La precariedad que se vive en el interior del país recuerda a los años 50, lamentan expertos

Nacionales | julio 30, 2021 | 9:36 am | .

Debido al pésimo estado en que se encuentras los servicios públicos y la crisis económica, expertos coinciden en que los venezolanos del interior del país -porque Caracas es privilegiada- se enfrentan a condiciones de precariedad de los años 1950.

«El régimen solo mantiene medianamente a Caracas, por ser la puerta de entrada al país. Las deficiencias se intensifican a los más dispersos, con capitales rurales tan golpeadas por carencias de servicios públicos», dijo a LPL el dirigente político Guillermo Palacios, al considerar que Venezuela retrocedió 70 años, con indicadores macroeconómicos que se acercan al inicio de la industria petrolera. «¿Quién pensaba desempolvar los molinos que pertenecieron a abuelas?, cuya respuesta se apreció desde 2.017, ante la escasez de alimentos que llevó a moler maíz para las arepas y hasta el rebusque de familias, vendiendo masa de maíz».

El economista Edgar Urbáez explicó que en 1950 se disponían de pocos productos para satisfacer las necesidades de la población, ahora es diferente, «se tiene la variedad, pero no hay poder adquisitivo». «Esto es lamentable, porque hoy lo tenemos devaluado. Se perdió el control de la economía, producto de la manipulación de políticas monetarias y fiscales», reclamó y lamentó que no se producen bienes y servicios.

«¡Ya no se sabe a cuántos metros del subsuelo está el valor del bolívar!», exclamó y propone revalorizarlo con mejores escenarios, porque de 15 mil empresas que activas en el 2.000, ni siquiera llegan a 3 mil operativas en la actualidad y la mayoría apenas en 25% de la producción, tanto por la pandemia y el golpe en deficiencia en servicios públicos.

Según Simón Salas, vicepresidente de la Cámara de Comercio de Lara, el recurso humano se debate entre el nerviosismo por los cortes inesperados y la necesidad de cumplir con sus responsabilidades. Se queja de esos cortes que aún siguen sin programación. «Es un estrés del personal, al punto de agilizar todos los trámites, documentos y demás, para prever la interrupción del servicio», lamenta Salas de la ansiedad en el clima organizacional, con el temor de retraso. A ese punto le suma, las intermitencias por conexión de internet que les impide llevar una data de tiempo real e impide la fluidez de comunicación en establecimientos con varias sucursales. Una limitante persistente en municipios y que les obliga a tener un plan de contingencia.

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