, se da por seguro que el próximo presidente Chile girará bajo su órbita y que no es un desatino esperar que el nuevo presidente de Colombia sea Gustavo Petro, un hijo de Chávez, hermano de Maduro y nieto de Marulanda y Fidel Castro.

Pero lo más importante es subrayar su presencia firme en el Vaticano del Papa Francisco, la fundación de una estafeta pública, la Carta de Puebla, para que se responsabilice de su agenda legal, sus vínculos con los sectores radicales del Partido Demócrata de los EEUU y BLM, con agentes como Josep Borrell y Rodríguez Zapatero en la UE y una amplia gama de negocios y planes con Soros, China y países del Medio Oriente, que nos permiten afirmar que el “Foro de Sao Paulo” puede y debe ser considerado como el quinto poder del Nuevo Orden Mundial.